"...Lo anterior, no obsta, para que la historia recuerde estos anacronismos durante mucho tiempo, como ejemplo en cuales instruir a los estudiosos del medievalismo, en una llamada de atención con múltiples referentes, especialmente en el mundo académico y de la investigación, en el que no estará de más velar por las palabras de Bachelard, en relación con el discurso estético y la teoría como conjunto de actitudes. Además, de no corregirse estas actuaciones. las arbitrarias pretensiones fundamentarán a la postre la pérdida de credibilidad de manera absoluta de los historiadores futuros, afectando al resultado del resto de sus estudios de investigación, que paulatinamente se irán incorporando desde esta perspectiva, devaluándose por los motivos expuestos, tanto como los propios investigadores que tropiecen con la burda trampa.
Y es que, de la exhaustiva interpretación de los textos originales -únicos por otro lado en los que podemos ampararnos-, mientras no aparezcan otros que los desvirtúen, no podrá ni siquiera intuirse jamás, la existencia de una sola Escuela Catedralicia que albergase una sede de traductores, ni en Toledo tampoco, al menos entre los siglos X-XIII.
Tan solo, que un grupo de traductores internacionales operaron en diversas regiones, tal vez la más prolífica, la del valle del Ebro, lo único que puede desprenderse de la correspondencia de Pedro el Venerable.
Una lección de la ciencia de investigación epistemológica que es necesario, en todo caso, no olvidar jamás."