Hola a todos
Ya que es sábado, volvamos al tema que teníamos entre manos. Se trata de una entrada un poco larga, pero espero que os guste.
Los detalles plásticos de los relieves conocidos en el claustro de Silos como
Árbol de Jesé y Anunciación, la obra del llamado segundo maestro de Silos, nos hablan de una manera particular de interpretar el tiempo. Al conocer el pensamiento de Joaquín de Fiore, en estos dos relieves,
a modo de calendario, intentaron plasmar en su claustro el final de la Edad en la que estaban viviendo, la de la
Encarnación del Hijo.
De hecho, si nos fijamos bien, a través de estas visiones trinitarias de la historia, se hace explícito el término de
“Edad Media” para la época histórica que estamos analizando. A la manera de la propuesta de Fiore,
llamar media a una Edad supone esperar que después vendrá otra, la tercera.
En el relieve del
Árbol de Jesé tendríamos en calendario sincrónico de la historia de la salvación:
• La primera Era, la del Padre, iniciada con Adán y que tuvo su confirmación en los patriarcas, es la era de la ciencia y la sumisión de los esclavos.
• La segunda Era, la del Hijo, iniciada con Ozias y fructificó en Cristo, la época de los clérigos, la de la servidumbre, la sabiduría y la fe y que, según las profecías de Fiore, acabaría en el 1260.
• La tercera Era, la del Espíritu Santo, la de los monjes, la de la plenitud del conocimiento, el amor y la libertad.
Para el Abad Florense, el misterio de la Trinidad se manifiesta en la historia del mundo. Por eso, la Trinidad debe ser reinsertada como el centro y el modelo de la historia de los hombres
Como tantas veces hemos comentado, para Fiore tenía que venir la tercera Era, la del Espíritu Santo, en la que una iglesia espiritual de monjes vendría a sustituir a la iglesia terrenal de clérigos encarnada en la Iglesia de Roma.
¿Se puede añadir algún dato objetivo más que vincule de forma directa este relieve de Silos al pensamiento de Joaquín de Fiore? Fijémonos tanto en la cabeza decapitada de la paloma como en los restos de pigmentación cromática del árbol.
Si mi cansada vista no me engaña, en el famoso árbol de Silos, todavía se pueden observar restos de pigmentación de tres colores:
1. Rojo, en las ramas
2. Verdes, en las hojas
3. Azul, en algún fruto
¿Por qué pintar un árbol con estos tres colores en concreto? ¿Qué pasaría si el rojo, el verde y el azul fuesen tres colores simbólicos que remitiesen a la idea de la Trinidad, el eje temático de este relieve? ¿Hay algún teólogo medieval que lo haya señalado así? Es evidente que sí, Joaquín de Fiore.
Como otras veces ya hemos explicado, Joaquín de Fiore, en su
Liber Figurarum (
Libro de las figuras), un libro ilustrado sobre los principales conceptos teológicos, en la
Tabla XIb del Códice Reggiano, explicó el concepto trinitario de las relaciones que se producen entre las tres personas de la Trinidad, en definitiva, su visión de la fórmula del “Filioque”.
Si nos fijamos bien, el Padre está representado con un círculo de color verde, porque es el creador de la naturaleza; el hijo, con uno de color azul, porque descendió del cielo y el Espíritu Santo con uno de color rojo, ya que es el amor.
Es decir, tenemos una base teológica para explicar el simbolismo de los colores que se utilizaron para pintar el Árbol trinitario de Silos. Además, no se debe olvidar que, Fiore, dibuja y pinta árboles con esos mismos colores y con significados teológicos parecidos. Os propongo un primer ejemplo.
Se trata del
L'albero dell'umanità: da Adamo al ritorno di Cristo en el
Liber Figurarum di Gioachino da Fiore - Ms. R1 Las coincidencias teológicas e incluso cromáticas de la propuesta de estas dos imágenes (Silos-Fiore) están a la vista.
No sólo eso, la paloma ha llegado decapitada hasta nuestros días. Y, como ya hemos recordado en otras ocasiones, el obispo de Burgos, don Mauricio, en 1218, al regresar del IV Concilio de Letrán, ese en el que se condenó parte del pensamiento de Fiore y, en concreto, su concepción de la Trinidad, excomulgó a toda la comunidad del monasterio de Santo Domingo de Silos porque necesitaba una reforma.
Tal vez, los monjes de Silos estaban esperando la llegada de la nueva iglesia espiritual en la que los monjes tendrían de nuevo el poder y, claro está, los clérigos de la Iglesia de Roma y, al frente de ellos, sus obispos, no estarían dispuestos a aceptar esta premisa eclesiástica.
Esto de los
detalles plásticos permite pensar en el románico con otros ojos. De hecho, en ellos, se esconde el trabajo de
pensamiento del teólogo redactor. Otra cosa muy diferente son los llamados
estilemas o rasgos formales del
maestro cantero escultor.
Pero, al llegar aquí, uno se asusta un poco porque, de ser así, eso significaría que el viaje de las ideas (las que representan y significa la imagen de la Trinidad Vertical en forma de Paternitas) fue hacia el oeste, hacia el occidente de Santiago, y, entonces, las explicaciones del viaje de los estilemas o rasgos formales de los maestros escultores, defendidas tradicionalmente por las historiografía, se ponen a temblar, quiero decir, a bailar. Que nadie olvide al leer que esto también es un juego de la lógica del pensamiento, una propuesta de interpretación, aunque con una voz y con matices diferentes.
Si se mira el trabajo del
posible teólogo redactor del programa de los dos relieves atribuidos al llamado Segundo maestro de Silos, la realidad de la estética románica cambia de perspectiva.
Ahora, al igual que en el caso del Segundo Maestro, carecemos de cualquier documento que indique que este teólogo redactor fue Raniero da Ponza, el legado papal e inquisidor contra los cátaros del que os hablábamos el otro día, el seguidor y amigo personal de Joaquín de Fiore. Espero que, al menos, os lo hayáis pasado bien leyendo esta entrada.
¡Feliz sábado y que tengáis un buen fin de semana!Un abrazo a tod@s