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Enero 2014. Arquitectura Civil
Repositorio de "En este mes comentamos". Enero 2014. Arquitectura Civil

Arquitectura Civil

A grandes rasgos, la arquitectura puede dividirse en tres tipologías según su función: religiosa, civil y militar. Muchos son los ejemplos de construcciones religiosas y militares que han llegado hasta nuestros días de época románica, y en menor medida los de funciones civiles, ya sea por el crecimiento de las ciudades, por la falta de uso o por los avances tecnológicos. A veces tenemos que valernos de documentos o de representaciones pictóricas para conocer su estructura, a continuación haremos un repaso de los vestigios que hoy en día podemos contemplar en España.


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La sociedad altomedieval es preeminentemente agrícola, por lo que hay que tener en cuenta que las ciudades son más rurales que urbanitas. La expansión urbana comienza a notarse en el siglo XI, siendo un hecho en la centuria siguiente. Son escasos los restos domésticos físicos que podemos contemplar en la actualidad, siendo la causa principal el crecimiento de la ciudad y los malos materiales con los que fueron edificados. Nada sabemos de las casas de las clases bajas, perteneciendo los restos a palacios o casas de la nobleza.
Según los restos de palacios que han quedado en España, podemos distinguir tres tipologías diferentes: el palacio real, donde habitaban los monarcas de manera permanente o temporal; los palacios episcopales y los palacios urbanos o casonas, donde se trasladarían los nobles a medida que la ciudad iba progresando. Sabemos que tenían varias plantas: la baja era un patio porticado, la primera albergaba una sala grande con múltiples funciones y en la superior se encuentran las habitaciones. El ejemplo que mejor se ha conservado lo encontramos en Estella: el Palacio de los Reyes de Navarra es un edificio de dos plantas (la tercera es un añadido del siglo XVI), del que sólo nos ha llegado su parte exterior, más en concreto las fachadas sureste, nordeste y noroeste y parte de la suroeste. Está dividido en dos cuerpos horizontales, separados por una imposta y rematada por una cornisa con canecillos, las esquinas están recorridas por columnas adosadas que enmarcan cada piso. La fachada más sudeste es la que nos muestra como pudo ser este palacio: en el piso bajo hay un pórtico abierto por cuatro arcos de medio punto que apoyan en machones. El piso noble formado por ventanales que no llegan a estar en eje con la arquería y forman grupos de cuatro arquillos apuntados sobre columnas monolíticas.
En otra vertiente, tenemos el palacio episcopal de Diego Gelmírez en Santiago de Compostela, cuya planta tenía forma de T y constaba de dos pisos. Se accede por medio de un pórtico que abre a un vestíbulo de pequeñas dimensiones dividido en dos tramos. Una vez traspasado nos encontramos en la estancia principal del piso bajo, se trata de una habitación rectangular separada en dos naves por medio de una hilera de pilares con columnillas adosadas, de cuyos capiteles nacen arcos fajones y formeros de medio punto, que sujetan una bóveda de cañón. Se ilumina gracias a los vanos del muro occidental. Sobre ella, hay otra sala de las mismas dimensiones, que hacía las funciones de comedor. En este segundo piso hallaremos una cocina y las estancias privadas fueron reformadas en siglos posteriores y que forman el travesaño horizontal de la T.
Otros palacios de los que se conservan restos o sabemos de su existencia fueron: en León el palacio de doña Berenguela y el de Alfonso VI, junto a la Catedral; el de Barcelona o el de los Reyes de Aragón en Huesca. En cuanto a palacios episcopales están el de Orense, Pamplona, Barcelona o Ávila.


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Las fuentes nos desvelan como eran las viviendas más modestas con una planta sencilla, formada por dos o tres estancias unidas directamente, es decir, sin espacios que las separasen entre sí. Las viviendas de la nobleza, al igual que los palacios, aunque de dimensiones más reducidas, constaban de dos pisos, estando en el de abajo la entrada, el salón principal y las cocinas y en el superior las estancias privadas, a veces se adosaba una torre en uno de los laterales. Es Segovia capital donde más restos de arquitectura doméstica se conservan, sobre todo cerca de la catedral, en el barrio de las Canonjías, allí veremos un buen número de puertas, ventanas o aleros de origen románico en fachadas que han sido reformadas a lo largo de los siglos. También encontraremos restos de casas en la ciudad de Zamora.


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En relación con las rutas de peregrinación y comerciales, surgirán los hospitales y los puentes. La iniciativa de crear hospitales surge cuando los monasterios se ven desbordados de peregrinos a los que atender. Su función primordial era la de prestar hospitalidad; bien alimentando al mendigo, ofreciendo reposo al peregrino o cuidando a los enfermos. Son fundaciones religiosas y reales en su mayoría, aunque también las Órdenes Militares y las corporaciones gremiales fundaron hospitales. El hospital dependía de los recursos económicos externos, en Roncesvalles, a los peregrinos se les lavaba la cabeza, se cortaba el pelo y se les afeitaba, se les daba comida y un camastro para dormir y también una asistencia espiritual. En otros hospitales menos poderosos, sólo se ofrecía comida y reposo. Todos los hospitales tenían en común una capilla y un cementerio y un pequeño huerto donde cultivaban plantas medicinales. Entre los más destacados están el de San Juan de Acre en Navarrete (La Rioja), Hospital de Órbigo (León), Santa Juliá en Besalú (Gerona), Santa Cristina de Somport (Huesca).


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La construcción de un puente puede condicionar la creación de una población a su alrededor, como sucedió en Puente la Reina, donde sirvió para vadear el río Arga, y proseguir con el peregrinaje del Camino de Santiago; o bien puede tener un carácter defensivo, como el puente que da paso a la ciudad de Besalú. A veces, estos puentes sirven para que la ciudad crezca, tal y como sucedió con el arrabal de Triana a mediados del siglo XII. La mayoría de los puentes medievales tienen arcos de medio punto, con un número impar de arcos, que van creciendo a medida que se acercan al central, adquiriendo la forma de lomo de asno. En los pilares se colocan tajamares: curvos o angulares, para que resistan la embestida del agua cuando el río lleva más caudal, ya que distribuyen el agua o bien por los laterales o bien la dejan pasar por sus vanos. Los puentes podían ser de piedra, pero los más eran de madera, en ellos se ubicaban pequeños puntos defensivos, controles para pagos de peaje y también capillas o altares. Además del de Puente la Reina o el de Hospital de Órbigo, relacionados con el Camino de Santiago, podemos destacar el de Besalú (Gerona), Cangas de Onís (Asturias) o Zamora.


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Otro tipo de construcciones civiles fueron las fuentes- aljibes, las aceñas o molinos de agua, los exconjuraderos,…
Para abastecer de agua a la población se contaba con fuentes – aljibes, cuyos antecedentes los encontramos en el uso público de las aguas de tradición romana. Estamos ante pequeños edificios de piedra, con planta rectangular cubiertos con bóveda de cañón al interior y al exterior es a dos aguas, con remate triangular. Se accedía a ellos a través de uno o dos arcos de medio punto, bajando unas escaleras se llegaba a la pila donde se almacenaba el agua. Para construirlas hay que cimentarlas a bastante profundidad. Encontramos algunos ejemplos en Piracés (Huesca) donde uno de sus lados se remata de manera semicircular y la bóveda interior está reforzada con arcos fajones; en Artaiz (Navarra) que tiene dos accesos; de época asturiana la Foncalada (Oviedo) compuesta por un canal de abastecimiento, un edículo que realza la salida del agua al exterior y un pilón destinado a retener el caudal, a modo de iglesias de una sola nave.


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En el río Duero, a su paso por Zamora, se conservan las únicas aceñas románicas que hay en España. Las aceñas son mecanismos que funcionan en ríos con gran caudal, el termino molino se reserva para los ubicados en cauces de menor caudal. La comunidad era la encargada de su construcción, mantenimiento y la producción de harina de trigo. Lo normal es que el rey las conceda a las comunidades religiosas, como sucede en este caso. Otra característica de las aceñas, es que son construcciones verticales, que en el caso de Zamora, son las más adecuadas. Para sacarles mayor rendimiento, se hacía una presa por medio del amontonamiento de piedras, para conducir el caudal del Duero hasta la rueda que movía la piedra de moler el grano. Se trata de construcciones de dos pisos con forma de barco, que soporta mejor la fuerza del agua.


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En Cataluña se levantaron unos pequeños templetes conocidos como comunidors, su función era la de ahuyentar los males del pueblo por medio de plegarias, de ahí que estén ligados a las iglesias. En una sociedad preeminentemente agrícola los peores males eran los fenómenos atmosféricos: tormentas, granizo, sequías,… También las plagas, las enfermedades, el demonio, etc. Estas construcciones pueden realizarse sobre los tejados de los templos de las iglesias o bien como un edificio manera aislado, son de planta cuadrada, con cubierta piramidal y están abiertos por todas sus caras. En San Benet del Bages encontramos uno del siglo XII, sobre el crucero del templo.

 Vanessa Montesinos Muñoz

BIBLIOGRAFÍA:

• A.A.V.V.: “Enciclopedia del Románico: Navarra I” FSMR, 2008.
• ARIAS PÁRAMO, Lorenzo: “San Tirso, Foncalada y Santa María de Bendones. Guia del Prerrománico Asturiano” Ediciones Nobel, 2009.
• CORRAL, Fernando Luis: Feudalismo y Molinos: La posesión de aceñas en Zamora del siglo XII. “Studia Zamorensia” Nº. 3. UNED Zamora, 1996, pp. 53-75.
• GARMA RAMÍREZ, David de la: “Rutas del románico en la provincia de Segovia” Castilla Ediciones, 1998.
• MEDIANERO HERNÁNDEZ, José María: “Historia de las formas urbanas medievales”. Universidad de Sevilla. Sevilla, 2004.
• SITGES i MOLINS, Xavier: Els comunidors de la Comarca del Bages. “Dovella” Nº 28. Instituto Ramón Muntaner, 1989, pp. 47-50.




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