Febrero 2011 El Apocalipsis de Bamberg
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El Apocalipsis de Bamberg
¿Hasta qué punto se manipuló la cultura, la cultura y la religión, en beneficio del poder en la Alta Edad Media, y ello con el apoyo de los más significados artífices de los elementos sobre los que descansaban ambos conceptos?
Tomemos el ejemplo del milenarismo, el del año 1.000, y comparemos las situaciones centro europea con la de nuestra península.
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De todos los reinos de la Europa de finales del siglo X, el más importante fue el Sacro Imperio Romano Germánico, llamado así desde la coronación de Otón I en Roma en el 962 hasta la época napoleónica y que en dicho momento transcurría por su época llamada Otónida integrada sucesivamente por Otón I, Otón II, Otón III, el reinante en el año 1000, y Enrique II. Otón II se casó con la griega Teófanos, lo que originó un proceso bizantinizante en las manifestaciones cortesanas, más acusado durante el mandato de Otón III, muerto en 1002 a los 21 años de edad y cinco de titularidad en el trono.
En esta época, en torno al año 1000, se realizaron los principales manuscritos otonianos, varios de ellos con comentarios apocalípticos, de entre los que sobresalen el Evangelario (foto adjunta) y el Apocalipsis de Bamberg, realizados en la muy ilustre abadía de la isla de Reichenau.
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Como sabemos, los textos apocalípticos narraban señales celestiales y hablaban del final del mundo y de la vida eterna, era una literatura adecuada para ser digerida en tiempos en los que la sociedad vivía temerosa el tránsito del año mil a pesar de la prevalencia en ese periodo otónida del pensamiento agustiniano para el que los famosos mil años apocalípticos tenían un sentido de toda la vida de la historia del mundo representada por un número perfecto, como expone el santo en el libro 20 de la Ciudad de Dios.
Sin embargo. la cosa no estaba del todo clara. San Pablo había dicho en la segunda carta a los tesalonicenses que el final del mundo no sobrevendría antes de que hubiese hecho acto de presencia el Anticristo, pero ¿se podía asociar el Anticristo al Islam presente en la Península Ibérica y siempre amenazador de Bizancio? ¿Podía asociarse la imagen del Anticristo a Juan Philagathos, anterior tutor de Otón III que había ocupado por un corto periodo, hasta 998, la posición de Antipapa con el apoyo del emperador bizantino Basilio II ?.
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Afortunadamente, pensadores diversos del siglo IX, Haymo y Adso entre otros, habían concluido que el Anticristo no aparecería o no progresaría en tanto existiese un fuerte imperio “romano” capaz de derrotarle, A este pensamiento se unía el de San Jerónimo, que basándose en los avatares de Daniel y Nabucodonosor había profetizado que en el mundo habría progresivamente cuatro grandes imperios, el Babilónico, el Persa, el Griego bajo Alejandro y el Romano. En otras palabras, en tanto subsistiese el imperio romano no sobrevendría el final de los tiempos.
De hecho, la abstracción que rodea el término “Anticristo”, el pensamiento en defensa de un imperio “romano” fuerte y la producción de los diversos manuscritos apocalípticos en el periodo otónida ha hecho plantearse a numerosos estudiosos si acaso el sentimiento milenarista no estaba propiciado o fortalecido desde la corte como forma de contribuir a la potenciación del poder del emperador.
Y, sin embargo, también se puede evidenciar que el “apocalipticismo” de los libros otonianos era precisamente antimileranista.
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Para Henry Mayr-Harting…”el libro en sí mismo, con la representación hierática del emperador, la rica encuadernación que en su día tuvo, sus fondos dorados, y la ritualización artística del drama le hacen ser considerado como poseedor de un poder casi mágico, profiláctico en evidencia de minorizar los terrores del Anticristo que describe. Los libros en esa época, a veces solo por contener los textos escritos, eran considerados poseedores de eficacia mágica, por encima del valor de sus contenidos de textos e ilustraciones. Aquí, en el Apocalipsis de Bamberg es como si los terrores hubiesen sido aireados, liberados, como demonios, para ser exorcizados por el emperador a través de su imagen de gobernante, en una composición de semejanza a Cristo. Los exorcistas eran a veces llamados emperadores espirituales en el siglo X, porque ellos ordenaban y controlaban a los demonios,”
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En otras palabras, en el Apocalipsis de Bamberg, tal como ya se había hecho en el Evangelario de Aachen (foto adjunta), como en otras ceremonias de su vida, la coronación por ejemplo, Otón III es presentado como el emperador que controla el Apocalipsis y sus manifestaciones milenarísticas, no solo en su retrato, sino también por señales como la profusa decoración dorada de los fondos, y todo ello con independencia de dar como cierta la fecha de 1001 como año de realización del libro.
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El Apocalipsis de Bamberg fue realizado con fines bien diferentes a los de los conocidos beatos peninsulares, como el de Gerona, realizados en circunstancias sociopolíticas bien distintas e ilustrados en forma más acorde con los contenidos apocalípticos coincidentes. Las representaciones del Libro de Daniel son una buena muestra de las diferencias.
Febrero 2011
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