Es una caña, querido amigo; sorprendente y enigmático. Ahí queda.
Pero además, si como ha sugerido Xavi, un pequeño error de medición puede conducirnos a fechas diferentes, el de los 2º nos podría llevar hasta el 15 de Marzo, fecha en la que Justiniano I promulga -al igual que Constantino- un edicto de la mano del Papa Juan II admitiendo la ortodoxia religiosa cristiana de la confesión imperial.
La política religiosa de Justiniano reflejaba la convicción imperial de que la unidad del Imperio presuponía incondicionalmente una unidad de fe, y que esta fe tan sólo podía ser la fe descrita en el credo niceno. Aquellos que profesasen una fe distinta, sufrirían directamente el proceso iniciado en la legislación imperial que comenzó durante el reinado de Constancio II.
El Codex recogía dos leyes que decretaban la destrucción total del paganismo, incluso en la vida privada, y sus disposiciones serían celosamente puestas en práctica. Las fuentes contemporáneas como Juan Malalas, Teófanes de Bizancio o Juan de Éfeso refieren graves persecuciones contra los no cristianos, incluso de personas de alto estatus social.
El prinicpal defensor de la fe ceristiana recibe del Papa el Crismón utilizado por Constantino en el lábaro —o estandarte militar imperial— tras su conversión, un elemento simbólico de su poder que también fue adoptado por Justiniano I, el más grande Emperador del Imperio Romano de Oriente.
Durante la época de su imperio, inculca entre sus nobles y súbditos la idea de la
romanitas, un pensamiento supranacionalista que minimiza que los bárbaros gobiernen las principales ciudades y territorios del viejo imperio, tras su caída, como si lo hicieran en nombre del Emperador de Oriente.