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Un Tetramorfos Vertical
La Anunciación-Encarnación del templo Grand Dame de Poitiers en el símbolo del árbol de Jesé

N. D. Poitiers. Fachada Oeste
Notre Dame La Grand de Poitiers.

N.D. Poitiers Tetramorfos-Árbol de Jessé
Notre Dame Poitiers. Detalle de la portada oeste

Un Tetramorfos Vertical, la interpretación teológica de
La Anunciación-Encarnación del templo Grand Dame de Poitiers en el símbolo del árbol de Jesé
Grupo Ailbe

Si en un primer artículo hemos descrito el concepto teológico de La Anunciación-Encarnación, en este breve estudio queremos mostrar cómo este suceso salvífico cristiano se llegó a enriquecer utilizando símbolos teológicos. Para ello, utilizaremos un solo ejemplo, el de la famosa representación del árbol de Jesé del templo Grand Dame de Poitiers, en Poitou – Carentes, Francia.


Esta representación del árbol de Jesé, esculpida en el friso de la magnífica portada del templo Grand Dame de Poitiers, se ha venido interpretando de forma autónoma o, a lo sumo, relacionándola con el conjunto de esculturas que tiene situadas a su derecha y que representan en conjunto una Anunciación. Es evidente que, vistas así las cosas, tradicionalmente, este árbol de Jesé ha sido analizado sólo desde una perspectiva, la que constituiría un eje plástico horizontal: La Anunciación, el árbol de Jesé y el personaje que está sentado junto al árbol. Sin embargo, en este breve artículo, intentaremos demostrar que esta iconografía del árbol de Jesé también está relacionada con las esculturas que ocupan el eje plástico vertical, es decir, las imágenes que están ubicadas sobre la representación de este árbol.


Lo primero que queremos resaltar es que el teólogo redactor que diseñó plásticamente toda la portada y, en concreto, la introducción del símbolo del árbol de Jesé, conocía perfectamente el texto del profeta Isaías:

 “Y brotará un retoño del tronco de Jesé y retoñará de sus raíces un vástago. Sobre el que reposará el espíritu de Yavé, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de entendimiento y de temor de Yavé.” (Isaías, XI, 1-2)

Sobre la cabeza de Jesé, se esculpió la representación de la paloma, el símbolo del Espíritu santo: Sobre el que reposará el espíritu de Yavé. Además, este árbol se abre en dos troncos con tres ramas más pequeñas esculpidas en cada uno de ellos, o lo que es lo mismo: espíritu de sabiduría, espíritu de inteligencia, espíritu de consejo, espíritu de fortaleza, espíritu de entendimiento, espíritu de temor de Yavé.

Como ya hemos escrito, en su eje plástico horizontal, la historiografía relaciona este árbol con La Anunciación, la imagen que está colocada a su lado, ocupando estos dos símbolos teológicos la parte derecha del centro de la portada. Una Anunciación compuesta por un ángel Gabriel que le está dando el anuncio a la Virgen María. No obstante, el símbolo de la Encarnación viene enriquecido con la presencia de un pequeño árbol de un solo fruto esculpido a los pies del ángel Gabriel. Una vez más, nos encontramos ante un elemento arbóreo que viene a significar a Cristo desde la perspectiva de la teología neoplatónica:

“En el mismo Paraíso, el citado Teólogo, el gran Gregorio expone que hay dos árboles, de los que uno –como él dice- tiene el nombre de “Todo” y el nombre del otro es “Mezclado”.... Por tanto, ninguno de los que siguen la doctrina del citado Teólogo piense que en el Edén hay muchos árboles de diversas formas y frutos diversos como si fuera una selva copiosa, plantada de multitud de árboles, sino que sólo había dos: "Todo" y, el otro, "Mezclado".

El “Todo” árbol es el Verbo y la Sabiduría del Padre, nuestro Señor Jesucristo, que es todo árbol fructífero, plantado en medio del Edén de la naturaleza de dos modos. .. Su fruto es la vida eterna... Su aspecto es bello. Él es lo Bello y la Belleza de todo lo bello, es causa y plenitud de la belleza.... Así pues, se ordenó que los primeros hombres tomaran el alimento de este “Todo” árbol... y aún ahora se ordena a todo el género humano comer de Él.”
(Juan Escoto Eriúgena, Periphyseon)

 
El árbol esculpido a los pies del ángel Gabriel no es otro que Cristo, el árbol de la vida plantado en medio del Paraíso del que hablan tanto el primer libro de la Biblia cristiana, el Génesis, como el último, el Apocalipsis. De momento, en esta portada del templo Grand Dame de Poitiers, el árbol ha sido utilizado, en un eje plástico horizontal, para hablar de Cristo desde dos perspectivas temporales:

 El pasado, el árbol de un solo fruto colocado a los pies del ángel Gabriel
 El presente, el árbol de Jesé, Cristo como vástago del linaje de David, el significado mesiánico de la Encarnación.

Faltaría encontrar un tercer árbol que nos hablase de futuro. No hay que ir muy lejos, pues está colocado encima del árbol de Jesé, en el eje plástico vertical. Pero, sobre este tercer árbol, escribiremos más tarde.

Entremos en materia, ya que opinamos que el concepto teológico que representa el árbol de Jesé, en el templo de la Grand Dame de Poitiers, no agota su simbología sólo como un signo que sirve para representar a Jesús como descendiente directo del linaje mesiánico de David a través de la intervención del Espíritu Santo, en el contexto teológico de La Anunciación-Encarnación. Es cierto que, tradicionalmente y como también nosotros estamos realizando, esta escultura del árbol de Jesé ha venido analizándose en un contexto iconográfico que sólo tiene presente para su análisis el eje plástico horizontal, el de la mirada natural que barre el espacio de izquierda a derecha: de la Anunciación, pasando por el árbol de Jesé, hasta el personaje sentado identificado como el rey David. A pesar de lo que esto significa, en este artículo, queremos proponer una nueva interpretación. Esta escultura del árbol de Jesé forma parte de un segundo contexto teológico que obliga a tener presente también el eje plástico vertical de la portada, es decir, el de la mirada que barre el espacio de abajo arriba. Una visión que, hasta este momento, no hemos leído en ninguno de los estudios que sobre este tema hemos consultado.

Si observamos los elementos iconográficos que hay esculpidos sobre el árbol de Jesé en esta magnifica portada, sorprende comprobar que, rápidamente, podemos identificar cuatro símbolos cristológicos en el eje plástico vertical, de abajo arriba:

1. el árbol de Jesé
2. un león
3. un árbol de un solo fruto
4. un cordero

 Ahora bien, tal y como pretendemos demostrar en este artículo, estos cuatro símbolos cristológicos esconden, en realidad, lo que podemos definir como un Tetramorfos Vertical analógico con cuatro símbolos que difieren a los utilizados tradicionalmente para identificar a los cuatro Vivientes de un Tetramorfos:

 el hombre-ángel (San Mateo)
 el ternero (San Lucas)
 el león (San Marcos)
 el águila (San Juan)

 En definitiva, este eje plástico vertical permite interpretar estas cuatro esculturas, estos cuatro símbolos cristológicos, como un conjunto que viene a representar analógicamente a los cuatro vivientes que simbolizan los cuatro evangelios. En definitiva, nos encontramos ante cuatro esculturas que pueden ser interpretadas como símbolos de los cuatro acontecimientos salvíficos de la vida de Jesús, pero desde una perspectiva teológica claramente apocalíptica:

1. El árbol de Jesé, con el símbolo del espíritu Santo, es decir, Mateo, la Encarnación
2. Un león, colocado sobre su cabeza, es decir, Marcos, la Resurrección
3. Un árbol con un solo fruto, es decir, Juan, la Ascensión
4. Un Agnus Dei, Lucas, la Pasión y Muerte

 El tema es difícil, ya que pretendemos demostrar cómo los cuatro Vivientes clásicos fueron reemplazados. en la portada de Poitiers. por cuatro símbolos teológicos nuevos. Entremos en materia. Para ello, intentaremos explicar, una a una, cada una de estas esculturas que, en conjunto, constituyen un Tetramorfos vertical analógico que debe ser interpretado en clave apocalíptica. Empezaremos nuestro análisis, evidentemente, por el árbol de Jesé.

El árbol de Jesé es la escultura encargada de representar al símbolo del Viviente del evangelio de San Mateo; es decir, vendría a sustituir al modelo del hombre-ángel. Antes de proseguir, debemos recordar que este evangelio, tal y como lo fijó teológicamente San Jerónimo, es el encargado de simbolizar el acontecimiento salvífico de la Encarnación de Cristo. La identificación del árbol de Jesé con el evangelio de San Mateo es relativamente fácil de explicar, ya que este evangelio (Mateo, I, 1-17) se inicia presentando la genealogía de Cristo desde la perspectiva de San José. Conviene recordar que, para los expertos, el evangelio de San Lucas (Lucas, III, 23-38), en su genealogía davídica, optaría por dar la importancia a la Virgen María en detrimento de San José.

Como hemos escrito, la genealogía de Jesús ocupa los primeros versículos del primer capítulo del evangelio de San Mateo; de hecho, es su inicio. En este contexto, no se debe olvidar que San José fue el padre legal de Jesús. Desde el punto de vista de un judío como San Mateo, la filiación legal era la del padre, no la de la madre. Y la filiación paterna era la que conducía a Jesús a la estirpe davídica. Por eso, en el templo de Poitiers, junto al árbol, está esculpido un personaje sentado que se interpreta como el rey David. Además, los destinatarios de este evangelio de San Mateo son judíos convertidos al cristianismo. El teólogo redactor de Poitiers conocía perfectamente el contexto teológico del inicio del evangelio de San Mateo y, por este motivo, acabó representando de una manera nueva al Viviente que lo simboliza. Este teólogo decidió abandonar el símbolo del hombre-ángel sustituyéndolo por el del árbol de Jesé. No sólo eso, sobre el árbol, colocó la paloma, el símbolo del Espíritu Santo. Un símbolo que no sólo se deduce de la lectura fiel del texto del profeta Isaías sino que también sirve para poner en relación esta iconografía del árbol de Jesé no sólo ya con la de La Anunciación, propia del evangelio de San Lucas, sino también con el primer episodio narrado en el evangelio de San Mateo, el del sueño de San José. Un sueño de San José utilizado tanto para concluir el primer capítulo de este evangelio como para explicar la intervención del Espíritu Santo en el nacimiento de Cristo. Por cierto, cabría la posibilidad de que ese personaje dormido (tan deteriorado) que, tradicionalmente, ha sido señalado como el rey David se pudiese identificar con un San José dormido. Sin embargo, sea el personaje sentado que sea, el contexto teológico del árbol y su simbolismo no se altera.

Desde la teología, tendríamos contextualizado el primer elemento (el que representaría el evangelio de San Mateo) de este Tetramorfos Vertical analógico con un símbolo nuevo, un árbol. Un símbolo que abandona la iconografía tradicional del hombre-ángel con la que se representa a San Mateo en los Tetramorfos. No obstante, nos queda un elemento por definir, la relación de la imagen del árbol de Jesé con el libro del Apocalipsis. Esta es la clave. Para ver la relación, hay que fijarse en el elemento escultórico colocado sobre el árbol de Jesé. Es decir, debemos mirar hacia arriba, hacia el león estirado sobre la paloma, el símbolo del Espíritu Santo que corona la escultura del árbol de Jesé.

Si se sigue con el análisis del eje plástico vertical, la segunda escultura es fácil de reconocer, ya que, como acabamos de comentar, se trata de un león estirado y colocado sobre la paloma que remata la imagen del árbol de Jesé:

No llores, mira que ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el libro y sus siete sellos.”
(Apocalipsis, V,5)

 El león convertido en un símbolo cristológico que, desde la perspectiva apocalíptica, enlaza con el tema del árbol de Jesé, la raíz de David en palabras del Apocalipsis o Y brotará un retoño del tronco de Jesé y retoñará de sus raíces un vástago en palabras del profeta Isaías. El león está colocado sobre el árbol de Jesé en el templo de la Grand Dame de Poitiers y representa de forma natural al evangelio de San Marcos, el del acontecimiento salvífico de la Resurrección. De hecho, es el único símbolo que de forma plástica no se altera y continúa representando a San Marcos a través del inicio de su evangelio a la manera de la identificación de San Jerónimo:

 “Como está escrito en el profeta Isaías: “He aquí que envío delante de ti mi ángel, que preparará tu camino. Voz de quien grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos.””
(Marcos, I, 2-3)

 Pero, ahora, el símbolo del león hace referencia al símbolo apocalíptico del león de la tribu de Judá el que es igual a la raíz de David. Se ha producido una manera analógica simple de identificar dos símbolos cristológicos en un contexto teológico determinado, el apocalíptico: el árbol de Jesé y el león de Judá.

Sobre el león, se esculpió un tercer árbol con una característica plástica fácil de comprobar: viene connotado con un único fruto que representa la vida eterna. Por tercera vez, el símbolo del árbol, el árbol de la vida que en la teología neoplatónica fue identificado con Cristo como el premio que espera al creyente:

 “Y produjo el Señor Dios de la tierra –esto es, de nuestra naturaleza material- “todo” árbol, esto es, el Verbo encarnado, en el cual y por el cual todos los seres han sido creados.”
(Juan Escoto Eriúgena, Periphyseon)

 El todo árbol identificado con el Verbo encarnado. De nuevo, un símbolo arbóreo para hablar de Cristo en clave de La Anunciación-Encarnación; pero ahora. a través de la teología apocalíptica. ¿Por qué el árbol de la vida puede ser el símbolo que designe al evangelio de San Juan?

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”
(Apocalipsis 2, 7)

 En el templo de la Grand Dame de Poitiers, el árbol de la vida vendría a significar el Viviente de San Juan, cuyo símbolo teológico corresponde al del acontecimiento salvífico de la Ascensión de Cristo. En esta portada de Poitiers, se esculpió un árbol en sustitución del águila por dos motivos:

 porque esta imagen escultórica permite una referencia directa al autor del Apocalipsis, el que en su evangelio escribió: Al principio era el Verbo, y el verbo estaba en Dios, y el verbo era Dios... (Juan, I, 1)
 para poder distinguirlo con claridad del símbolo del Espíritu Santo, la paloma que hay esculpida en la representación iconográfica del árbol de Jesé; es decir, para evitar el equívoco que podría representar esculpir el águila símbolo de San Juan Evangelista.

 Como estamos sosteniendo, siguiendo un mismo criterio teológico, en esta iconografía, los cuatro símbolos (árbol de Jesé, león, árbol de la vida, cordero), que proponemos como los artífices de un Tetramorfos vertical analógico, están vistos desde la óptica del Apocalipsis, el libro de la Revelación de Jesucristo. Un libro que remite al concepto teológico del evangelio eterno:

 "Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado.”
(Apocalipsis, XIV, 6-7)

 Ahora, ya tendríamos el tercer elemento temporal que se designa con un árbol:

 El futuro, el árbol que está colocado en lo alto, como símbolo del Paraíso al que accederá el creyente.

Todo creyente podrá acceder a Dios a través del árbol del único fruto, la vida eterna:

“Su “todo” árbol del que está escrito: “al vencedor le daré de comer del árbol de la vida que se encuentra en el Paraíso”, “que ha sido plantado de otro modo junto a la corriente de las aguas”, esto es, en torno al cual confluyen todas las profecías de los profetas, todos los símbolos de los dos testamentos, las interpretaciones correctas de los símbolos y todas las doctrinas claras y simples, esto es, el Verbo de Dios plantado en la naturaleza humana y encarnado en la naturaleza humana.”
(Juan Escoto Eriúgena, Periphyseon)

 Un buen resumen de lo que puede significar este tercer símbolo cristológico y un buen contexto teológico de interpretación. Al identificar al Verbo encarnado con el árbol de un solo fruto, se indica que, en él, confluyen todas las profecías de los profetas. Además, este árbol se constituye en el signo que permitirá realizar de forma correcta las diferentes lecturas teológicas de los símbolos. En definitiva, a través del árbol de la vida, se accede a las doctrinas claras y simples. Un buen programa teológico para un redactor de iconografías románicas.

Pero, el símbolo del árbol no se agota en su propio significado, ya que es un símbolo que está relacionado con el signo del cordero, el último de los símbolos utilizados en este Tetramorfos vertical analógico que estamos explicando como una lección teológica basada en el Apocalipsis:

“Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.”
(Apocalipsis, XXII, 1-5)

Si, en el Apocalipsis, el símbolo del león de Judá comparte perícopa con el del árbol de Jesé, ahora el símbolo del árbol de la vida la comparte con el del cordero. Un cordero que en este pasaje bíblico se presenta ya como entronizado. Encima del árbol de la vida, un cordero que ya ha superado el sacrificio. Pero, ya en el capítulo quinto del Apocalipsis, el símbolo del cordero inmolado, ya sacrificado, nos remite a los símbolos del león y del árbol en un contexto en el que aparecen los vivientes:

“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado.”
(Apocalipsis, V, 5-6)

 De hecho, opinamos que todo este Tetramorfos vertical, creado por analogía en la portada del templo de la Grand Dame de Poitiers, no deja de ser más que una lección teológica pétrea creada a partir de los versículos quinto y sexto del capítulo quinto del Apocalipsis. Claro está que para poderlo acabar de demostrar necesitamos poder probar cómo el cordero pasa a convertirse, en este Tetramorfos tan especial, en el símbolo del Viviente que representa al evangelio de San Lucas. Un nuevo símbolo que se utilizaría en sustitución del ternero tradicional, un ternero que había sido interpretado por San Jerónimo como el símbolo salvífico de la Pasión y Muerte de Jesucristo.

Sostenemos que este cordero sería el símbolo encargado de representar al Viviente del evangelio de San Lucas, pero ya desde otra óptica, la del triunfo apocalíptico. Por eso, ocuparía la parte superior de este eje plástico vertical. El evangelio de San Lucas habla del cordero pascual en estos términos:

“Se acercaba la fiesta de los Panes sin Levadura, llamada también fiesta de la Pascua. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley no encontraban la manera de hacer desaparecer a Jesús, pues tenían miedo del pueblo. Pero Satanás entró en Judas, por sobrenombre Iscariote, que era uno de los Doce, y fue a tratar con los jefes de los sacerdotes y con los jefes de la policía del Templo sobre el modo de entregarles a Jesús. Ellos se alegraron y acordaron darle una cantidad de dinero. Judas aceptó el trato y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarlo cuando no estuviera el pueblo. Llegó el día de la fiesta de los Panes sin Levadura, en que se debía sacrificar el cordero de Pascua. Jesús, por su parte, envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: "Vayan a preparar lo necesario para que celebremos la Cena de Pascua."Le preguntaron: "¿Dónde quieres que la preparemos?" Jesús les contestó: "Cuando entren en la ciudad, encontrarán a un hombre que lleva un jarro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre y digan al dueño de la casa: El Maestro manda a decirte: ¿Dónde está la pieza en que comeré la Pascua con mis discípulos? El les mostrará una sala grande y amueblada en el piso superior. Preparen allí lo necesario." Se fueron, pues, y hallaron todo tal como Jesús les había dicho; y prepararon la Pascua. “
(San Lucas, XXII, 1-13)

De entrada, el evangelio de San Lucas describe la Pascua y en ella está el símbolo del cordero pascual. Pero, no todo el simbolismo se acaba con la aparición del cordero. En el mismo capítulo 22 el evangelio de San Lucas, se encuentra la gran afirmación de Cristo que enlaza con el símbolo del cordero apocalíptico:

 “ Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo: "Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo, ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios."
(San Lucas, XXII, 14-16)

Una manera explícita de poder enlazar el evangelio de San Lucas con las profecías del Apocalipsis, libro en el que se llama Cordero de Dios a Jesucristo 28 veces. El cordero se convierte en el gran símbolo salvífico de Dios:

 “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.”
(Apocalipsis XIX, 6-9)

Son las bodas del Cordero con su esposa. A través de estos cuatro símbolos cristológicos (árbol de Jesé, león, árbol de la vida, cordero de Pascua), esculpidos en el templo de la Grand Dame de Poitiers, asistimos a una interpretación teológica que nos lleva desde La Anunciación-Encarnación hasta el triunfo de la Iglesia a través de la construcción de un Tetramorfos vertical analógico elaborado a partir de unos símbolos teológicos que conducen hacia el evangelio eterno del que habla el Apocalipsis.

En el románico, los teólogos redactores de los diferentes programas iconográficos conocían muy bien tanto los pasajes bíblicos como los símbolos teológicos que se podían deducir de ellos. Después, estuvo el magnífico trabajo de los maestros escultores; un trabajo que, en la actualidad, es visto por la que podríamos denominar la mirada exterior humana. Sin embargo, los artífices de estos programas iconográficos, los teólogos redactores, tenían muy claro que en el verdadero creyente existe otra mirada, la interior, la de la fe contemplativa. Hasta aquí esta propuesta de identificación, en la portada del templo de la Grand Dame de Poitiers, de una lección teológica apocalíptica hecha en piedra dando lugar a lo que hemos convenido en denominar un Tetramorfos vertical analógico. Sólo esperamos que los posibles lectores de este artículo se lo hayan pasado tan bien como nosotros realizando esta investigación.


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