La Hispania visigoda se formó como un reino políticamente inestable durante la mayor parte del siglo VI, cuando entre 526 y 554, Amalarico, Teudis, Teudigiselo y Agila -cuatro reyes sucesivos- son asesinados.
Un dato menos investigado es que a partir de 544, las fuerzas bizantinas intervienen en los asuntos visigodos, posiblemente por invitación de Atanagildo en su rebelión contra Agila. Es de aquella manera que hacia el 557 los bizantinos ocupan la costa sureste de la península, incluyendo la ciudad portuaria de
Cartago Spartaria, e incluso las de
Hispalis,
Corduba,
Malaca,
Gades y
Asidona (actual Medina-Sidonia), entre otras.
Posiblemente y como resultado de esta invasión, los padres de Isidoro podrían haber dejado Cartagena en esta época, mientras que también en el norte, La Septimania y el Valle del Ebro eran continuamente amenazados como consecuencia del deterioro de las relaciones con los francos. Tras la muerte de Atanagildo en el 568, la nobleza visigoda eligió en La Septimania a Liuva I para ser rey, y tras la muerte de éste, entre 571 o 573, a su hermano Leovigildo (la monarquía visigoda no era hereditaria, aunque a veces algún hijo tuvo éxito en la sucesión de su padre en el trono), y paulatinamente el reino vio aumentar su fuerza de forma considerable. Los éxitos militares del nuevo rey le avalaron al restaurar el territorio que se había perdido frente a los bizantinos y recuperar el control político de algunas zonas rebeldes (la ciudad de Córdoba, por ejemplo, que había estado en un estado de rebelión desde 550), o incluso sobre las regiones limítrofes en la parte norte de la península, pero en lo religioso, el intento de Leovigildo para ganar nuevos conversos al arrianismo tuvo menos éxito.
El arrianismo era una forma de cristianismo que sostenían que los tres miembros de la Trinidad no eran iguales ni co-eternos, ya que específicamente el Hijo no era Dios por naturaleza, sino que fue engendrado. Los cristianos católicos habían condenado la doctrina arriana como herejía en el Concilio de Nicea en el año 325. Los godos, sin embargo, ya habían aceptado el arrianismo cuando se convirtieron al cristianismo, y seguieron celebrando esta doctrina a medida que avanzaban hacia el oeste en la Galia y luego en Hispania. Hasta Leovigildo, los gobernantes godos no habían hecho ningún intento de convertir a sus súbditos en católicos, pero también parece que habrían impuesto pocas restricciones a la práctica de otras religiones, aunque el monacato católico si que habría sido privado de algunos de sus privilegios.
Pero aún así, en virtud de los gobernantes arrianos, la Iglesia Católica en Hispania había tenido libertad de convocar sínodos, construir nuevas iglesias y fundar monasterios que se encuentran en correspondencia con el Papa, o hacer circular sus escritos abiertamente. Las dos Iglesias convivieron de manera independiente la una de la otra, cada una expandiendo su clero, fundando santuarios y otra instituciones, mientras Leovigildo montaba una seria campaña para expandir el arrianismo, en la que elige la persuasión o las recompensas como instrumentos de convicción en lugar de la fuerza.
Y tenemos noticias que en 580 se convoca el primer sínodo arriano celebrado en España, donde se dictamina que los cristianos ya no necesitan ser rebautizados para convertirse al arrianismo y que presumiblemente la supresión de esta diatriba también hizo que el proceso de conversión fuese más atractivo para los católicos, según Gregorio de Tours (
Libri Historiarum X, 6,18). Leovigildo también intentó ganar adeptos mediante la redefinición de la doctrina arriana en la que ahora el Padre y el Hijo eran iguales y co-eternos, mientras que sólo el Espíritu Santo no era igual con la nueva reforma.
Aunque logró ganarse a unas pocas figuras católicas importantes, entre ellos el obispo de Zaragoza, perdió terreno en su propia familia, porque en el 582, su hijo mayor Hermenegildo se había convertido al catolicismo, o cuando sólo unos años depués, en 589, Recaredo I convoca el III Concilio de Toledo en el que, junto con varios nobles y dignatarios eclesiásticos abjura del arrianismo para convirtirse al catolicismo, con lo que llevó a cabo la unificación religiosa entre visigodos e hispanorromanos, a la que aspiraba su padre -Leovigildo-, quien de forma inversa, al parecer y paradójicamente, le aconsejó esta vía.
Y ya de buena lógica, es de suponer que a partir de este momento comience la expansión del monacato de rito hispano visigodo.