En estas páginas nos acercamos a los momentos finales de la vida de un obispo visigótico –su muerte y el ritual debido– y a los inmediatamente posteriores. Son la manifestación última de su preeminencia social. Sin embargo, también eran momentos propicios para las rapiñas, en las que participaban hombres de iglesia y familiares del difunto. Finalmente, nos interesamos por su legado. Ahora la cuestión era evitar estas rapiñas que dañaban seriamente los bienes personales del obispo y, sobre todo, el patrimonio eclesiástico.