La sacralización se convirtió en elemento esencial para la absoluta legitimización del feudalismo, gestado sobre la base de la dominación social en el occidente europeo a lo largo de siglos. En ese contexto y ante un pueblo iletrado, sermones e imágenes artísticas jugaron, además de la función adoctrinadora en los fundamentos de la religión cristiana, un papel fundamental para explicar la naturaleza del sistema. Conformaron un “lenguaje audiovisual” que utilizaba ideas de la doctrina social y de la teología política desarrolladas por la Iglesia desde sus orígenes y que hablaban, en síntesis, del Orden: de una sociedad virtuosa, jerarquizada, justa, unida y pacífica, esto es, de las virtudes individuales y sociales y de la estructura que debían regir en la sociedad para alcanzar su destino de Salvación. Por tanto, de una formación social necesaria, y también sagrada, pues se había conformado por deseo divino.