La búsqueda de una definición que dé respuesta a la pregunta que se propone para comentar este mes es como el monstruo del lago Ness, aparece y desaparece en los círculos románicos con la misma frecuencia con que se omite en los tratados, y sin embargo está ahí; la sentimos, en la universalidad conceptual que define nuestras percepciones individuales, pero también en la creencia de un denominador común en lo esencial.
Buscar por tanto la concreción de la respuesta que alcance la aceptación de la diversidad en el pensamiento y en la sensación es tarea casi imposible, no obstante, en este comentario se intenta un acercamiento a la misma.
Lo románico es básicamente un arte, pero no exclusivamente. En torno al denominado arte románico surgió una sociedad que lo asimiló, que lo hizo posible. La cosmovisión, en palabras de Cortazar, de la sociedad románica es elemento sinec qua non para la comprensión de la manifestación artística, Aún así, la limitación espacial nos lleva a comentar este aspecto en otra ocasión limitándonos aquí a la mera consideración artística, y, por tanto, limitando el alcance.
Esencialmente, y como característica fundamental, el arte románico es el arte sacro del cristianismo occidental, del cristianismo romano, entendiendo el término romano en su contenido para la época en que se produce esta manifestación artística, acotado en términos límites dentro del periodo comprendido entre los años 850 y 1.260. Pero, ¿qué es el arte sagrado, el arte sacro? En su primera, y por ahora suficiente, aproximación acudimos a una definición externa:
“El arte sagrado, como hemos dicho, es el reflejo del hombre que ha alcanzado la total magnificencia de su ser y ello sólo ocurre en la unión indisoluble con su Creador. Cuando las pala¬bras de uno son las del otro, cuando la mano del artista es sostenida e impulsada por Dios. Entonces es la propia sabiduría del cielo la que realiza la obra de arte que propiamente puede llamarse sagrada, ella es quien anima el centro secreto y vivo de la obra; ésta es la diferencia respec¬to a las artes de los hombres, las artes profanas.” Arsgravis
No hay otra manifestación artística que no se remita exclusivamente a su carácter sacro y no hay manifestación románica que no conlleve su carácter sacro. Gracias a ello y sólo por ello, será a partir de su característica de arte sacro que el románico influya en la sociedad románica.
El arte románico es por tanto el que permite la comunicación del individuo con el Dios al que se refiere la Iglesia de Roma.
Es por ello que el arte románico es simbólico y subjetivo. Con el símbolo se facilita la comunicación estableciéndose, de manera permanente, la ubicación relativa de los comunicadores, y con la subjetividad, además, el arte románico se abre, se hace libre, se universaliza en relación a las mentes de los potenciales individuos que lo vivan. Si no existen estas características no hay arte románico. La ausencia de símbolos por un lado y la entrada del realismo/naturalismo por otro vuelven a limitar el espacio románico, y su presencia en el contexto sacro, por el contrario, vuelven a definir su presencia.
La iglesia, como lugar en el que se realiza la comunicación sacra, es así el elemento románico dominante. En ella la arquitectura define posiciones y cobija a los elementos que facilitan la comunicación, a las restantes manifestaciones artísticas románicas, en ella y en las dependencias vinculadas a la misma. Como tal requiere de unas características que diferencien el macrocosmos circular del microcosmos lineal rectangular, y, sobre todo, que además de ayudar a la concentración del individuo, exhiban día a día con la llegada de la luz la característica del Creador macrocósmico. La luz crea las formas y las formas crean las cosas, por ello, la iglesia románica está orientada, tiene penumbra y su ábside es circular. La iglesia que reune estas caracteristicas es románica y sólo lo es la que las reune.
Hay también una última característica, también “sinec qua non”, la construcción de la iglesia debe ser una evidencia del mayor interés y sacrificio puesto en su construcción. Sólo hay comunicación sacra en el lugar en que coinciden los interlocutores, en el lugar creado, erigido, para ello. Pero el sacrificio es relativo, los de recursos materiales más abundantes erigirán la iglesia en piedra y con los mejores sillares, pero en el ámbito de la repoblación humilde el mismo sacrificio será materializado con materiales burdos. Lo que no es sacrificio, la construcción con materiales menos nobles por razones de economía no es románico.
Todo lo demás son estilemas y consideraciones coyunturales que hacen del románico una manifestación diversificada, una manifestación que requiere de adjetivos cualificativos, pero románico siempre. Como el románico pleno.