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En el apartado que titulamos “prerrománico”, consideramos la influencia en el arte románico del Arte Asturiano, del denominado Renacimiento Carolingio y del Arte de los Lombardos.
Ramirense
En cuanto al primero de ellos, una vez comentados sus excelsos atributos, no cabe decir nada más.
A pesar de los parecidos, consecuencia de la influencias romanas y visigóticas en el mismo, coincidencias que los unen, hay que concluir diciendo que no hay nada más. El arte aúlico asturiano a este respecto termina antes de la implantación románica y no hay vinculación entre ellos.
Carolingio
Cosa bien diferente es lo que ocurre con el renacimiento carolingio.
Hay que entender que el término renacimiento no tiene aquí el mismo contenido que en siglos posteriores. Ciertamente Carlomagno es único y su influencia se deja notar en nuestras vidas, su esfuerzo social y cultural tiene difícil parangón, pero cuando decimos renacimiento carolingio queremos decir el principio que guía al emperador en imitar a Constantino en todos los aspectos, en este sentido el renacimiento carolingio pretende, no inspirarse en el pasado, sino restaurar el mismo.
Es obvia esta restauración, por ejemplo en las miniaturas. La realización de libros miniados alcanza su apogeo en la época carolingia, hay gran profusión de scriptorium, los libros son adornados con marfiles y orfebrería en sus pastas y hay un gran esfuerzo en su ilustración, pero es una ilustración que, no por falta de técnica ó creatividad, recrea fielmente el pasado.
En cuanto a pintura, hay una amplia decoración de las iglesias con mosaicos, estucos y pintura al fresco, hay una continuidad de estilos como pasa en la escultura, en la que sí se introduce el valor catecumenal de las imágenes.
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Pero la principal ascendencia sobre nuestro querido románico se produce en la arquitectura.
Ciertamente, la arquitectura carolingia de las iglesias tiene connotaciones diferenciales como la occidentalización, el westwerk basado en la existencia de ábside y contraábside, la mayor presencia de iglesias nobles con formas circulares y poligonales y las consecuencias del culto a las reliquias que termina obligando a potenciar la generalización de criptas en las que mantenerlas y desarrollar un culto si interferencias en los oficios “normales”, pero junto a esas diferencias hay otras aportaciones que nos serán legadas:
• Las fachadas articuladas con dos torres laterales,
• Por primera vez el edificio en su conjunto tiene un valor simbólico, la Jerusalén Celeste
• Se incorporan naves laterales con absidiolos de menor altura,
• Se incorpora la girola, y
• Aparece el término capilla para identificar un templo menor en el que se guardan reliquias. Es una palabra derivada de “capella” identificadora de la capa de San Martín guardada como reliquia por el mismo emperador.
Y si en las iglesias se produce una revolución, no es menor la que se produce en la construcción de los monasterios en los que el centro en torno al cual se construyen ya no es la iglesia, sino el claustro.
En el terreno de la cultura, a la que tanta importancia da el emperador, no podemos dejar de mencionar las consecuencias de la
Escuela Palatina de Aquisgrán, y
la Regla de San Benito, impuesta en todos los monasterios del imperio.
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Lombardos
Los lombardos eran pueblos germánicos establecidos en el norte de Italia en torno al 568.
Fueron convertidos al cristianismo en 653 e integrados en el imperio en 774.
Es la época de pontificado de Gregorio el Grande (590 – 604)
En esa época, el edificio de culto estaba orientado, tenía las naves separadas por intercolumnarios, eran luminosos y disponían de nártex columnado. Su supervivencia estaba garantizada por la simplicidad de las formas y la facilidad de la factura.
A partir de la herencia y de las influencias recibidas del Exarcado de Rávena, los lombardos desarrollan un estilo que incorpora arcuaciones ciegas como elementos decorativos, sustitución de pilares por columnas y un sistema de construcción especializado en el abovedamiento, aunque no aporten importantes cualificaciones en su desarrollo. Estamos en torno al año 800 y de su estilo se derivará el románico internacional.
Inicialmente, el arte lombardo se expadirá hacia Dalmacia, Valle del Rhin y Hungría, y también hacia el sur de Francia y a la Marca Hispánica (la Cataluña de la época, que englobaba partes del sur de Francia y entre ellas el Canigó).
No es una expansión por adopción sino por impulsión, el arte es aplicado a nuevas iglesias y monasterios, convertidos en instrumentos de la política papal, por los “Magistri Comacini” (los maestros de la zona del lago de Como) .a los que sólo ocasionalmente ilustrarán los “architekton” puesto que, de acuerdo con las prácticas de la época, el saber de los magistri comacini está basado en su experiencia, es un saber empírico. Serán capaces de levantar el edificio a la vista de los planos básicos.
A los magistri comacini les acompañan los canteros, denominados “lombardos” y demás auxiliares, formando cuadrillas itinerantes.
Llegan a la península ibérica y se encuentran con una Marca Hispánica en auge que les permite la realización de un alto número de iglesias en simultaneidad con lo existente, y con las construcciones “mozárabes”, pero especialmente encuentran una tecnología de abovedamiento de cañón desconocida por ellos. Su fusión dará pie al Primer Románico Catalán de los que San Martín del Canigó, San Miguel de Cuixá y sobre todo, Ripoll, quedarán como muestra.
El uso de temas apocalípticos tallados en relieve en las portadas eclesiásticas se inició en Cataluña a principios del siglo XI, y con ello uno de los capítulos más brillantes de la historia de la escultura, pero también se inició en Cataluña la aplicación de decoraciones figurativas en las arcadas de los claustros.
Taller de La Losa
(basado en diversas obras de la Biblioteca del Círculo)
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