Hola a todos
Hace algunos días que no tocamos este tema. Ante imágenes como la siguiente de la magnífica colección del MDJ (Museo Diocesano de Jaca) y que pertenece al conjunto de Bagüés:
se puede ver una escena bíblica pensada en clave de imagen para una
Biblia pauperum, una
Biblia para los pobres; pero, también, se puede contemplar una lección teológica si se analiza en su conjunto.
Si nos fijamos bien, en este conjunto de pintura mural de Bagües falta nada más ni nada menos que la representación de la
Última Cena como momento de la institución de la
Eucaristía. Y, la representación del agua en el episodio del bautismo del agua no queda muy clara:
Sin embargo, en Bagüés, el teólogo redactor es católico y conoce muy bien su oficio. Sabe muy bien que, siguiendo la teología del evangelio de San Juan, la institución de la
Eucaristía no se produce para San Juan Evangelista en la Última Cena, sino que de ella habla, nada más ni nada menos, que en el capítulo VI. Solo pongo un fragmento a modo de prueba documental:
Citar:
“Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y Yo en él. Como el Padre que vive me envió, y Yo vivo por El, así, quien me come a Mí, tendrá de Mí la vida ... El que come este pan vivirá para siempre”. (Jn. VI, 55-58).
No obstante, desde los Santos Padres (no colocamos textos para no aburrir al personal), se ha visto en un episodio, que solo recoge el
Evangelio de San Juan en su capítulo XIX,
el de la herida en el costado de Cristo a la hora de su muerte, como el momento del nacimiento de la Iglesia a partir de la institución conjunta de los dos sacramentos básicos de la Iglesia, el Bautismo y la Eucaristía. Al leer este texto, hay que volver a ver la imagen:
Citar:
“33 Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, 34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.”
Y este episodio sí que se recogió en el programa iconográfico pictórico de Bagüés, porque no nos cansamos de decir que el teólogo redactor del programa iconográfico de Bagüés conocía el pensamiento de Juan Escoto Eriúgena. No sé vosotros, pero si miro el programa de Bagüés y, después, leo el siguiente texto de Eriúgena entiendo mucho mejor lo que se pintó en esas paredes:
Citar:
«Ciertamente, el primer hombre, Adán –como enseña el Apóstol- en todas partes, es la representación del hombre futuro, esto es, de Cristo, pero a la inversa. Evidentemente, en el primer Adán la naturaleza se escindió en macho y hembra, en el segundo se unificó: “En Cristo Jesús no hay macho y hembra.” En el primero, toda la naturaleza fue expulsada de la felicidad del Paraíso, en el segundo fue llamada a la misma felicidad y fue restablecida en ella... Como dice San Agustín: “Adán duerme y llega a ser Eva, muere Cristo y nace la Iglesia. Eva llegó a ser a partir de una costilla cuando Adán duerme; una vez que Cristo murió, su costado es herido para que fluyan los sacramentos sobre los que la Iglesia se edifica.” En efecto, la sangre es para la consagración del cáliz, y el agua para la consagración del bautismo.»
¡Ah!, por cierto, un pensamiento que ha llegado hasta nuestros días dentro de la ortodoxia católica:
Citar:
“Los Padres de la Iglesia han meditado mucho sobre la relación entre el origen de Eva del costado de Adán mientras dormía (cf. Gn 2,21-23) y de la nueva Eva, la Iglesia, del costado abierto de Cristo, sumido en el sueño de la muerte: del costado traspasado, dice Juan, salió sangre y agua (cf. Jn 19,34), símbolo de los sacramentos.”
(Exhortación apostólica postsinodal SACRAMENTUM CARITATIS del Santo Padre Benedicto XVI al episcopado, al clero, a las personas consagradas y a los fieles laicos sobre la Eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia.)
Es decir, que en estas palabras el Papa Benedicto XVI está expresando las mismas ideas que Juan Escoto Eriúgena cuando escribía:
“En efecto, la sangre es para la consagración del cáliz, y el agua para la consagración del bautismo.” Y, ahora, miremos todo el conjunto de Bagüés: el primer Adán y el segundo Adán, Cristo.
¡Qué buenos los teólogos redactores de los programas iconográficos, escultóricos y pictóricos, del Románico! El de Bagüés sabía dónde, cómo y por qué quería representar los dos sacramentos de forma conjunta a través del símbolo de la lanzada. En el fondo, el teólogo redactor sabía que no necesitaba hacer explícita el agua en el tema del Bautismo histórico de Cristo ni colocar la representación de la Última Cena. De hecho, el evangelio de san Juan es la base de ese programa iconográfico pero visto a través de los ojos de un gran sanjuanista, Juan Escoto Eriúgena.
Por eso, aunque algunos han llegado a escribir que las pinturas murales de Bagüés constituyen una
Biblia pauperum o catecismo para analfabetos!, hay una segunda mirada que va más allá de esta simplificación.
¡Feliz viernes y buen fin de semana!Un abrazo a tod@s