Otro arquitecto, arqueólogo y escritor francés, Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc (1814 - 1879), una de las más importantes figuras de la escuela racionalista francesa, fue quien rechazó igualmente las enseñanzas de la Escuela de Bellas Artes, sustituyéndolas por la práctica y los viajes a través de Francia e Italia.
Dedicado a la restauración de conjuntos monumentales medievales, como la Cité de Carcasona o el Castillo de Roquetaillade, fue criticado por el atrevimiento desarrollado en sus soluciones ante la perspectiva de aquellos arruinados elementos del patrimonio francés.
Sus restauraciones buscaron recuperar o incluso mejorar el estado original del edificio, con un interés centrado más en la estructura y en la propia arquitectura que en los elementos decorativos.
Al igual que ahora propone Mathieu Lehanneur, utilizó el estudio arqueológico durante el examen crítico inicial de los edificios como paso previo para conocer su realidad, y, también, defendió -tal vez su único error- el uso del hierro y la coherencia de la arquitectura gótica, en contra del eclecticismo.
Más importante fue su aportación teórica, en la que defendió el uso de una metodología racional en el estudio de los estilos del pasado, contrapuesta al historicismo romántico. Sus teorías ejercieron una gran influencia en artistas posteriores, como Guimard, Gaudí, Horta o Vilaseca.