No obstante lo anterior, no siempre resulta sencillo ante la carencia de documentación escrita entre los siglos IX y X, reconocer a los promotores de estas construcciones eclesiásticas, en las que obispos, grandes propietarios, pero también grupos rurales de campesinos -en aparente vida comunal-, van a ser los promotores -y muchas veces hasta los protagonistas- de la construcción de estos templos.
Así por ejemplo, la documentación escrita de los siglos IX y X de algunos sectores del Pirineo central,
como en la diócesis de la Seu d'Urgell, menciona la fundación de 42 iglesias, de las que 26 han sido realizadas por 'comunidades campesinas', mientras que otras 12 se deben a condes, obispos, abades o nobles. De hecho, en Cataluña se conocen numerosos ejemplos de edificaciones religiosas realizadas por vecinos de un lugar,
como es el caso de San Martí de Saldes, fundada en el año 857 por dieciséis lugareños de los que tan sólo uno era presbítero; la de Santa Maña de la Quar, consagrada en el año 900 y promovida por treinta y tres vecinos, de los que -igualmente- uno era presbítero; o la de Frontanyá, fundada en el año 905 por catorce habitantes del lugar, denominados
como isatis ville populus.*
En el caso de
Tona, seis barones ilustres y unos cuarenta vecinos construyen y hacen consagrar su iglesia en el año 889, lo que nos muestra la existencia de una comunidad aldeana bien estructurada en lo común y jerarquizada socialmente en lo plural.
Lo mismo podría señalarse para casos anteriores, puesto que algunas de estas iglesias continuaban en manos de las 'comunidades campesinas' todavía en el siglo XI,
como Santa Colloma en Vallespir. También podremos citar más adelante, dentro de este 'grupo rural con vida comunal' varios ejemplos documentados en el área castellana,
como el caso de Santa Teodosia de Arenas de Iguña y otras, que también pueden asociarse a este tipo de construcciones. Todos estos ejemplos nos muestran la existencia de comunidades campesinas dotadas de una fuerte identidad, que emprenden la construcción de sus iglesias en el seno de la red aldeana. Respecto a las iglesias propias, muchas de estas iglesias han sido rea-lizadas con técnicas de albañilería, siguiendo tradiciones constructivas locales. De hecho, el uso de técnicas constructivas de escasa calidad debió de ser muy frecuente. Un caso conocido por la documentación escrita es el de la pequeña iglesia de Sant Germá de Cuixá, reconstruida a mediados del siglo X con aparejo de piedra y mortero y cubierta de madera -
calce e lapidibus et lignis dedolati-, sustituyendo la anterior que había sido realizada con arcilla y piedra -
ex luto et lapidus con fectam-.
No obstante, a partir del año mil estas iglesias acabaron en manos de monasterios, señoríos eclesiásticos o de las propias sedes episcopales, que llevaron a cabo un profundo proceso de reorganización social de la red eclesiástica en el marco del feudalismo.
En síntesis, a partir de los siglos VIII y IX se ha fundado un número muy relevante de iglesias, denominadas «prerrománicas» por los historiadores del arte, que tendrán un efecto muy relevante en la organización del territorio. En lugares
como Castilla se ha podido observar con frecuencia la existencia de varios centros de culto en un única aldea, algunos de ellos controlados por la propia comunidad de forma colectiva o por parte de las élites locales, o bien fundados por parte de grupos señoriales eminentes (iglesias propias). De hecho, en muchos lugares la documentación escrita de los siglos VIII-XI muestra la existencia de más iglesias que asentamientos. Pero bajo esta categoría unificadora («prerrománico») se esconden procesos sociales muy distintos y transformaciones del poblamiento que han llevado a la configuración de un paisaje plenamente medieval.
Uno de los ejemplos mejor estudiados de este tipo de edificación, lo encontramos en San Quirze de Pedret (Barcelona):
Citar:
La iglesia de San Quirze de Pedret (Barcelona)**La pequeña iglesia de San Qurize de Pedret (comarca del Berguedá, ayuntamiento de Berga) es un buen ejemplo representativo de las fundaciones altomedievales rurales que se produjeron en el período carolingio en Cataluña (fig. 26). El edificio ha sido estudiado y excavado en su totalidad con ocasión de su restauración por parte del Servei de del Patrimoni Arquitectónic Local de la Diputació de Barcelona, durante los años 1959-1964 y en el período 1989-1992. Esta iglesia, situada en la comarca del Berguedá, aparece mencionada por primera vez en la documentación del siglo X, aunque probablemente su fundación tuvo lugar en el siglo IX. Se fundó
como iglesia propia, probablemente por parte de los progenitores de un personaje eclesiástico, el levita Francó, documentado en el siglo X. Se trata de un tipo de fundaciones muy frecuentes en la zona,
como en el caso de la iglesia de San Pero de Grau d'Escales. Posteriormente, a finales del siglo X el propio levita Francó donará la iglesia al nuevo monasterio benedictino de Sant Lloreng prop Bagà (984).
En el curso del siglo XI la pequeña iglesia se transformó en parroquia, articulando un espacio caracterizado por el dominio del poblamiento disperso en
mas. Desde este siglo el Berguedá se va a dividir en términos jurisdiccionales de parroquias y castillos sobre los que se crean los dominios señoriales. Más concretamente, se conoce la existencia en el siglo XIV de un Castrum de Pedret, aunque durante este siglo no hay más noticias del mismo. En torno al 1320 la parroquia de San Quirze pasa bajo la Corona. Los estudios arqueológicos han permitido distinguir cinco fases constructivas principales. En su primera fase (finales IX-X) la pequeña iglesia presentaba una única nave con cabecera trapezoidal y un único acceso con forma de arco de herradura. Fue realizada con mampostería irregular y mortero de cal conjuntas muy amplias. El interior del templo estaba revestido y la cubierta fue realizada con tejas. Ya en esta primera fase se ha localizado la existencia de una serie de enterramientos en el entorno del templo, así
como dos tumbas situadas en el interior del mismo. Todas las sepulturas han sido excavadas en la roca aprovechando las fracturas naturales de la caliza y cubiertas con losas de piedra.
En su segunda fase (mediados X-inicios del XI), que coincidiría con su donación al monasterio benedictino de Sant Lloreng prop Baga, el edificio se transforma y se amplía notablemente. Se añaden dos naves laterales y dos absidiolas con planta de arco de herradura. La comunicación entre la nave central y las laterales se realiza mediante la apertura de dos accesos rematados con arcos de herradura. El aparejo es muy similar al de la fase anterior. Hay que destacar que durante esta fase se abrieron en la nave meridional tres grandes silos alineados de forma fusiforme. Durante este momento aumenta el número de enterramientos, dispuestos en esta ocasión en el lado oeste y suroeste de la fábrica. Los estudiosos han querido ver en esta fase la existencia de una comunidad monástica, en relación con el mencionado monasterio benedictino. Durante su tercera fase (siglo XI), el edificio se transforma en parroquia. Desde un punto de vista planimétrico, las principales transformaciones que se observan en este período corresponden a algunas modificaciones de la absidiola septentrional y a la realización de un pórtico de acceso con formas «románicas». Resulta asimismo relevante señalar el ciclo pictórico de gran calidad que se realiza en los tres ábsides del templo y la construcción de un edificio anexo en el lado sur del templo fechado en torno al primer cuarto del siglo XI.
La cuarta Fase va se sitúa en la fase final del siglo XIII y ha comportado una renovación significativa del templo. La destrucción parcial del templo va a permitir su posterior reedificación mediante la realización de una bóveda de cañón apuntada en la nave central y el abandono del pórtico de acceso occidental, colocando la entrada en el lado sur mediante la transformación de la nave meridional en pórtico cubierto. Ya en la última fase, correspondiente a los siglos modernos y contemporáneos, se realizarán algunos cambios menores que no han modificado sustancialmente la estructura definida en la Baja Edad Media.
Bib: López A., Cabral A., et ahí, 1995, «Església de Sant Quirze de Pedret», Quaderns cientifics i tecnics, 6, pp. 179-374. Es fácilmente comprobable cómo a pesar de la hegemonía benedictina, es a partir de la reforma gregoriana del siglo XI, cuando una parte de este tipo de iglesias terminaron por configurar el voluminoso espectro de comunidades agustinas en la geografía de Catalunya, pero es igualmente remarcable la sucesión de esta misma fenomenología -
como veremos más adelante- en el resto de los reinos hispanos.
NOTAS:
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* Juan Antonio QUIRÓS CASTILLO, Belén BENGOETXEA REMENTERIA: Arqueología III. Arqueología medieval y posmedieval UNED- 2010
** López A., Cabral A., et alli, 1995, «Església de Sant Quirze de Pedret», Quaderns cientifics i tecnics, 6, pp. 179-374.