Este trabajo interpreta la escultura románica como un valioso instrumento de poder para difundir e impartir mensajes a los fieles. Por ello, se defiende una lectura contextualizada de la misma (empleando una óptica histórica centrada en aspectos socio-políticos), complementaria y paralela al estudio de su dimensión simbólica y abstracta. El creciente poder del papado y de Cluny en la Península, y la propia Reconquista, convierten la lucha contra el Islam en prioridad de reyes y clérigos. La construcción de una imagen difamatoria del musulmán constituyó un importante refuerzo ideológico de la guerra y pudo tener su reflejo en el arte. Así, las imágenes románicas de pecadores podrían estar representando al enemigo religioso además de aludir al Mal de manera genérica. Al tiempo, se aprecian influencias islámicas en la iconografía románica que dibujan un panorama aun más complejo, derivado, en definitiva, de la presencia musulmana en la Península.