Antes del siglo VI, y cuando todavía mal establecidos los Godos en una parte de la Península, luchaban por arrancar la otra del poder de los Suevos, se hallaban ya fundados, entre otros edificios, la iglesia de San Dictinio, debida al mismo Santo, en el sitio que hoy ocupa la huerta del convento de dominicos de la ciudad de Astorga; la de San Acisclo en Córdoba, profanada por el rey Agila, según refiere San Isidoro; la de San Vicente mártir en Sevilla, primitiva catedral de esta ciudad, y de la cual hacen memoria Idacio y San Isidoro, como existente en el reinado del vándalo Gunderico; la de Hierusalem en Mérida, donde se celebró el concilio mencionado por Paulo Emeritense; la basílica de San Juan de la misma ciudad, que se hallaba contigua á la catedral, citada por Paulo Diácono; la de Compluto, consagrada á los mártires Justo y Pastor, erigida por Astúrico, metropolitano de Toledo, donde se descubrieron sus cuerpos; la Celenense, de que hace memoria el cronicón de Idacio; el monasterio de San Bartolomé en la ciudad de Tuy, al cual fue trasladada la catedral después de la irrupción de los bárbaros; el de San Claudio de León, ya fundado cuando los Arríanos empezaban á difundir sus doctrinas en España, y casi del todo arruinado en la invasión de los árabes.

Por ese mismo tiempo se conservaban también muchos edificios construidos bajo la dominación romana, sin duda del estilo latino, y con el carácter distintivo de todos los demás del Imperio monumentos preciosos de la fé de nuestros padres, santificados con la sangre de los primeros mártires, mudos testigos de sus persecuciones y de sus triunfos, cuyo origen se confunde con el de las primeras sociedades cristianas en la Península. Tales eran, entre los mas notables, la iglesia catedral de Cartagena reparada por el rey vándalo Gunderico, según consta del concilio celebrado en Tarragona el año 516; el baptisterio de Acci erigido por la senatriz Lupa en tiempo de san Torcuato; la catedral de Abdera hoy Adra, sufragánea de la de Sevilla; la Eliberitana, memorable por el concilio en ella celebrado; la Egabrense; la de Elepla; el templo de san Cecilio en Eliberi, que aun se conservaba cuando los árabes se apoderaron de esta ciudad, y concedido por ellos á los cristianos para el ejercicio de su culto; la catedral de Tucci en el sitio que ocupa hoy la villa de Mártos; la de Emérita Augusta, conservada en el imperio gótico con la advocación de santa Hierusalem ó santa María; la Lucense; la de Csesar Augusta; la capilla erigida en la misma ciudad el año 312, y en el sitio donde fueron muchos mártires sepultados durante las persecuciones la iglesia consagrada por los cristianos de Calahorra á los santos Emeterio y Celedonio, y el baptisterio que levantaron en memoria de su martirio, con cuyo objeto compuso uno de sus mejores himnos el poeta Prudencio; la capilla que labraron los fieles de León á los mártires Facundo y Primitivo, después de la paz de la Iglesia, en el mismo lugar en que fueron degollados; edificio conservado hasta los tiempos de D. Alonso III, el cual erigió sobre sus ruinas el célebre monasterio de Sahagun.

“En efecto, de la misma manera que un sabio artífice genera su arte de sí mismo y en sí mismo, y las mismas cosas que él hará las conoce previamente, y previamente conoce sus causas antes de que aparezcan en acto, y con su obra las crea universal y causalmente; así también el intelecto genera de sí y en sí su concepto, en el que conoce previamente todas las cosas que quiere hacer, y de modo previo las crea causalmente... En efecto, afirmamos que el plan no es otra cosa más que el concepto en la mente del artista."

“No de otro modo se ha de opinar en la geometría, que con el mismo proceso, comenzando en su principio, mediante planos y figuras geométricas sólidas, componiendo superficies, lados y también ángulos, llena los espacios en longitud, latitud y profundidad. Y resueltas todas estas cosas, se torna a su propio principio que es el signo, en el que consiste toda la capacidad del arte.”
(Juan Escoto Eriúgena)