La férula de monasterios que dependieron de Oña, debió de ser importante, aunque según afirma el magnánimo profesor Boto Varela, se ha reconocido en tierras burgalesas, palentinas y helmánticas, pero de su obra románica, se ha salvado muy poco.
En Ornamento sin Delito (Abadía de Silos 2001) -ejemplar catalogado con el num 256 de la Biblioteca de
CÍRCULO ROMÁNICO, Don Gerardo Boto pone de relieve la transcendencia institucional de las casas oniense y caradigniense (Oña y Cardeña), las que afirma superaron de largo la de Santo Domingo de Silos; también que en otras urbes más dinámicas (Carrión de los Condes, y La Calzada) acamparon maestros abastecidos con unos catálogos iconográficos frecuentados más tarde por artífices de diferentes áreas de Palencia, Burgos o La Rioja. Más allá, hacia Oriente, se encontraba abierto el taller de la Seo de Zaragoza, relacionado con las iglesias de Tudela y en menor grado, con las estellesas. Y de otro lado, como siempre, Santiago de Compostela, crisol y meta de artistas y pregrinos, desde donde Mateo brillará con tal intensidad que su magisterio perdurará durante generaciones.
Particularmente podriamos extendernos más allá, al hablar de las tierras de Estella o incluso dudar sobre la direccionalidad de aquellos artistas, pero para no apartarnos mucho de este tema, simplemente diremos que en Oña hay un animalito, que siempre ha llamado mi atención, aunque a decir verdad simpático, también, pero no es muy románico... creo. (Se llama Mongui)