El tratamiento de la imagen del judío en las Cantigas de Alfonso X oscila entre la condena sin paliativos y la perspectiva de la salvación. La primera toma cuerpo en algunos de los motivos clásicos del antisemitismo medieval como la alianza con el diablo, el infanticidio, el crimen ritual, o la profanación sacrílega. Una visión extremadamente negativa que se matiza en aquéllas cantigas en las que sus protagonistas, a instancias de la intervención mariana, acaban abrazando la fe cristiana.
Probablemente haya que ver en todo ello un reflejo de la ambigüedad que, en relación al judaísmo, caracteriza el reinado de Alfonso X, marcado por el prejuicio tanto en determinadas actuaciones del monarca como en las disposiciones de Las Partidas relativas a los judíos, pero también por la colaboración de éstos en las empresas culturales y científicas del rey o en importantes cargos administrativos.