La intervención cluniacense y la premonstratense
Al tomar Toledo, Alfonso VI se encuentra con la siguiente situación relacionada con los ritos:
De una parte, la ciudad se despuebla y los mozárabes ganan peso relativo además de recibir una gran cantidad de mozárabes desde otras ciudades todavía bajo el Islám. Son mozárabes deseosos de practicar el rito visigótico que se oponen al cambio efectiva y radicalmente, precisamente en la capital civil y eclesiástica de aquel antiguo reino. Y, de otra, no dispone de recursos ni personales ni de otra naturaleza (libros etc) que le permitan practicar la nueva liturgia; de hecho, los libros primeros son enviados desde Sahagún, de donde procede el primer obispo, cluniacense, francés, encargado de la Diócesis. (Nota: A los efectos de desarrollo del tema se hace constar que en el recorrido hasta la ciudad toledana no se han realizado fundaciones en la diócesis).
Se omiten, a efectos prácticos, las diversas vicisitudes, que incluyen la oposición interna entre monjes en el mismo cabildo catedralicio, por las que transcurre la implantación en Toledo capital y que son detalladamente descritas en el libro de referencia precitado, que conducen al fracaso relativo de la orden cluniacense en su cometido reformador en esta ciudad de Toledo, cometido que sólo será conseguido con la intervención de nuevas órdenes.
A pesar de ello, se consiguen realizar las siguientes fundaciones de rito romano en la diócesis: El monasterio de San Servando en las afueras de Toledo, de iniciativa real, asignado a la orden de San Victor de Marsella, dependiente de Marsella y marginado de los cluniacenses de la Catedral y que por concurrencia de la muerte del abad en 1108 y del ataque de los almorávides tuvo vida efímera siendo finalmente asignado a los canónigos que ocupaban Santa Leocadia. Fundaron también los cluniacenses el Monasterio de San Martín de Madrid, hoy desaparecido, “…siendo éste el único caso de vida monástica cluniacense fuera de la ciudad imperial en este momento.” (sic) y también se fundaron en la diócesis tres monasterios femeninos: Santo Domingo de Silos, San Clemente y Santa María ó San Pedro de Alficén.
Ya en la segunda mitad del siglo XII, los premonstratenses realizan su única fundación en Toledo, la de Santa Columba. En la ciudad Santa Leocadia es elevada a la categoría abacial y fuera de la ciudad, en 1152-1153, ya en época de Alfonso VII, los cluniacenses fundan un último y tardío enclave en Batres, actual Comunidad de Madrid.
En resumen, el análisis de los hechos nos corrobora la nula relación existente entre Cluny y nuestro monasterio de La Cabrera, confirmando así lo que las piedras nos dicen.