A partir del primer Concilio de Letrán (1123) se impulsan las órdenes de canónigos regulares, agustinianos, en sus diversas modalidades, y en esta línea surgen los premonstratenses, la trapa y los de San Rufo de Avignon de los que los primeros y últimos erigen sus fundaciones en estilo románico. La importancia de los premonstratenses a estos efectos es menor y su principal obra Santa María La Real en Aguilar de Campóo dista mucho, y distó más, de la excelencia del románico pleno.
Otra cosa son los “rufonianos”, originarios de la parroquia de San Rufo en las afueras de Avignon que se les otorga por la catedral de la que proceden los cuatro fundadores para que desarrollen en ella su vida casi eremítica bajo los principios de la pobreza, la oración y la predicación.
Los rufonianos, de importante presencia en Francia, no desarrollan el románico de manera consistente y uniforme, pero lo aplican cuando procede como consecuencia de ser éste el estilo dominante. Sus claustros, en Avignon y luego también en Valence, que se hundieron posteriormente, nos dejaron muestras de una escultura dominada.
La orden de San Rufo de Aviñon, de la que salieron varios santos y tres Papas, fue especialmente impulsada por la Iglesia Catalana y por Ramón Berenguer III. Progresivamente se introdujeron en Cataluña donde alcanzaron plazas episcopales hasta el punto de que durante bastante tiempo todos los obispos catalanes eran rufonianos. Entre ellos destacó San Olegario, simultáneamente obispo de Barcelona y de Tarragona, fundador de Santa María de Tarrasa entre otras. En Cataluña ocuparon al menos Besalú, San Adrián de Besós, Tarrasa, San Juan de las Abadesas, Santa María de Marmella, Cardona, etc.
Fuera de Cataluña, en la península, la actuación de los rufonianos ha sido evaluada de forma notablemente diferente a lo largo del tiempo, desde los cerca de cuatrocientos asentamientos que se les imputaban en 1933 por Albert Carrier hasta los siete de C. Vones a finales del siglo XX; en 1977 Vicente García-Lobo publicó en la revista Hispania sacra del CSIC un artículo sobre esta orden en la que llegó a decir que en 1135 se acogió a la observancia rufoniana el cabildo de Burgo de Osma, estando confirmada la ocupación por su parte de San Miguel de La Escalada en 1155 y poco más tarde Santa Cruz de Coimbra.