LOS PROFETAS, PATRIARCAS, JUECES y REYES DE ISRAEL. Introducción. Los patriarcas
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Sacrificio de Abraham. Jaca.
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Los profetas, patriarcas, jueces y reyes de Israel son, junto con Moisés y Josué, los caudillos del Éxodo, los principales personajes de la Historia del Pueblo de Israel. El valor que les concede el Cristianismo radica en su papel como prefiguraciones de Cristo y la Salvación. Es por ello que a lo largo de la Edad Media se van a establecer sus tipologías iconográficas, representándose como personajes individuales y protagonizando las diversas escenas que narran los libros del Antiguo Testamento.
1. Introducción
Dentro de la iconografía cristiana del Antiguo Testamento, los profetas, patriarcas, jueces y Reyes de Israel son los principales representantes de la Antigua Ley, y como tales van a ser empleados por la plástica medieval para contraponerlos a personajes del Nuevo Testamento, señalando el triunfo de estos últimos y, por tanto, del Cristianismo sobre el judaísmo. De este modo, la elección de unos temas u otros en relación a este grupo de personajes veterotestamentarios tiene un doble sentido: el carácter didáctico de los temas y su papel de prefiguraciones cristológicas (Sebastián, 1994: 26).
En la Biblia todo está referido a Cristo. En la medida en que los personajes del Antiguo Testamento anuncian al Mesías, interesan a los teólogos y, en consecuencia, a los artistas cristianos.
2. Los Patriarcas
A pesar de que se concedan el título de patriarcas a todos los jefes de tribus de Israel que precedieron a Moisés, esa palabra se aplica en sentido restringido, sobre todo a Abraham, Isaac y Jacob. Se caracterizan por el nomadismo. Se trata de pastores trashumantes que acampan en tiendas. Frente a estos, suele incluirse como patriarca a José, que ya no es nómada sino un sedentario radicado en Egipto donde ejerce las funciones de primer ministro o gran visir del faraón (Réau, 1996: 55). |
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1. Ciclo de Abraham. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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2. Vocación de Abraham. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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3. Viaje de Abraham. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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2.1. Abraham
El primer patriarca data del año 2000 a.C.. En origen su nombre era Abram (fig. 1), pero el cambio a Abraham (“el amigo de Dios”) se vincula con la llamada de Yavé (fig. 2) que le conduce al abandono de la ciudad de Ur de Caldea, en el sur de Mesopotamia, y a dirigirse hacia el norte (fig. 3).
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4. Abraham y el rey de Sodoma. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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5. Abraham socorre a Lot. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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6. Abraham y Melquisedec. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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Llega a Harán, en el curso superior del Eúfrates, y después a Palestina, con su esposa Sara y su sobrino Lot, de quien se separa. Abraham se dirige hacia el Norte, a la región de Hebrón, tomando Lot la dirección del Sur, hacia Sodoma y Gomorra (fig. 4). Lot es secuestrado por un grupo de bandidos (fig.5), pero Abraham consigue dispersar a sus enemigos, por lo que el Sumo sacerdote Melquisedec lleva pan y vino al vencedor (fig.6). |
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7. Sara entrega a Agar a Abraham. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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8. Abraham devuelve a Agar. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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9. Nacimiento de Ismael. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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Estéril, Sara entrega a su esclava Agar como concubina a Abraham (figs.7 y 8) y de la unión nace Ismael (fig. 9). |
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10.El encuentro en el encinar de Mambré. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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11. Agar y el ángel. Segunda cúpula del nartex. Basílica de San Marcos (Venecia), antes de 1220.
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12. El encuentro en el encinar de Mambré, Abraham y Melquisedec y el Sacrificio de Isaac. Salterio de Ingeborg, med. s. XIII (Musée Condé-Chantilly, Ms. 9 olim 1695).
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Sin embargo, tras la visita de tres mensajeros misteriosos en el encinar de Mambré (fig. 10), Sara en su ancianidad da a luz a Isaac y expulsa al desierto a Agar e Ismael (fig. 11). Abraham, a sus cien años, llega a Neguev donde hace pasar a Sara por su hermana, artimaña que queda al descubierto cuando el rey toma la decisión de que Sara pase al formar parte del Harén. Devuelta su esposa a Abraham, Dios pone a prueba su fe ordenándole ofrecer a Isaac como sacrificio, pero la mano de Dios, a través de un ángel, le detiene cuando va a matarlo (Duchet-Suchaux y Pastoureau, 1996: pp. 2-3).
El tipo iconográfico de Abraham se fijó tempranamente en el arte judío. Un fresco de la sinagoga de Dura (Siglo III) lo evoca con los rasgos de un anciano de cabello blanco, puesto que de acuerdo con la tradición habría sido el primer hombre cuyos cabellos y barba encanecieron. Como atributo lleva un cuchillo en alusión al sacrificio de su hijo. Sin embargo los artistas de la Edad Media, anacrónicamente, lo revisten con una armadura de caballero cuando de vuelta de una guerra victoriosa se encuentra con Melquisedec. También se les suele representar orando (Réau, 1996: 156).
Los ciclos no son muy numerosos (figs. 1-11), representándose aisladamente las escenas que ofrecen interés prefigurativo (Dhorme, 1951: 45). De todas, las más frecuentes son el Encuentro con Melquisedec (Gn. 14, 18-24; Salmo 110; Epístola a los Hebreos, 7); La Recepción a los tres ángeles en el encinar de Mambré (Gn. 18, 1-16) y El sacrificio de Isaac (Gn. 22) (fig.12). |
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13. La Trinidad. Andrei Rubliov, , Siglo XV, Moscu, Galeria Tretiakov.
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14. El Seno de Abraham. Pórtico Occidental de la catedral de Notre-Dame (Paris), h. 1220.
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15. Sacrificio de Isaac. Claustro de Alquézar (Hu.).
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En el encuentro con Melquisedec predomina por la interpretación eucarística dada a este episodio. Melquisedec, rey-sacerdote, aparece coronado y lleva un caliz o una custodia. Los tres visitantes en el encinar de Mambré aparece interpretada en el arte de la iglesia oriental como un símbolo de la Trinidad, siendo Dios Padre el Ángel situado en el centro (fig. 13). En occidente, desde el siglo V, la escena figura en la nave de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma y en el siglo VI aparece en numerosos mosaicos. Para los teólogos de Occidente, simboliza la virtud de la hospitalidad; viéndose en el anuncio del nacimiento de Isaac una prefiguración de la Anunciación. El sacrificio de Isaac es, para los judíos, la confianza absoluta del creyente en la palabra de Dios. Para los cristianos, prefigura el sacrificio de Cristo en la Eucaristía (Van Woerden, 1961: 214-255). Una de las representaciones más antiguas se encuentra en los frescos de la Sinagoga de Dura- Europos (s. III).
Una de las escenas más representadas en los pórticos góticos es El seno de Abraham. Las almas, de los Justos son acogidas al lado de Abraham en su seno. Ha sido principalmente en Francia donde los escultores han ilustrado este tema (Ferguson, 1956: 20). Suele formar parte integrante de las representaciones del Juicio Final (fig. 14). En el pórtico de la catedral de Reims, las almas de los justos son llevadas en lienzos de tejido al seno del patriarca.
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2.2. Isaac
Hijo de Abraham y de Sara, es el héroe pasivo del sacrificio que Yavé exige a Abraham, y que no le deja concluir (fig. 15). Toma por esposa a Rebeca, que Eliezer tuvo que elegir. El encuentro de Eliezer y Rebeca, en un pozo situado cerca de la ciudad de Nahor, prefigura la Anunciación para la tradición cristiana y es por ello, junto al sacrificio, una de las escenas más representadas. En la vejez, Isaac pierde la vista. Su esposa Rebeca se aprovecha de esta circustancia para engañarlo haciendo que bendiga a su segundo hijo Jacob, en lugar de al mayor Esaú (Gn 27, 5-40) (Daniélou, 1947: 363-393).
2.3. Jacob
Segundo hijo de Isaac, recibe de éste las bendiciones de la primogenitura mediante un engaño, correspondiéndole legítimamente a su hermano Esaú. Esta bendición arrancada a Isaac, simboliza, como la bendición invertida de los hijos de José por Jacob, la sustitución de la Antigua Alianza por la Nueva. La piedra sobre la que se duerme Jacob, y que él unta con aceite para consagrarla al Señor, es el símbolo del altar cristiano. Del mismo modo, la lucha de Jacob con el ángel prefigura la lucha de la Sinagoga y la Iglesia (Revilla, 1990: 201).
El tipo iconográfico de Jacob resulta bastante incierto. En general, Jacob joven es representado sin barba; tras la infancia aparece con ésta. En la bendición de Jacob por Isaac (Gn 27, 22) Isaac aparece en su lecho ciego. De pie ante él se encuentra Jacob, al que Rebeca presenta a Isaac como si de Esaú se tratara. Un tercer personaje, sin duda Esaú, suele entrar por el lado derecho. Para representar El Sueño de Jacob (Gn 28,12) en el período paleocristiano, Jacob aparece acostado sobre el suelo, con la cabeza apoyada sobre una piedra cerca de la cual se yergue una escalera por la que suben dos o tres ángeles. El ejemplo más antiguo se encuentra en la Sinagoga de Dura–Europos (Siglo III), donde los ángeles aparecen ataviados con indumentaria persa. A partir del siglo XII el número de ángeles se acrecienta, cayendo la difusión de la escena en desuso desde el siglo XIV. El encuentro de Jacob y Raquel en el pozo (Gn 29, 9-11), los muestra a ambos de pie y rodeados de carneros. El combate de Jacob con el ángel (Gn 32, 24-29) adquiere enorme difusión desde el período paleocristiano donde ambos personajes se agarran entre si por los hombros, o por la caderas, siguiendo la tradición antigua de los luchadores. Las cruces irlandesas del siglo VIII, predisponen al ángel sin alas. En el siglo IX, el combate con el ángel aparece en un fresco del coro de la catedral de Essen. Muy extendido por la iconografía románica, el tema es más raro en los siglos XIII y XIV. El último tema destacado de este patriarca suele ser la bendición de Efraín y de Manasés (Gn 48, 8-20). Tradicionalmente se procura subrayar cómo Jacob cruza las manos, de forma que bendiga con la mano derecha a Efraín, el menor, y con la mano izquierda a Manasés, hijo mayor de José; simbolizando esta escena la Crucifixión (Réau, 1996: 173-187).
En relación a los ciclos de escenas, los más completos suelen encontrarse en manuscritos bizantinos y en el XIII el mundo occidental hace gala del detallismo gótico en la escultura monumental de las catedrales (Cockerell, 1969: 25).
2.4. José
Hijo de Jacob y Raquel José comete la equivocación de contar a sus padres y hermanos unos sueños que ponen de manifiesto con demasiada claridad el relevante futuro que le espera. Celosos, sus hermanos lo venden como esclavo. Es llevado a Egipto, donde es arrojado en prisión, acusado por la mujer de Putifar, quien no le perdona el no haber sucumbido a sus insinuaciones. Esto no impide que, tras revelar al faraón unos sueños, en los que se anuncia el futuro de Egipto, conquiste el corazón de éste obteniendo el rango más elevado de los dignatarios egipcios. Todo ello está relatado en el libro del Génesis (30, 22-24; 37; 39-50).
. Desde el siglo II, la interpretación crística domina en la literatura exegética y en la homilías. José es traicionado por sus hermanos, como Jesús lo fue por Judas. Es llevado a Egipto, como el niño Jesús en su huida para escapar de la matanza de los inocentes y el mismo éxito en su carrera prefigura a Cristo como salvador del Mundo (Gauthier-Walter,1990 : 25-36).
A pesar de su ausencia en el arte de las catacumbas, ocupa un lugar nada desdeñable en los manuscritos bizantinos No es habitual que José sea representado aisladamente, estando presente, en las portadas de las catedrales, en el ciclo de los patriarcas y los profetas del Antiguo Testamento que anuncian la llegada de Cristo. Con frecuencia está tocado con un modius, especie de celemín invertido rodeado de espigas. Éste era el tocado del Dios Serapis, pero los cristianos lo atribuyeron a José para recordar sus distribuciones de trigo a los egipcios y sus hermanos. En el siglo XIII, es un joven sin barba (estatua del crucero norte del transepto de la catedral de Chartres; en el zócalo, una escena muestra a la esposa de Putifar escuchando los perniciosos consejos de un demonio).
Respecto a los ciclos, a diferencia del mundo bizantino, en el que la vida de José se muestra esencialmente a través de las miniaturas de los manuscritos y las artes menores, Occidente le concede muy pronto un lugar en la decoración monumental. El arte de la vidriera explotó, a partir del siglo XIII, su historia, asimilándola a la de Cristo (Fabré,1921-1922: 193-211).
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