Hola a todos
Hoy, una entrada un poco especial ampliando un poco la relación de pensamiento que se da en las colecciones de imágenes del Arte Románico con la propia arquitectura románica.
Empezamos con el simbolismo del número ocho y su significado bautismal y, después, acabamos hablando del mismo sacramento del bautismo. Primero una magnífica fotografía del baptisterio de Parma:
Su planta octogonal tiene que ver con la simbología del número ocho relacionada con el bautismo: De hecho San Pedro, utilizó el número ocho refiriéndose a la historia de Noé y su familia para hablar de la necesidad del bautismo:
Citar:
“19 En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados,
20 en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a través del agua;
21 a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo.” (1 P III).
Una posible justificación teológica de la existencia de baptisterios con plantas octogonales.
Pero, hay más, si miramos otras fotografías.
En otras ocasiones, ya he recordado el significado del bautismo.
Citar:
“Los catecúmenos que sufren el martirio antes de haber recibido el bautismo con agua no son privados del sacramento del bautismo. Más bien, son bautizados con el más glorioso y grandioso bautismo de sangre…”
San Cipriano, a Jubaianus, 254 d.C.
San Juan Bautista ha pasado a la historia no solo como el último profeta vetereotestamentario para los cristianos, sino el anticipador del bautismo cristiano. Sin embargo, ¿quién bautizó a San Juan Bautista?
A San Juan Bautista, le acabaron dedicando los baptisterios de las iglesias. Sin embargo, el modelo de su bautismo no era cristiano. El bautismo cristiano es otra cosa. La Iglesia católica siempre ha hablado de las “otras formas” del bautismo y, entre ellas, la del llamado “
bautismo de sangre.” Tal vez por eso, dividieron el dintel de la portada norte del
baptisterio de Parma en dos escenas:
1.El bautismo del Jesús histórico, a través del agua y del Espíritu.
2.El banquete de Herodes y la decapitación de San Juan Bautista, su martirio interpretado en clave de un “bautismo de sangre”.
El bautismo de sangre en su relación de correspondencia con el bautismo de agua se colocó como símbolo no solo en los lugares destinados a realizar el ritual del bautismo. Pongo otro ejemplo. En el hermoso claustro de la colegiata de Santa Juliana, en Santillana del mar, Cantabria, en su panda sur, se esculpió este magnífico capitel con dos escenas evangélicas en paralelo, como formando parte de una misma lección teológica.
Al lado de la escena del bautismo de agua histórico de Jesús, el bautismo de sangre de San Juan el Bautista, su martirio por decapitación. Tal vez por eso, si nos fijamos bien, en la escena del Bautista, se esculpió un personaje con un libro en las manos. De hecho, también está la manera de esculpir al verdugo (vestido a la eclesiástica y no como un soldado) y la forma en que San Juan el Bautista está aceptando con la palma de su mano derecha abierta, etc.
En el fondo, con todos estos detalles plásticos menores, se está elevando a la categoría litúrgica el llamado bautismo de sangre del último mártir judío que dio la vida por el Mesías antes de su muerte y resurrección. Después, vendrá la figura de San Esteban. Y, de paso, todas estas imágenes nos hablan del gran conocimiento exegético e intelectual que tenían los teólogos redactores de los diferentes programas. Después, claro está, tenemos el magnífico trabajo de los maestros artesanos.
Un abrazo a tod@s