No deja de ser curioso, como ya hemos dicho en otros comentarios, la importancia de Toledo como capital política y de la cultura visigoda. No es para menos.
Esta trascendencia no puede obviar la vida religiosa y la evolución del Credo de los Apóstoles, es la evolución del dogma cristiano, como así ha quedado suficientemente reflejado en el románico. Y es así como trataré de evidenciar en este breve recorrido, desde dónde esa evolución también puede rastrearse -o mejor aún-, contemplar su nacimiento en los mismos albores de la cultura visigoda en la capital toledana.
Y sí, así puede comprobarse cómo la primera huella clara de la redacción de la cláusula
Filioque en el Credo de Nicea, la encontramos precisamente en el Tercer Concilio de Toledo, en el año 589 dC, como sello del triunfo de la ortodoxia sobre el arrianismo. Bastante después, durante el siglo VIII, puede apreciarse ya en documentos y manuscritos ingleses y franceses, pero no sin cierta oposición todavía. El mismo Papa León III, cuando se le pregunta por los mensajeros enviados al concilio celebrado durante el reinado de Carlomagno en Aix la Chapelle -809dC-, para sancionar la
Filioque, se decide formalmente a favor de la doble personalidad, pero se manifiesta rotundamente en contra a efectuar cualquier cambio en el Credo. Sin embargo, la cláusula terminará por tomar el auge deseado en Roma, y ya en los tiempos del Papa Nicolás I (858), será adoptada gradualmente en toda la Iglesia Latina. Mucho después, según nos cuenta Philip Schaff (*), desde estos remotos orígenes, pasará la cláusula
Filioque a las Iglesias protestantes.
Volviendo a los restos lapidarios depositados en la iglesia de San Román de Toledo,
corregir la interpretación proporcionada por H. Schunk, quien inmerso en la diferente variedad de textos existentes, no debió tener en cuenta la redacción definitiva del Credo Occidental(**), compuesta por Pirminius en el 750 dC. La comparación del texto lapidario supérstite, con las diferentes redacciones proporcionadas por Philip Schaff, han puesto de relieve que tan sólo es posible encontrar la particula latina 'AD' precediendo a 'INFERNA'-con independencia incluso de cómo estén colocados los versos precedentes en la piedra-, en la redacción del Sacramentarium Gallicanum (650dC) y en la de Pirminius (750dC). El único fragmento en que ambas difieren -
Filium ejus unigenitum sempiternum/Filium ejus Unicum-, no se encuentran entre los restos procedentes de Santa Leocadia, y por ello no nos es posible datar con mayor precisión que la realizada por Schunk y cuyo arco temporal establecemos ahora, sin mejor alternativa, entre los siglos VII y VIII.
Sin embargo, siendo cierto que el trazado escultórico de los restos lapidarios, evocan la cultura visigótica, y que además es preciso recordar los sucesos que acaecieron en 711dC, que concluyeron con la destrucción del mangnífico reino hispano, esto tampoco nos permite suponer la datación de H.Schunk como más exacta, a pesar de lo aludido, puesto que la población visigoda siguió en la capital como cristianos mozárabes.
Una aproximación a la 'reconquista' mejorada por wikipedia:
NOTAS:
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