El año 997, entre los meses de julio y octubre, Almanzor dirigió contra Santiago de Compostela la cuadragésimo octava de sus expediciones. Su objetivo era dejar huella de su poder de destrucción en la ciudad de Jacob, el hijo de José el comerciante, del que dicen los cristianos que era el esposo de María; en esa ciudad está su tumba. Y lo cumplió sobradamente: Arrasó la ciudad y destruyó el monasterio, pero no tocó la tumba.