Vía Podiensis
por Vanessa Montesinos (UAM) |
VIA PODIENSIS
Esta ruta comienza en Le Puy-en-Velay, a esta localidad francesa han llegado los peregrinos provenientes de Suiza y Alemania, por la vía Gebennensis. Esta vía nace gracia al obispo de esta ciudad: Gotescalco, que inició su peregrinaje a mediados del siglo X, convirtiéndose en el primer peregrino no hispánico.
Le Puy-en-Velay, era un lugar de peregrinaje mariano, que se convirtió en cabecera de una de las rutas del Camino de Santiago. La catedral de Notre Dame, se construyó sobre la Rocher Corneille, en el siglo XI, planteándose una nave con colaterales, de cuatro tramos y bóvedas de medio cañón, un gran transepto abovedado provisto de grandes tribunas y un amplio coro semicircular al interior y recto al exterior, flanqueado por dos capillas. El crucero se cierra con un cimborrio octogonal, como las cúpulas que cubren la nave, elevadas sobre trompas, mientras que el transepto y la cabecera lo hacen con bóveda de cañón. En el siglo XII se alarga la nave formando un pórtico, cuya fachada está hecha con arenisca blanca y brecha volcánica negra y roja, está formada por tres órdenes: el inferior compuesto de tres altas arcadas que se abren al pórtico, y que corresponden con las naves interiores; por encima hay tres ventanas centrales que iluminan la nave y se culmina con dos espadañas y un remate a piñón. Esta alternancia de colores nos recuerda al mundo musulmán. En el transepto sur, hay otro pórtico. Igual que la fachada, el claustro tiene las cuatro pandas coloreadas, empezó a construirse en época carolingia y se alargó hasta el siglo XII
Hasta nuestros días ha llegado la inscripción con el nombre del tallista de las puertas de madera: Geoffroi, sobre la juntura de la puerta izquierda puede leerse: "Gauzfredus me fecit".
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A lo largo de este camino, atravesaremos el puente románico de Espalion: el Pont Vieux, del siglo XI, sobre el río Lot, es similar al que encontramos en Puente la Reina (Navarra), un puente de lomo de asno con cinco ojos, siendo el central más ancho.
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Nuestra siguiente parada es en la abadía de Conques, antiguo monasterio carolingio que fue reformado en el siglo XI (1065) con motivo del traslado de los restos de la Santa y la llegada de los peregrinos para venerar sus reliquias. La abadía de la Sainte Foi se convirtió desde entonces en parada del Camino francés de Santiago. Fue iniciada entre los años 1041-52, por el abad Odolric. Antes de su muerte en 1065 las obras de la cabecera fueron finalizadas, pero las naves no se completarían hasta el siglo XII. La cabecera se proyectó con cuatro capillas escalonadas, pero durante los trabajos en la nave, se varió a un ábside con deambulatorio y capillas radiales.
Estamos ante un templo de planta de cruz, cuya nave es más corta que el transepto, a causa del desnivel del terreno. Las torres de la fachada occidental se reformaron en el siglo XIX, la portada se remata en piñón y posee un gran programa iconográfico, además de conservar la policromía original.
La cabecera se realizó con tres pisos, un deambulatorio cubierto con bóveda de arista y tres capillas semicirculares, entre ellas se abre una ventana. La tribuna no está abierta, sobre ella se ubica una hilera de ventanas, que ilumina el altar. Los brazos del transepto se dividen en tres naves. El alzado de la nave, tiene dos pisos, uno formado por arcadas y el otro por tribunas altas con vanos bíforos. Se cubre con bóveda de cañón, sujeta por pilares cruciformes. Encima del crucero se levanta una torre octogonal de dos pisos, cuyos vanos iluminan el interior del templo.
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En la portada occidental, nos encontramos con un tímpano en el que se desarrolla el tema del Juicio Final. El escultor limita la proporción de Cristo, aunque la usa como punto central. Tiene tres registros horizontales de diferente altura. En el dintel y el registro central se representa el Infierno y el Paraíso, Justos y Condenados. En el registro alto se representa la Cruz flanqueada por las representaciones del sol y la luna (testigos del sacrificio), y dos ángeles que giran la cabeza hacia fuera y hacen sonar sus trompetas. También hay otros dos ángeles que portan un clavo y una lanza (símbolos de la Pasión) respectivamente. La cruz tiene una doble simbología: triunfante (la usan los reyes) y el sacrificio, que es lo que vemos representado. Cristo está policromado, tiene la yaga abierta del costado, está sentado en un trono y rodeado de estrellas, la mano izquierda señala el Infierno y la derecha la Bóveda Celeste. En su lado derecho vemos al cortejo de los elegidos que avanzan hacia él: María y san Pedro, que aparecen con una aureola, siendo seguidos por algunos personajes de importancia en los primeros tiempos de la historia de la abadía de Sainte-Foi de Conques: el abad Dadon (su fundador), y Carlomagno (su benefactor). Debajo, podemos contemplar a la Santa bajo la mano de Dios, junto a unas cadenas de prisioneros a los que ella ha liberado. A la izquierda unos ángeles armados con espadas y protegidos con escudos, rechazan a los condenados que intentan escapar del Infierno.
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En el nivel más bajo, vemos el Paraíso, con Abraham en el centro, teniendo a su derecha un ángel que permite la entrada a los elegidos y, a su izquierda, un demonio que arroja a los condenados a las fauces del infierno. El infierno, presidido por Satanás, donde se castiga a los pecados capitales. En el dintel puede leerse la siguiente frase: «Pecadores, si no cambiáis vuestras costumbres, sabed que sufriréis un juicio temible».
La construcción del claustro fue realizada por el abad Bégon III, a caballo entre los siglos XI y XII. Quedan seis vanos geminados y algunos capiteles en la panda oeste; en el centro.
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Salimos de Conques para dirigirnos a Figeac, donde encontramos dos templos: uno la catedral de Saint-Sauveur, semejante Saint-Sernin de Toulouse o Sainte-Foi de Conques, dotada de una triple nave, de un gran crucero, de un deambulatorio y de un ábside a capillas radiales. Y el otro es la iglesia de Notre-Dame du Puy, de fábrica románica, a lo largo de los siglos ha variado su estructura, actualmente es la sede de una hermandad del Camino de Santiago.
En Cahors veremos la catedral de Saint Etienne, fue construida por el obispo Geraud de Cardaillac en el siglo XI. En 1119 la consagró el papa Calixto II, aunque las obras finalizaron en 1135.
El esquema que sigue se compone de una nave carente de transepto, con dos cúpulas de bajos tambores, sostenidas sobre pechinas, arcos apuntados y pilares macizos de sillería, con el espacio interior prolongado en un ancho ábside abierto con tres capillas radiales. Posee una portada románica, que fue trasladada a la fachada norte en el siglo XIII, destaca su tímpano, que nos anuncia lo que será el gótico, el tema es la Ascensión de Cristo. La figura de Jesús aparece en el centro, de pie, con la mano derecha levantada en un gesto de bendecir y en la izquierda lleva una Biblia, está rodeado por una mandorla y sobre él aparecen cuatro ángeles. Le flanquean otros dos ángeles y a su lado se nos narran pasajes de Saint Etienne. En la parte baja aparecen los apóstoles cobijados por unos arcos polilobulados alrededor de María. En el lado izquierdo se ha representado el escultor de la obra. En una arquivolta exterior podemos apreciar escenas de caza y los vicios y las virtudes.
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Nuestro pasos nos encaminan hacia Moissac, donde encontraremos la abadía de Saint Pierre. Fundada en el siglo VII, fue saqueada por los musulmanes tras ser derrotados en la batalla de Poitiers, e incendiada en el año 1042. La abadía va a estar ligada en 1047 a Cluny y se convertirá, desde el siglo XII, en el más eminente centro monástico del sudoeste de Francia. Lo más destacado son sus esculturas románicas, que encontraremos en la portada sur y en los capiteles del claustro, que fue reconstruido durante el gótico y que conservo sus primitivos capiteles.
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En el tímpano se nos relata la visión de San Juan del Apocalipsis. Se construyó entre 1110-30, y en él vemos a Cristo como figura central, entronizado, con un libro y bendiciendo, coronado con el nimbo crucífero. Está rodeado por los símbolos de los evangelistas y por dos ángeles, que con su ordenación forman la mandorla. Aparecen los veinticuatro Ancianos, que simbolizan los libros del Antiguo Testamento, se distribuyen en tres grupos, rodeando la imagen central. La escena se recrea al modo de la miniatura carolingia, salvo que los personajes aparecen más apretados. La figura de Cristo es de mayor tamaño, los rostros le miran, resaltando su imagen. Los personajes están tallados en diferentes bloques de piedra, reutilizada. En el dintel se representan las ruedas de fuego que simbolizan el fuego infernal del Apocalipsis.
El parte- luz se desarrolla en un bloque monolítico de mármol, cuya cara frontal se divide en tres parejas de animales fantásticos (una especie de leones), que se entre cruzan. En las jambas, que al interior presentan un perfil dentado, formando olas; están San Pedro y el profeta Isaías, cuyas cabezas, miran hacia dentro. Lo mismo sucede con las figuras que están en los lados del parteluz: San Pablo, que pisa un monstruo y el profeta Jeremías, porta una filacteria, con una inscripción donde se anuncia la Encarnación. De esta manera se introducen las escenas del lado derecho del pórtico. De abajo a arriba tenemos: Anunciación, Natividad (más alargadas); Visitación, Adoración de los Magos y la Huida a Egipto. En el lado contrario está la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón.
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Una inscripción nos permite fechar el claustro en 1100, es el primero en el que aparece historias bíblicas y otras escenas en sus capiteles, además tenemos diez relieves de mármol en los pilares angulares. Las cuatro galerías están cubiertas con madera y se abren al jardín central con arcadas de medio punto que se apoyan en columnas de mármol, alternándose las simples y las dobles. En los ángulos y en medio hay grandes pilares cuadrados hechos de ladrillo y recubiertos con placas de mármol. En los machones se representa a los Apóstoles: sólo 8 de ellos, ya que los otros cuatro estaban ubicados en el baldaquino que cubría la fuente y que hoy día no se conserva. En el pilar del centro de la galería oriental, frente a la sala capitular, está retratado el abad Durand, que fue el que introdujo la reforma eclesiástica, aparece nimbado, lo que significa que fue beatificado. Los capiteles están labrados por sus cuatro caras y en ellas vemos temas del Génesis, la Infancia de Cristo y otras escenas bíblicas, además de temas vegetales, zoomorfos y otros figurativos.
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Antes de llegar a Ostabat, pararemos en Aire-sur-l´Adour, su iglesia de Sainte Quitterie, está emplazada sobre los restos de lo que fue un templo romano dedicado a Marte, a la salida de la ciudad. En el siglo XI, el obispo d"Aire les donó a unos monjes benedictinos, el terreno en el que descansaban los restos de la mártir Quitterie. Durante las guerras de religión, los edificios fueron seriamente dañados. Hoy día vemos un edificio gótico con cabecera románica. Ésta se construyó en el prolongamiento de la cripta, que consta de un ábside flanqueado por dos capillas laterales y un sarcófago de mármol blanco (siglo IV) con la sepultura de la joven princesa mártir: Sainte Quitterie. Accedemos a ella por la absidiola sur. En la cabecera quedan algunos capiteles originales.
Es el momento de que estas tres rutas se unan en Ostabat. Los peregrinos acudían juntos a la última localidad francesa antes de pasar a la Península: San Juan Pie de Puerto. Se accedía por la puerta románica de Saint-Jaques, hoy día desaparecida. El siguiente punto era Roncesvalles, ya en suelo navarro.
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