Agosto 2013 Britania Anglosajona
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Britania Anglosajona
Todos hemos oído hablar del Tapiz de Bayeux, un lienzo bordado en el que se relata la conquista de Inglaterra por parte de los normandos, finalizada en 1066 con la Batalla de Hastings, cuando Guillermo el Conquistador invadió la Isla. Algunas fuentes sitúan su origen en el taller de la Reina Matilde, esposa de Guillermo, en Caen. Este tapiz, es una fuente documental sobre el modo de vida y costumbres, de los normandos y los pobladores de Inglaterra: conozcamos un poco más a los anglosajones.
Cuando en el siglo V comenzaron las migraciones germánicas hacia la Isla, se encontraron con que entre sus habitantes ya había germanos. Éstos formaban parte de las Legiones romanas, que los contrataban para reforzar sus tropas, se les denominaba foederati. Todos ellos se quedaron en Britania cuando desde Roma, se hizo llamar a las legiones para defender el decrépito Imperio de los ataques de los pueblos bárbaros. Estos soldados pasan a formar parte de la guardia de la nobleza celta y de los romanos que se quedaron en la Isla. Abandonada a su suerte, parte de estas tropas emprendieron una labor colonizadora por las tierras del sur, desde Yorkshire a Kent, para continuar extendiéndose por el interior.
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Así que cuando las primeras oleadas de pueblos germanos: anglos, sajones y jutos, llegaron a las Islas, se encontraron allí establecidos, con frisones y francos, tal y como nos cuenta el monje Beda en su Historia Eclesiastica Anglorum. Estas nuevas migraciones, lejos de arrasar las poblaciones existentes, se fundieron con ellos, creando una nueva cultura y una sociedad, donde el elemento germánico fue el predominante. En un primer momento, estas poblaciones eminentemente rurales y con una economía de autoabastecimiento, se dedicaron a la agricultura y la ganadería y abandonando todo lo que los romanos habían realizado: calzadas, infraestructura viaria y ciudades. Merece la pena señalar, que los asentamientos de estos pueblos se han encontrado cerca de ciudades romanas, que probablemente sirvieron de cantera; a pesar de todo se mantuvieron York, Londres o Wroxeter.
Todo este periodo se caracteriza por épocas de lucha, seguidas de temporadas de paz de nuevo luchas. Así sucedió en torno al año 500, tras la batalla del Monte Badón en la que las fuerzas romano-britanas vencieron a las tropas anglosajonas, se atribuye esta victoria al legendario rey Arturo. Tras unos años de paz, los anglosajones retomaron su labor colonizadora apoderándose de Sussex, Kent, Anglia Oriental y parte de Yorkshire; mientras los Sajones Occidentales fundaron un reino en Hampshire bajo el mando de Cerdic en torno a 530.
Alrededor del año 600 se creó un nuevo orden de reinos y subreinos, de los que destacan: Wessex, Anglia oriental, Mercia y Northumbria; como los principales, y tres menores: Kent, Sussex y Essex. Algunos historiadores han denominado este periodo como Heptarquía, aludiendo a los siete reinos citados, pero la historiografía moderna señala que hubo más reinos importantes, así que se está desechando el uso de este término.
Tanto el siglo VII como el VIII se caracterizan por periodos de luchas entre los reinos para obtener el poder. Si a finales del siglo VI, Ethelberto de Kent es el monarca más fuerte, a su muerte el poder se trasladará hacia el norte: al Reino de Northumbria, que ocupaba poblaciones costeras, muchas de ellas habitadas por piratas y asentamientos en el sur de Escocia; y al Reino de Mercia, sobre todo en la persona de su rey. Offa (757-796) fue el primero que se proclamó rey de los anglosajones, ya que logró dominar los reinos de Northumbria, Wessex y los territorios al norte del río Humber. Es quién mandó construir la muralla que lleva su nombre, en la frontera entre Gales e Inglaterra.
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A principios del siglo IX, la hegemonía de Mercia se ve mermada en detrimento del reino de Wessex. Será en este siglo cuando los vikingos daneses, tras años de pillaje en las costas británicas, se internen por el estuario del Támesis y se apropien de territorios como East Anglia, Northumbria o York. En este momento surge la figura de Alfredo el Grande (871-899), gracias al cual el carácter aislacionista de Inglaterra quede a un lado para comenzar los contactos con el Continente. Alfredo supo manejar su inferioridad perfectamente, en un principio logró que los vikingos respetasen sus territorios, lo que le dará la oportunidad de seguir avanzando y controlar Mercia. Percatados de la estratagema, los vikingos atacan Wessex en 878, esta vez Alfredo acepta que ocupen parte de la Isla. Ésta derrota, le hace ganar tiempo, para desarrollar una estrategia que le lleve a asentar las bases de un reino unificado y crear un ejército que logre expulsar a los vikingos daneses de suelo britano. Su poder se va extendiendo y va ganando ciudades y territorios, donde construye ciudades de nueva planta, todas ellas fortificadas, con fines defensivos y comerciales. El reino de Wessex alcanza su máximo esplendor a finales de su reinado. Su nieto Athelstan será considerado como el primer rey de lo que hoy conocemos como Inglaterra.
Después de un periodo de bonanza y tranquilidad, las oleadas de ataques danesas volvieron en el siglo X. En 1016, Cnut vence al soberano de las Islas: Edmund, hijo de Ethereldo II y su primera esposa, Elgiva; ambos firman un tratado por el cual Edmund gobernará en Wessex y Cnut en el resto de territorios. Un año después, Edmund muere en extrañas circunstancias y el danés se hace con el gobierno de todo el reino, dividiéndolo en cuatro condados gobernados por jefes daneses, salvo en Wessex donde pone a la familia inglesa de Godwin. En 1018, tras el fallecimiento de su hermano, Harald II, rey de los daneses, Cnut regresa a su Dinamarca natal a reclamar el trono que le corresponde.
En cuanto el poder danés desaparece de Inglaterra, se proclama rey a Eduardo, hijo de Ethereldo II y, su segunda esposa, Emma de Normandía, hija del duque Ricardo I de Normandía.. Eduardo, apodado el Confesor, por el apoyo que dio en su reinado a la Iglesia Católica, fue quien introdujo el feudalismo en tierras inglesas. Para unir fuerzas, se le casa con una hija de Godwin, conde de Wessex y Kent, traslada la corte a Londres y se rodea de consejeros normandos, ya que había sido educado en Normandía.
Eduardo fallece sin sucesor, en enero de 1066, su trono se lo disputarán tres candidatos: Harold Godwinson, cuñado de Eduardo; Harald Hardrada, hijo de Cnut el Grande y Guillermo de Normandía, primo de Eduardo, a quién se cree le había prometido el trono.
Tras casi un año entero de luchas, el 14 de octubre de 1066 el ejército normando de Guillermo venció en la batalla de Hastings. El día de Navidad de ese mismo año, fue coronado rey en la abadía de Westminster.
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CRISTIANISMO
El cristianismo se introduce en las Islas en el siglo II, y en el siglo IV ya está asentado en las Islas, ya que al Concilio de Arlés (314), acuden tres obispos británicos y Albano se convierte en el primer mártir britano. Estos primeros cristianos forman parte de la “aristocracia” existente, mientras que el pueblo, continúa con sus creencias paganas.
A finales del siglo IV aparece la figura de Patricio, hijo de un oficial romano cristiano, es hecho prisionero por unos piratas irlandeses y allí será llevado. Tras ser vendido como esclavo, logra escapar y comienza a predicar el Evangelio por estas tierras, esta cultura celta cristiana se transmitiría a Inglaterra durante el siglo V. A Escocia llegaría San Columba, quien convertiría a los pictos en el 563 y es el fundador del monasterio de Iona.
A su vez, la curia romana también lleva a cabo una labor evangelizadora. A finales del siglo VI llega a Kent, Agustín de Canterbury, va acompañado de 40 monjes benedictinos romanos y el Gregorio I le ha encomendado la misión de convertir al cristianismo a los anglosajones. A mediados del siglo VII San Aidan funda un monasterio en la isla de Lindisfarne.
Debido a estas dos corrientes cristianas: la irlandesa y la romana, se convoca el Sínodo de Whitby, en la capital del reino de Northumbria, en 664, en él se pretendía establecer la dirección religiosa a tomar. El rey de Northumbria, Oswy, preguntó a unos y a otros a quién obedecían, los romanos contestaron que al Papa, que era la representación de Dios en la tierra. Al hacerles la misma pregunta a los irlandeses, ellos no pudieron dar una respuesta similar, por lo que decidió seguir la doctrina eclesiástica romana, con una rígida jerarquía, en detrimento de la red de monasterios irlandeses que carecían de un superior jerárquico visible. A pesar de este revés, los monjes irlandeses continuaron su misión evangelizadora.
A finales del siglo X se llevó a cabo una reforma monástica a cargo de Dunstan de Canterbury, Ethewold de Winchester y Oswaldo de Worcester; que consistía en una renovación benedictina, al igual que estaba sucediendo en el continente, que contribuirá a la restauración de monasterios y a avances culturales en la sociedad británica.
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ARQUITECTURA
Muchos templos anglosajones fueron arrasados tras la conquista de Guillermo, algunos han cimentado las iglesias normandas. Así que no podemos hablar de un edificio completo, sí de yacimietos arqueológicos o bien remitirnos a las fuentes escritas como: la Historia Eclesiastica Anglorum del monje Beda o la Crónica Anglosajona. Estas construcciones eran en su mayoría de madera, se han hallado restos de troncos hendidos en el suelo, cubiertas con techos de paja. No será hasta el siglo IX cuando los cimientos sean más sólidos. Tienen una estructura básica de nave rectangular y presbiterio de testero recto, a veces se añadía una torre, bien de planta cuadrangular o circular, que podía ir adosada al templo o no. Estos primeros templos tienen fuertes influencias celtas y romanas, su planta se asemeja a la de sus basílicas. Son poco elaborados en su construcción, sabemos por un texto de Beda, que en el siglo VII se hicieron venir del continente albañiles y artesanos para que se edificaran templos, ya que la población autóctona no conocía la forma de construir/trabajar en piedra. Comienzan a aparecer los templos de planta compartimentada, como la catedral de York (VIII), que tenía treinta altares, de los que algunos sobrevivieron como edificios pequeños independientes. La catedral de Glastonbury también tenía esta planta, sus cimientos se remontaban a la Antigüedad y a ellos se les fueron añadiendo pequeños elementos construidos en piedra con cubierta de madera: una nave y un pórtico hacia el año 700 y un nártex, presbiterio y pórtico lateral antes del 900. Posteriormente, san Dunstan añadió dos pórticos laterales y una torre al este de la iglesia y una capilla-torre exenta, en el lado oeste. Tras la reforma benedictina, aumentó la actividad constructiva, se sabe que la catedral de Canterbury se reconstruyó con ábsides contrapuestos y dos pórticos laterales. En los años finales de predominio anglosajón, podemos destacar el uso de pilastras sin capitel, arcadas ciegas, formas moldeadas y aberturas de forma triangular.
En la actualidad a penas quedan restos de templos cuyo origen sea anglosajón, a veces encontramos algunas partes que ocupan una proporción muy pequeña en comparación con el edificio. Pero lo que sí sabemos es que no hay dos templos exactamente iguales. Aunque todos ellos tienen un lenguaje arquitectónico común, en cada iglesia encontraremos elementos establecidos que crean una expresión arquitectónica local. Esta independencia es coherente con el carácter descentralizado del panorama político y eclesiástico anglosajón. Así, mediante la comprensión de todas estas variaciones, es posible entender la Iglesia anglosajona como institución inscrita dentro del cristianismo pero centrada en su misión local. Destacaremos algunos templos de los que conservan parte de su origen anglosajón: el arco triunfal de las iglesias de Todos los Santos de Brisworth y la Trinidad de Bosham; las torres de Earis Barton y la de Sompting y la nave de madera de San Andrés de Greensted-Just-Ongar. Otros templos de los que hay noticias de su existencia son: San Lorenzo en Bradfort-on-Avon y San Juan de Escomb.
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ARTE
Podemos hacer una distinción en dos periodos, teniendo como límite el reinado de Alfredo el Grande (finales IX), gran promotor del resurgimiento de saber y las artes. Las piezas anteriores a su reinado, están influenciadas por lo autóctono: lo celta, y lo germánico, procedente de los pueblos invasores. Posteriormente, y gracias al contacto con el continente, el arte anglosajón cambia, pero no pierde su identidad propia. Pocas piezas han llegado hasta nuestros días, debido en parte a los frecuentes saqueos sufridos y también a la posterior reforma eclesiástica que promovió Enrique VIII (siglo XVI), que con la disolución de los monasterios hizo que muchas piezas de materiales preciosos fueran fundidas. Así que las pocas piezas con las que contamos, son aquellas encontradas en tumbas o que escaparon al saqueo. Se trata de ejemplares que pertenecen a orfebrería y metalistería, manuscritos iluminados, piezas de eboraria y textiles.
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-Orfebrería y Metalistería- a pesar de los múltiples saqueos que sufrieron los templos anglosajones, han llegado a nuestros días algunas piezas muy interesantes de orfebrería, que destacan por su brillo y color. Las piezas de metalistería, de clara influencia germánica, se han encontrado sobre todo en los enterramientos, recordemos el reciente descubrimiento del tesoro de Sutton Hoo (siglo VII). Las primeras piezas encontradas, son de clara influencia celta, en ellas vemos diseños de astros con rayos curvos, entrelazos, nudos, espirales y cruces, de formas suaves y trabajadas con el cincel. Desde mediados del siglo IX la manera de trabajar cambia, las formas redondeadas se vuelven angulosas, duras y planas, se trabaja por medio de la incrustación de niel (compuesto negro) sobre plata como motivo decorativo, recibe el nombre de estilo Trewhiddle, por el tesoro encontrado en esta localidad de Cornualles. Es reconocida en el continente, la pericia de estos artesanos, que a partir del siglo IX, se les encargarán trabajos en las diferentes cortes europeas.
-Arte Textil- en su mayoría las piezas textiles, tanto religiosas como laicas, eran realizadas por mujeres, aunque los diseños podían corresponder a otras personas. Las piezas de más lujo, halladas en enterramientos, estaban hechas en seda, que mandaban traer de Bizancio, seguían la técnica del Opus Anglicanum, en la que se usan hilos de oro o plata y piedras preciosas incluidas con varios tipos de costura. Pero lo normal era que se empleara lino, cuyo fondo claro permite que se distingan las escenas que sobre ella se representan. Hay dos técnicas predominantes: el punto de tallo, para los contornos, y el punto de couchage, para el relleno.
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-Eboraria y Miniatura- ambas labores están muy relacionadas debido a la producción de libros de lujo, que en su mayoría llevaban piezas de marfil en sus tapa- cubierta. Ambas poseen claras influencias de los modelos carolingios, que al ser copiados por artífices escandinavos, adquieren una personalidad propia. En torno al año mil surge el estilo Winchester, en el que además de las citadas se une la influencia bizantina; es decir, que se combinan las tradiciones ornamentales del norte con las tradiciones figurativas del Mediterráneo. Las piezas de marfil buscan el volumen y la corporeidad y la expresividad de las figuras, evitando el ornato excesivo. En la miniatura anterior al siglo IX destaca la practicada en Northumbria, con un excesivo desarrollo de la decoración, (horror vacui), de clara influencia irlandesa, que hasta allí llegaron en su misión evangelizadora. Y otra cultivada en Canterbury, donde se producían obras según la tradición clásica, traída a Inglaterra tras la misión enviada por el papa Gregorio por de la mano de los misioneros romanos. Igual que en la eboraria, a partir del siglo X se impondría es estilo Winchester, caracterizado por sus motivos ornamentales: el uso de la hoja de acanto alcanza desbordamientos decorativos; y por un dibujo en el que predomina más el carácter ilusionista que el definidor de imágenes.
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Dejaremos aquí esta primera incursión al mundo anglosajón, no nos olvidamos de su importante tradición literaria, que será objeto de próximos artículos.
Vanessa Montesinos Muñoz
BIBLIOGRAFÍA:
• BANGO TORVISO, Isidro G.: “El arte en la Alta Edad Media”. Biblioteca Básica del Arte. Anaya. Madrid, 1989.
• BRIGGS, Asa: “Historia social de Inglaterra”. Alianza Universal. Madrid, 1994.
• CONANT, Kenneth John: “Arquitectura carolingia y románica. 800-1200” Manuales de Arte de Cátedra. Madrid, 2001.
• LASKO, Peter: “Arte Sacro. 800-1200”. Manuales de Arte Cátedra. Madrid, 1999.
• SANZ SERRANO, Rosa: “Las migraciones bárbaras y las creaciones de los primeros reinos de Occidente”. Historia Universal: Medieval. Editorial Síntesis. Madrid, 1995.
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