En la antigüedad, cuando Alejandro conquistó las partes del mundo conocido, surgió una cultura esotérica greco-judía que se extendió con el helenismo a varias partes del mundo, como quedará explicitado de manera notable en la ciudad de Alejandría. Reforzada por la importante presencia hebrea en la sociedad en la que se integraban, la ciudad egipcia asumió la influencia esotérica judía, en especial un grupo conocido como los terapeutas, secta o personajes que se relacionan con los esenios que se encontraban en Israel y que los estudiosos han identificado con la secta de los Rollos del Mar Muerto, documentos que muestran entre sus líneas los primeros ejemplos de ideas cabalísticas en la religión judía.
Estas influencias cabalísticas de Alejandría dieron lugar a la aparición de numerosas escuelas ocultistas, que se convertirían en la base de todo el pensamiento secreto a lo largo de la historia, como el neoplatonismo, el gnosticismo, el hermetismo, y varios cultos mistéricos dedicados a reforzar alguna versión de más de un dios moribundo, el más influyente de los cuales ha quedado visto en capítulo precedente cuando fueron revitalziados los Misterios de Mitra en este ensayo.
Sin embargo, será la tradición hebrea la que termine por definir el nombre de Dios de una manera racionalmente más espiritual, mejor que como un simple y mero título distintivo. Yhwh representa la concepción hebráica de la naturaleza divina o carácter, a la vez que añade una íntima relación con su pueblo. Como esa concepción es etérea y sin imagen, su trasfondo es innombrable, inédito y representa a la Deidad tal y como le conocen sus devotos... En un principio sólo existía el verbo, y todos los atributos que lleva en relación con los mismos se les revela a través de su actividad creadora, en su nombre y en las cosas que se cuentan con números, esto es, su propia naturaleza. Una nueva manifestación de su interés o la simple abstración puede dar lugar a un nuevo nombre; del mismo modo, un antiguo nombre puede adquirir un nuevo contenido y la significación de esa experiencia nueva, constituir a su vez una variada gama con estas relaciones sagradas.
Ahora fácilmente puede entenderse, cómo el nombre divino es mencionado en los libros sagrados de manera esotérica y frecuente, tendente a mangificar tras su lectura la permanente presencia divina, su poder y gloria, en todo cuanto nos rodea. En Éx. xxiii.20-23 se promete que el Ángel de Yhwh dirigirá y dará la victoria a su pueblo, que le deben rendir obediencia reverente, pues, el Señor dice: "mi nombre está en él." Y en gratitud a Él, el israelita piadoso no llevará el nombre de un dios falso en sus labios (Ex. xxiii 13;.. Josh xxiii 7;. Oseas ii 16-17;... Sal xvi 4).
Al hacer mención del nombre de Yhwh, se reafirma la confianza en su fuerza y su eficiente ayuda permanente. El nombre despierta emociones de amor, de gozo y alabanza (Sal. v. 11; vii 17;. Ix 2;.. Xx 1, 7), por tanto, especialmente relacionado con el altar o santuario, es el lugar donde Dios registra su nombre (Ex. xx. 24), o "lugar del cual el SEÑOR tu Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre " (Deut. xii 5;. borrador Reyes viii 16, 29,.. ix 3;.. Jer 12 vii.). El templo es "el lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, el monte de Sión" (Isaías xviii. 7).
Estos argumentos, coincidentes de su gran parte con el relato del Antiguo Testamento, suponen el principal manifiesto a la más sólida de las oposiciones hipercríticas, a identificar la inscripción con el cristianismo, puesto que en aquellos años, 78 d.C, era improbable detectar la existencia de cristianos en Pompeya y los otros argumentos implican entender que la Cruz -como símbolo- no existía en siglo I y que aún no se había efectuado la traducción al latín del Padrenuestro. El "Apocalipsis", por ende, aún no había sido escrito, con lo que nos queda sólamente por aplicar la interpretación de la cábala hebrea, anterior en no pocos siglos, raíz religiosa y madre en esencia de la Biblia cristiana.
El vínculo mitráico retrotráe la interpretación del cuadrado mágico TZAJTZAJOT a la época de su mayor auge, debiendo por ello concluir el ideario de su formulación como rezo anterior al año 0, al tener una mayor prevalencia su construcción como oración jeroglífica. Con ello, el cuadrado mágico pudo gozar de mayor justrificación en la religion hebrea y al sincretizarse en mitráica con el alfabeto latino y coincidente con el paternoster, se preservaría en la cristiana a raíz que los intérpetes religiosos de la antigüedad hasta el medievo, comprendieron sorprendidos la válida ingeniosidad polivalente de su contenido, que aceptarán íntegramente.
Se encuentran igualmente presentes en estas inscripciones, el aleph y la fórmula abreviada del Tetragrammaton, formuladas de manera similar a como se manifiestan el los idiomas arameo y fenicio. Cuando un especialista en griego, hebreo y latín -lenguas comunes de la antigüedad-, girase tan sólo su cabeza algunos grados sobre el centro de la inscripción, para leerla, podrá interpretar en varias lenguas los diferentes Tetragrammagton y Pentagrammaton encriptados en la placa SATOR-AREPO-TENET-OPERA-ROTAS, los que en frase hecha -con significado figurado actual perdido en la noche de los tiempos- se puede entender y traducir que son las palabras del Sembrador, las únicas capaces de revelar cómo contener las obras implacables de las ruedas destino, que sincretizan todo lo dicho.