Desde la antigüedad tardía y el uso del lenguaje medieval temprano -y su relación con la palabra escrita- es un tema complejo. A lo largo de este período en Europa Occidental, por ejemplo, el cristianismo parece hablar latín con exclusividad y por ese motivo, debió ser entendido por muchos como una religión en lengua extranjera: Ireneo en el siglo II se quejó de la necesidad de hablar celta a su congregación, y difícilmente se puede esperar que las mismas personas habrían de haber estudiado en sus localidades de origen con escritura latina. Más tarde, durante los períodos merovingios y carolingios, la presencia de los dialectos germánicos y latinos también deben ser tenidos en cuenta. Por ejemplo, el monje Notker de San Gall era un orador en lengua germánica nativa, y aunque Notker escribió en latín, había conversos en las regiones orientales del Imperio que no podrían haberlo hecho.*
Entre los primeros Cristianos, irlandeses y anglosajones son claros ejemplos con los que mostrar la coexistencia de una cultura latina junto a la de otro idioma, lingüísticamente nativo; y en algunos casos, incluso, la alfabetización del latín y el uso de los textos escritos en latín deben considerarse entonces, en un contexto diferente, e incluso más complejo que en culturas donde la lengua hablada habría constituido -con toda seguridad- una colección de dialectos de un mismo idioma.
NOTAS:
----------* Thorpe, L.G.M. (1969) Einhard and Notker. Two Lives of Charlemagne. London: Penguin, pág. 23