Órdenes Militares
Oratori y Bellatori 2 x 1 |
Villalcázar de Sirga (P) Temple. Transición al gótico
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Las ordenes militares, a pesar de haber nacido en oriente, son continuidad de la reforma gregoriana, es el resultado de ofrecer a los laicos un modelo de santidad: el miles Christi. No es un concepto nuevo, de hecho, fue usado por Tertuliano para referirse a los primeros cristianos y puede también haber recibido en su concepción la influencia de las organizaciones islámicas semejantes con su práctica de la guerra santa.. En todo caso, es un modelo en el que el individuo congrega dos tareas tipificadas en la estructura social feudal: la plegaria y el combate y en el que se agrupa el espíritu ascético de las órdenes monásticas, el ideal caballeresco y el belicoso espíritu feudal
Un activo con el que la Iglesia intenta controlar las guerras continuas, injustas y crueles de los bellatori, que forma parte de la estrategia seguida con la definición de la guerra justa y la incorporación de la Paz de Dios y la Tregua de Dios.
La Orden más antigua es la del Temple, fundada por Hugo de Payens en Jerusalén en 1.120 y entre cuyos fundadores se encontraba algún familiar de Bernardo de Claraval, impulsor de la segunda cruzada y miembro del equipo inicial del Císter. Previamente existió la Orden del Hospital, sin embargo, para cuando se funda la Orden del Temple los hospitalarios no tenían más que un contenido caritativo, no convirtiéndose en militar sino hasta más tarde. En la península se constituyen las primeras órdenes décadas más tarde, siendo la primera la de Calatrava, fundada en 1.158 y luego la de Santiago en 1.170.
El primer objetivo que se marca la Orden del Temple, es garantizar la seguridad del camino que une Jaffa con Jerusalén, a la sazón infestado de ladrones y malhechores. Para esa época, los templarios no eran sino “Pauperi equites Christi” (pobres caballeros de Cristo) y su existencia se justifica por la incapacidad de los cruzados para gobernar el reino de Jerusalén una vez conquistada la ciudad y otras zonas. No es sino más tarde, cuando Balduino II les dona una residencia en la mezquita al-Aksa, construida sobre las ruinas del templo de Salomón cuando devienen en “Equites Militiae Templi Salomonis” (Caballeros Soldados del Templo de Salomón), más abreviado “Milites Templi”,en sustitución de su denominación original. Que cuiden su residencia y que intervengan en acciones bélicas no debe distorsionar su objetivo fundamental, garantizar la seguridad por todos los caminos de Tierra Santa.
Su primer acto bélico es de 1.129 en Damasco, a partir del cual, ya junto a los hospitalarios pasan a convertirse en el verdadero brazo armado que defiende el territorio del reino de Jerusalén.
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Torres del Rio
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Los hospitalarios, por otra parte, eran monjes benedictinos que tuvieron la posibilidad de construir una iglesia junto al Santo Sepulcro y a su lado un impresionante hospital con más de dos mil camas. Su monasterio data de 1.048 y a finales del siglo XI se transformaron en una comunidad diferente, autónoma.
Como se ha indicado antes, no es hasta después de 1.120 cuando, acuciados por las circunstancias bélicas y la necesidad de defensa, añaden el cuarto voto, el del servicio de armas.
Junto a estas dos órdenes existieron las del Santo Sepulcro, fundada por Godofredo de Bouillon para cuidar el mismo y la Orden Teutónica, fundada en 1.198 para atender en su hospital centroeuropeo a los cristianos heridos en Oriente. Se expandió por Prusia en el siglo XIII y por diversos avatares, coincidentes con la intervención de la Orden de Calatrava en empresas del este europeo, terminó participando en la reconquista de Andalucía.
Es importante destacar que la Orden del Temple no tuvo Regla hasta años más tarde de su fundación y que la regla finalmente adoptada en 1.129, la regla latina, fue elaborada por los cistercienses. Sin embargo, cuando una vez aprobada la llevó el fundador a Jerusalén, revisó doce artículos y añadió otros venticuatro, quedando un total de setenta y dos artículos. De su contenido final destacan tres capítulos importantes: la interdicción de tener relaciones con personas excomulgadas, la manera de ingresar en la Orden y el comportamiento modélico de los hermanos en las provincias. La Regla Latina tenía una versión francesa cuyo contenido no coincidía plenamente, y, para más abundamiento, ambas sufrieron abundantes cambios con posterioridad.
También merece la pena destacar que aunque en un principio existía una dependencia del Patriarca de Jerusalén, ya desde los primeros años de su expansión por Occidente esta dependencia es sustituida en 1.139 por la dependencia directa del Papa.
En 1.145 se les autoriza a tener sus propias iglesias, oratorios y cementerios.
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La Orden del Temple influyó en el espíritu y normativa de los hospitalarios y restantes órdenes, trasladando así a ellas el criterio Cisterciense que regía sus reglas.
Tanto la Orden del Temple como los Hospitalarios, también llamados sanjuanistas, recibieron diversas plaza y castillos a defender en el Reino de Jerusalén y empezaron a recibir donativos, especialmente los recibieron cuando de seguido se expendieron por toda Europa, hasta Inglaterra, fundando monasterios. Expansión veloz que originó un fuerte incremento en su patrimonio y una gran implantación.
“El Temple y el Hospital se convirtieron, sin duda, en una de las primeras instituciones de carácter administrativo, económico y financiero. …Creemos que no es excesivo afirmar, en síntesis, que se constituyeron como un grupo fuertemente cohesionado, gozaron de una posición consolidada en el poder allí donde se establecieron, disfrutaron de una especie de “prelatura personal” en el plano eclesiástico y desplegaron un poder económico y financiero que casi no conoció crisis, mediante el control de la fortuna variable de la nobleza y de la monarquía”. (sic) (84)
Las órdenes militares del Temple y Hospitalarios comenzaron a recibir fuertes donativos y posesiones en Europa cuando todavía se encontraban en Tierra Santa, procedían de monarquías que no estaban preparadas para mandar sus milicias a las cruzadas y que lo sustituían con el supuesto refuerzo de las órdenes merced a esos donativos.
Es cuando son expulsados del ya inexistente reino de Jerusalén cuando abandonan la razón de ser de su existencia e inician una actividad en Europa ajena a su cometido. Progresivamente se incorporan a la nobleza y su presencia en las cortes es frecuente para intervenir cualquier actuación real significativa.
De hecho, su presencia en la península ibérica en relación con la reconquista deja también bastante que desear, siendo, en general, sustituidos en tal menester por las órdenes militares españolas nacidas con posterioridad; nos lo ratifica la presencia de los castillos construidos por el Temple, ubicados en zonas alejadas de la contienda.
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Si tal dejación se produce en el terreno militar, no es menos el producido en sus restantes facetas en donde se evidencia el abandono del voto de castidad y el de pobreza, en el primer caso evidenciándolo con la autorización para convivir con las mujeres e hijos y en el segundo llegando a legalizar la herencia de bienes materiales.
No existe un modelo de arquitectura-escultura tanto para los castillos como para las iglesias, para los castillos por la necesaria prevalencia de la concepción funcional de cada uno, y en el de las iglesias, en el que priva una necesaria adaptación a los criterios de la reforma gregoriana, porque ni siquiera se sabe con certeza cuales construyeron y cuales ocuparon una vez construidas.
Taller de La Losa
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