Bestiarios
Por el temor, hacia Dios |
Bestiario Mozárabe
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Bestiarios
“El símbolo es el signo sensible que ofrece semejanzas con las realidades inmateriales”
Los conceptos
¿Qué es un bestiario? Para el lector de esta nota, probablemente, un bestiario es una relación descriptiva de unos seres fabulosos que podemos encontrar en la imaginería, escultura y pintura, románicas.
Queda lejos de nuestra mente que un bestiario a finales del románico, s.XIII, fuera un tipo de poema edificante en el que se ponían de manifiesto las características morales de diversos animales, reales ó imaginarios. Y es que “bestiarios” ha habido siempre y en todas las civilizaciones, desde la India hasta la América precolombina. Todavía hoy es posible encontrar a la venta nuevas versiones de bestiarios contemporáneos.
El siguiente paso es definir qué es una “bestia” de las incluidas en los bestiarios, ¿es un animal fabuloso?, ¿es el resultado de un sueño? Ó como pensaba Aristóteles, ¿era un animal ó persona aberrante, anormal, entendiendo como tal lo que no es producto habitual de la naturaleza?. Comoquiera que sea, los seres incluidos en los bestiarios tenían al menos una de las siguientes características: O eran “monstruos”, es decir, seres con una importante anomalía respecto a lo considerado normal, o eran “híbridos”, es decir, mezcla de especies, o eran ambas cosas a la vez.
En el cristianismo, en sus textos bíblicos, el uso de animales fabulosos es frecuente, desde la serpiente parlanchina e inteligente del Génesis hasta el Agnus Dei hay toda una serie, el becerro de oro, el Espíritu Santo en forma de paloma, los corderos que cuida el Buen Pastor, los pájaros que ni hilan ni tejen…es una alegoría permanente que se consolida en la decoración románica de las iglesias. En éstas, la representación de animales fantásticos tiene una función precisa, pedagógica e incluso terapéutica: hay que sumergir al individuo en el temor para poder conducirlo después al arrepentimiento y la fe. Es una práctica que incluso será seguida en la iconografía islámica.
Y si el individuo es atemorizado, es porque acepta la posibilidad del encuentro con la bestia, quizás por su entrega mental al que se la describe, quizás porque no le parece irreal, quizás porque viene acompañada de narraciones fantásticas y también quizás porque le resulta familiar, en su entorno hay bosques donde habitan seres imaginados y en sus sueños se ha desarrollado la imaginación.
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Bestiario Silense
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Las fuentes
Ctesias de Cnide en el siglo IV a.c. es el primer referente. Médico que terminó en prisión persa, aprovecha su estancia en la misma para registrar las narraciones de los encuentros con viajeros procedentes de la India. Su obra “Historias de Oriente” incluye entre otras descripciones la de los “Sciapodes” (posteriormente asociados a los antípodas), hombres desnudos provistos de enormes pies que utilizan para protegerse del ardor del sol. Es Ctesias, también, quien por primera vez nos habla del grifo y del unicornio.
Algo más tarde, le sigue Aristóteles con su “Historia de los animales” . Será él quien, entre otras bestias nos introduzca la salamandra, a la que dota de facultades mágicas y al dragón. Con su difusión en occidente en los siglos XII y XIII, Aristóteles influirá en las representaciones post románicas.
En los inicios de nuestra era, Plinio el Viejo nos deja el libro VIII de su “Historia natural” en la que incluye entre sus animales al “licántropo” y a la serpiente “anfisbena”, la de las dos cabezas, de amplia influencia posterior.
En el siglo II surgen las homilías “hexaemeron” de las que destacamos las correspondientes a San Ambrosio, a San Agustín s.IV-V y a San Isidoro de Sevilla s.VII. Son las correspondientes a los Padres de la Iglesia y con ellos se produce un cambio sustancial: ya no son meras narraciones; ahora el interés se dirige a la interpretación simbólica de esas bestias.
Los hexaemeron y, especialmente San Isidoro, fueron fuente inagotable de inspiración de los autores románicos y posteriores, junto con “El fisiólogo” , una obra de autor anónimo, de procedencia helena, escrito en Alejandría entre los siglos II y V, y traducida al latín en múltiples ocasiones, una obra de menor valor, formada por un inventario desordenado de bestias y minerales, ó una obra de fundamental trascendencia en los bestiarios medievales, según el criterio de cada estudioso del mismo; Lo que nadie puede negar, en todo caso, es que hasta el siglo XII fue el libro más difundido, después de la Biblia, a partir de cuyo momento quedó relegado a literatura fantástica.
A partir de este momento, las bestias forman dos grupos: las bestias de Dios y las bestias del diablo.
En el final del periodo románico, en la primera mitad del siglo XIII, surgen los bestiarios en verso basados en el Fisiólogo, destacando las obras de Philippe de Tahon y Guillaume le Clero, así como la obra en prosa de Pierre Beauvais.
Procede decir aquí que de acuerdo con el criterio de austeridad decorativa del Císter, éstos desaprovecharon el valor religiosos de los bestiarios, denostados por Bernardo de Claraval.
A partir del periodo románico los bestiarios alcanzan un desarrollo importante en su versión documental y que entre ellos se encuentra el “Llibre de les bèsties” de Ramón Llull escrito en la segunda mitad del siglo XIII.
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La visión moderna
“Todos los objetos tienen sus imágenes y semejanzas proyectados y mezclados juntos a través de la entera extensión de la atmósfera que los rodea. La imagen de cada punto de su superficie material existe en cada punto de la atmósfera, y todas las imágenes de los objetos están en todos los puntos de esa atmósfera. El conjunto y las partes de la apariencia de la atmósfera se contienen en cada parte de la superficie de los objetos situados frente a ella. He ahí por qué las imágenes de los objetos se hallan, en parte y en todo, en cada parte de la atmósfera que está frente a ellos; y la sustancia atmosférica se refleja en el todo y en cada parte de la superficie. Resulta así evidente que la semejanza de cada objeto, sea en su conjunto, sea una de sus partes, se encuentra de modo intercambiable en cada parte y en el conjunto de los objetos situados frente a ella, como puede verse en un juego de espejos situados frente a frente” (Leonardo da Vinci, Carnets.)…
….”En un universo tan fantástico, el monstruo no tiene la última palabra, y aunque haya podido atravesar los siglos, no es sino un estallido de luz, tan fulgurante como fugitivo, al cual responden otros estallidos luminosos, en un parpadeo sin comienzo ni final. (Claude Kappler: Monstruos, demonios y maravillas a fines de la Edad Media. Akal)
Taller de La Losa
(Basado en diversas obras de la Biblioteca del Círculo románico)
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