Arquitectura civil románica
No sólo peregrina |
En el románico, la aparición de monumentales obras civiles, otras que puentes y domjones tratados en otros capítulos, no vinculados a la peregrinación jacobea, tiene carácter de excepcionalidad.
Las villas sólo han iniciado su proceso de desarrollo y la mayoría de la población campesina habita en infraviviendas, quizás en el cantábrico astur galaico alguna casa de abolengo inicie un tipo de vivienda señorial que se desarrollará posteriormente, mientras que los nobles residen en sus castillos y los monjes en los monasterios. Sólo ocasionalmente encontraremos viviendas en villas nuevas, como Sepúlveda ó Zamora por ejemplo, que puedan ser tildadas de románicas, aunque bien es cierto que pueden encontrase pueblos como Siurana en el Priorato, ó Alquézar en Huesca en los que se conserva la estructura y arquitectura medievales. Es ésta una arquitectura local muy distante de la desarrollada en otros lugares de Europa en esa época.
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Junto a aquellas infraviviendas, también hay palacios, como el Palacio de los Reyes de Navarra en Estella de un estilo románico tardío, construido a finales del siglo XII y único ejemplar de arquitectura civil románica de Navarra que nos queda, rindiendo así homenaje al desaparecido palacio supuestamente existente en el entorno de la Capilla de Echano.
Palacio de nobles el de los Mansilla de Segovia que menoscaba los restos románicos en el interior del Alcázar de esa ciudad y palacio el de La Paería de Lleida construido a principios del siglo XIII con cinco ventanales divididos en tres partes y en el interior un patio cuadrado con arcos de medio punto, restaurado a finales del siglo XIX, y en Galicia, el Palacio de los Enríquez de Allariz en Ourense.
Pero si de palacios se habla, no debe omitirse el del arzobispo Gelmírez en Santiago, justificado por la importancia de los excepcionales peregrinos reales y de los frecuentes caballeros importantes a los que había que atender debidamente al finalizar su peregrinación. Con fachada austera, pero en el interior con niveles de lujo inspirados en la Corte y estilo acorde con su adyacente y bien comunicada catedral, el arzobispo supo hacerse entre los siglos XII y XIII con una residencia acorde con su pretendida importancia.
Aragón no se queda tampoco sin su palacio románico del siglo XI, aunque en esta ocasión el "Palacio del Rey" provenga de una adaptación de un edificio militar construido en la primera mitad del citado siglo. Nos referimos al Palacio de Biel, donado todavía como castillo por Sancho Galíndez a Sancho Ramírez, quien lo dona a su esposa Doña Urraca una vez transformado y que, como con ella es también ocupado por sus hijos con posterioridad.
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La gran obra civil en el románico está relacionada con la peregrinación, con sus necesidades. Además de los puentes, los peregrinos precisaron hospitales.
La palabra hospital no hay que entenderla en el sentido actual del término sino en su sentido etimológico. El hospital es el lugar donde se practica la hospitalidad. Eso quiere decir que el hospital medieval tiene tres funciones: hospicio para los mendigos, hotel para los peregrinos y hospital (en sentido actual) para los enfermos. Así lo prueban las palabras del obispo Pelayo al fundar un hospital en León para atender a «todos los pobres, cojos, ciegos, mudos y peregrinos de las demás provincias que buscan hospitalidad en el temor de Dios».
A partir del siglo XI, al hacerse masiva la peregrinación, los monasterios se vieron desbordados por tal afluencia, hasta el punto de tener que atender en todas las horas del día a los caminantes, impidiendo el normal desarrollo de la vida monástica. La solución vino a través de los hospitales, instituciones dedicadas a la hospitalidad, muchas veces dependientes del monasterio. Cofradías de peregrinos fundaron más de 200 hospitales en Francia y más de 30 en Navarra. Las cofradías gremiales también fundaron hospitales. Destacaron las de zapateros, que fundaron hospitales en Oviedo, Tudela y Estella. En Oviedo también fundaron hospitales los sastres, carpinteros, peleteros, hortelanos y herreros. Con las cofradías y otros fundadores llegaron a existir 32 hospitales en Burgos, 25 en Astorga, 17 en León, 68 en Navarra. Incluso en un centro secundario de la ruta, Oviedo, hubo 11 hospitales. De los que subsisten, merecen destacarse
el Hospital de San Blas en Olorón, construido en 1.148 y hoy transformado en iglesia, primer hospital del Camino en la región de los Pirineos.
El Hospital de Cervelló en Olesa de Bones Valls fundado en 1.262 para peregrinos procedentes de Barcelona, con su medusa romana del siglo II en plena fachada.
El Hospital de Santa Cristina de Somport
El Hospital de Nájera, fundado por Don García de Navarra en 1.052
El Hospital de San Juan de Acre de Navarrete (La Rioja) con una interesante portada románica con motivos jacobeos, y
El Hóspital de Órbigo, quizás el más importante, junto a su famoso puente y que dio origen al pueblo que lleva su nombre.
Junto a los que hay que mencionar las recientemente halladas ruinas de un hospital románico a medio camino de la senda del Besaya que usaban peregrinos y otros viajeros en su adentramiento desde los puertos cántabros occidentales, y, ajeno a la peregrinación,
El Hospital románico de L’ Espluga de Francolí en Tarragona.
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La lista de construcciones civiles románicas termina en el apartado de grandes obras con las torres. Torres ocasionalmente usadas como cárcel, como la Torre de Doña Urraca de Covarrubias en Burgos.
Pero no sólo de grandes obras vivió el románico, su estilo, su arquitectura lo podemos encontrar también en un sin fin de pequeños elementos como las fuentes, los abrevaderos, los molinos, los pozos y los exconjuraderos.
“La fuente románica tipo es un pequeño edificio abovedado, de forma alargada, con aspecto de templete por su remate triangular, abierta mediante uno o dos arcos de medio punto, que cobija una piscina enlosada -rectangular o circular- para remansar las aguas del manantial donde se ubican” Arteguías.
Por mencionar algunas de ellas, citaremos Enate (en Huesca), Fresno de la Fuente, Artáiz y Ontiñena.
Los exconjuraderos o esconjuraderos, algunos de los cuales han pasado a ser iglesias, pueden ser de dos tipos: de tormentas y de otros males. Éstos eran lugares para “echar los demonios del cuerpo”. Abundantes en las localidades de la sierra de Guara, parece que sólo existieron en Aragón, donde parecen haber caido en desuso. Quizás el más interesante sea el de Guaso, de planta cuadrada, de mampostería y piedra sillar, tiene cuatro arcos de medio punto. Además de en Guaso se pueden encontrar esconjuraderos en Guara, Alquézar, Ainsa y otras poblaciones. No está clara la fecha de aparición de los esconjuraderos, si fueron o no románicos, la mayoría de las citas posponen su construcción al siglo XVI, fecha que parece tardía para este tipo de creencias, máxime teniendo en cuenta su similitud conceptual con los "comunidors" catalanes existentes en la zona de Bagés, considerados medievales. Hay comunidors en Fontcoberta, Soras, Porqueras, Serinyá y Crespia al menos.
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La construcción civil estalla con el gótico en toda la Europa románica, pero el presente documento no puede cerrarse sin mencionar la emblemática Torre de Londres, ni las viviendas románicas en la villa de Cluny.
Taller de La Losa
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