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El islam
Nuestro vecino

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decoración islámica de origen sasánida

Islámico. El islam

ISLAM

El arte islámico que nos interesa es el que transcurre desde su inicio datado en el 661, con la implatación del califato omeya, hasta el siglo XI, en que se ve inmerso en la influencia otómana y en el variado protagonismo de diversos pueblos árabes.

Durante su primera etapa, hasta la caida de los omeyas en el 750, el arte islámico busca su definición en un contexto de influencia doble, de una parte la romano bizantina y de otra la sasánida persa; esta influencia persa se verá fortalecida hasta la sustitución por el influjo otomano.

El antagonismo ideológico con el cristianismo lleva a pensar en la ausencia de conceptos sincretizados por el románico, y así es, pero en el desarrollo del arte islámico, y no sólo por la primitiva influencia romano bizantina citada, se producen hechos que vemos reflejados en nuestro estilo, quizás por coincidencia, quizás por influencia. En todo caso, la influencia ejercida es, probablemente, una influencia local, peninsular, ocasional y aislada,  relacionada con el hecho de su proximidad y de la convivencia “diaria”.

Convivencia diaria que choca con la esencia de perdurabilidad del edificio románico, y que en el caso peninsular debe referirse necesariamente al afán de evitar la destrucción de las iglesias en las primaveras bélicas a que Almanzor tenía acostumbrado al “homo románico”, pero esa es la historia.

En comparación con sus sucesores, el califato omeya es un califato condescendiente que busca incluso en la forma en que concibe sus mezquitas el no ofender a las restantes culturas del libro, es una época en la que el islam busca la aceptación de su existencia, por lo que no rechaza aquella influencia bizantina, que luego contribuirá a proyectar en su medida. De esta época, no obstante, las principales concreciones de coincidencia nacen en la rica decoración de los “palacios del desierto”, naturalmente del interior, de la que aportan la técnica del estuco que decoran con motivos vegetales, geométricos y figurados que sí veremos asimilados en nuestros motivos decorativos. De esa época y lugar, del palacio de Qusayr amra, donde aparece por primera vez, puede pensarse que deviene el empleo de los calendarios como motivo de decoración “escultórica”, en este caso, zodiacal.

 Una idea bien aprovechada en nuestra cultura.

Por cierto que son los omeyas los que eliminan la representación de imágenes tanto de las monedas como de los lugares de culto, pero siguen permitiéndolo en la decoración de los palacios, donde se supone que no se correrá el riesgo de venararlas. Y es por ello que en la decoración de estos palacios podemos encontrarnos, por ejemplo, con escenas de caza y de músicos, de origen sasánido.

Y finalmente, son también los omeyas los que incorporan como elemento decorativo la escritura, y muy especialmente la escritura cúfica, desarrollada en Kufa (Irak), por la belleza de sus lineas y curvas. La escritura cúfica es empleada incluso en la decoración textil. Los islámicos fueron claros aventajados en la confección y decoración de tejidos que, en el caso peninsular, eran incluso adquiridos por los reyes cristianos.

No es extraño, por tanto, que el ropaje musulmán aparezca en la decoración de los beatos ni que en las ropas del mismísmo “Majestad Batlló” se pueda encontrar decoración con escritura cufí.


Islámico. El islam

En el 750 los abbasíes asesinan a los miembros de la familia Omeya, menos a uno, que se escapa y funda el califato de Córdoba, y se hacen con el poder hasta el 1.258 en que son derrotados por los otomanos

La época de los abbasíes es reconocida como la del esplendor del arte islámico. Hasta el 861 es una época de poder y cultura monolítica en la que hay una mayor influencia sasánida y oriental. En dicho año el califato se disgrega y a principios del siglo X se consolidan ya los tres califatos: Abbasí, Fatimí y Andalusí.

Entre otras aportaciones, las nuevas construcciones, que siguen usando el arco semicircular, que incorporan el arco de herradura visigótico y que desembocan en el arco califal, incorporan un espacio que, a modo de pasillo, rodea los tres lados de la mezquita y usan pilares como soporte, en algunos casos rodeados sobre columnas, y en otros, como en la mezquita de Córdoba, levantados sobre las mismas, en este caso procurando la existencia de arcos de diferente altura sin alteración de la geométrica ubicación de las columnas. Asímismo, y en este caso de procedencia aglabí, aunque de uso posterior extendido, diseñan un sistema de construcción en T que permite destacar la nave central y el testero, potenciando sus ejes, en forma similar a lo que ocurre en las iglesias cristianas anteriores al románico. Este sistema T es también aplicado en la mézquita de Córdoba.

La concepción de pilares sobre columna es usada también en las iglesias mozárabes, y también en alguna románica como en la cripta de Leyre, cuya asociación con Córdoba es un pensamiento inmediato del vistante. También parece haber, por cierto, intervención islámica en la famosa arqueta de ese monasterio navarro.

De aportación islámica, aunque de origen bizantino, son también los “arabescos” si llamamos así a las complejas decoraciones a base de filigranas que ocasionalmente encontramos en ventanas incluso del ábside como en el caso de Albendiego (Gu).

Encontramos, por tanto, influencias islámicas por doquier y en variadas formas en nuestro románico como clara consecuencia de los siglos de compartir el territorio.

Un nuevo ejemplo puntual es la técnica del “opus spicatum” que encontramos en San Pere de Rodas como forma de aparejo desarrollado por los musulmanes que trabajaron allí, en este caso como presos.

Finalmente, siguiendo a Íñiguez, no podemos por menos de recordar que el islam incorpora la figura egipcia del pesaje de las almas, “la psicostasis”, aunque en ese caso realizado por el arcangel Gabriel. Es una sincretización al cristianismo que sustituye a Gabriel por Miguel . Probablemente, las primeras psicostasis de nuestro románico, como la de Artáiz, sean una primera muestra de esa sincretización.

Por no hablar de la alquimia, una de las asignaturas en las que el islam gozaba de dominio y que permite la lectura de ocasionales decoraciones escultóricas no sólo en el exterior de nuestras iglesias románicas.

Taller de La Losa




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