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Historia del Camino de Santiago
por Jesús Blázquiz Magán (CR)

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Imagen del Santo en Compostela, sobre su tumba.

La historia jacobea. Historia del Camino de Santiago

Los orígenes del culto a Santiago el Mayor.

En el año 813 dC, en las proximidades del "finis terrae", en Galicia, un ermitaño llamado Paio (Pelayo) descubrió la tumba de Santiago el Mayor, "Hijo del Trueno", en un lugar del bosque Libredón conocido como Campus Stellae.
Según las leyendas, Santiago Apóstol (Iacobus o Sant-Iaco) llegó a España en un largo ministerio para evangelizar la parte norte de la península Ibérica. Más tarde fue decapitado en Palestina y su cuerpo fue colocado por dos de sus discípulos en un barco de piedra que, milagrosamente, a vela y sin piloto, llegaría a las costas gallegas. Después de viajar por el río Ulla, el barco quedó abandonado en el lugar mencionado, cerca de Iría Flavia (actualmente Padrón), donde tras muchas vicisitudes, el cuerpo fue enterrado en el monte Libredón.
Poco a poco, todo fue olvidado hasta que una rutilante estrella indicó al ermitaño Pelayo, ocho siglos después, el campo donde fue enterrado el santo. Con esta hermosa leyenda, no es de extrañar que la tumba del Apóstol se convirtiera en un objetivo sagrado de la religión cristiana desde su descubrimiento.

Por otro lado, otros investigadores sostendrán la creencia de que Prisciliano fue enterrado en estos lugares cuando trajeron su cuerpo desde Tréveris (Alemania); habrá quienes dirán, sin embargo, que éste fue enterrado cerca de Astorga (León). Según los primeros, el sepulcro de Santiago puede ser la tumba de Prisciliano, aunque las fechas en las que vivieron uno y otro no coincidan. Prisciliano de Ávila, de Bética, de Lusitánica o de Gallaecia, vivió hacia el 340 d.C aprox. y falleció en Civitas Treverorum, actual Tréveris, en el año 385 d. C; se trata de un obispo hereje hispano, fundador del priscilianismo, que fue, junto a otros compañeros, el primer hereje ajusticiado por el gobierno secular en nombre de la Iglesia Católica. Se cree que la peregrinación de sus fervorosos seguidores, que atribuían a la visita de su tumba propiedades milagrosas, continuó secularmente hasta ser transmutada con preestablecidos fines religiosos, en la de Santiago.

La tradición popular considerará al Emperador Carlomagno el iniciador de la vía jacobea. Además de un significado espiritual, desde entonces el Camino de Santiago dispondrá de otros valores históricos, como el de ser el auténtico vertebrador de la unidad cultural europea durante el medievo. De hecho, los penitentes pueden seguir los pasos del poderoso Emperador a partir de Valcarlos, donde se dice que acampó después de la derrota de su ejército a manos del rey moro de Zaragoza, tras recoger el cuerpo de su sobrino Roland y enterrarlo. Carlomagno se arrodillará en el Alto de Ibañeta, cuando un ángel le muestra el "Camino de las Estrellas" y una cruz marcará desde entonces el lugar histórico de tal suceso.

Más real fue comprobar cómo las rutas a Compostela se formaron desde toda Europa..., Suecia, Polonia, los Países Bajos o Turquía; todas estas ramas se fusionaron en cuatro grandes rutas en Francia para continuar como un solo camino hacia Galicia. Otros "caminos" marítimos llegarán procedentes desde la Gran Bretaña y de Irlanda, acercando cada año cientos de peregrinos, y, dentro de la Península, se organizarán igualmente antiguas rutas comerciales con el fin de facilitar al cristiano el cumplimiento de la observancia obligatoria de su fe, visitar los tres centros sagrados de su cultura: Jerusalém, Roma y Santiago. 


La historia jacobea. Historia del Camino de Santiago

Por otro lado, otras tradiciones nos hablarán de orígenes de cultos paganos en Gallaecia, permaneciendo en la oscuridad de los tiempos ocultos en una peregrinación remota en busca de las tierras del occidente que concluyen en Finis Terrae, el “final de la tierra” para contemplar la puesta de Sol hacia el Oeste, un antiguo camino que seguiría el trazado de la Via Láctea, en el que los centuriones romanos construirán los ara solis romanos, altares levantados en una posible relación con esa puesta de Sol por el lugar más al occidente de la tierra. En un sentido u otro, siguiendo la ruta del Sol y las estrellas, este flujo incesante de gente que corría por los campos del mundo, recibirá el nombre de "peregrinación" y sus viandantes, el de "peregrinos".
 


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El fenómeno de la peregrinación en la Edad Media. Culto a las reliquias.

En cualquier caso, es a finales del siglo VIII cuando se difunde en el noroeste de la Península Ibérica la leyenda de que las reliquias de Santiago el Mayor habían sido enterradas en estas tierras tras evangelizarlas, lo que convierte al Campus Stellae en un lugar de peregrinación al compartir las importantes reliquias del cuerpo de un Apóstol; privilegio que hasta ese momento, únicamente recaía en Roma.

La fe cristiana encuentra un importante fundamento en el poder de las reliquias, los restos físicos de un lugar sagrado o de un santo, de objetos con los que los mártires tuvieron contacto, a los que atribuye un poder sanador, apotropáico y talismánico, tan antiguo como la misma fe y desarrollado junto a ella. Las reliquias son más que recuerdos, son la prueba eficaz de que la religión que las posee es la verdadera. El Nuevo Testamento se refiere al poder de curación de los objetos que fueron tocados por Cristo o sus apóstoles, y es así como el cuerpo del santo establece un vínculo espiritual entre la vida y la muerte, entre el hombre y Dios.
Impulsado por la creencia cristiana en la otra vida y la resurrección, es en el poder del alma y en el papel de los santos como defensores de la humanidad en el cielo, que la veneración de las reliquias en la Edad Media llegará a rivalizar con los sacramentos en la vida cotidiana de la iglesia medieval.

Sin lugar a dudas, las reliquias más relevantes fueron las relacionadas con Cristo y su Madre. Las reliquias físicas de Cristo y de la Virgen eran fáciles de encontrar en las principales iglesias, con algunas raras excepciones. Los dientes de leche de Jesús o su prepucio, la cabeza del Bautista o restos inverosímiles de los Santos Inocentes, así como los objetos que tocaron a lo largo de su vida los mártires, los instrumentos de tortura y sus sepulcros, los huesos y restos tales como la madera de la Vera Cruz, las espinas de la corona de Cristo...eran reliquias frecuentes. Las más comunes están asociadas con los apóstoles y los santos locales, que obraron milagros en toda Europa. Todas las reliquias conceden un honor y privilegios a su poseedor, por lo que los monasterios y catedrales procuraron mantener alto su prestigio adquiriéndolas a precios desorbitados en el mercado de reliquias y algunas serían robadas de una iglesia, sólo para encontrar un nuevo hogar en otra.
En este contexto, disponer de unas reliquias formadas por el cuerpo completo de un Apóstol, fue algo excepcional.

 

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Los inicios de la peregrinación a Santiago de Compostela.

El descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago supuso la llegada de peregrinos de todo el mundo con el deseo de postrarse ante los restos del "Hijo del Trueno", en una penitencia individual convertida en retrospectivo recorrido interior, inciático y espiritual. Éste ha de garantizar el perdón de los pecados del peregrino, deseo que también ocupará el devenir por la ruta jacobea de importantes personajes de la nobleza y el clero, que se convertirán en referentes históricos o ejemplarizantes durante su peregrinación. Aunque es difícil buscar un acuerdo, algunos historiadores generalmente opinan que la apertura del Camino francés de Santiago a través de los territorios peninsulares, será realizada en los reinos hispanos durante los tiempos de Sancho III el Mayor de Navarra (1005-1035) y se consolidará durante el gobierno de Alfonso VI de León y de Castilla (1065-1109) y de Sancho Ramírez de Navarra y Aragón (1063-1094), para llegar a su culminación a partir del reinado de doña Urraca (1109-1126), alcanzando su máximo auge durante el reinado de su hijo y sucesor, Alfonso VII de León y de Castilla (1126-1157). Estos 150 años, marcan, el proceso de apertura y estabilidad de la ruta en la que se construyen puentes, albergues, hospitales e Iglesias. Un tiempo sin duda largo, que se agranda sobremanera si consideramos que habían pasado antes otros 200 años más, desde el descubrimiento de la tumba y más si admitimos, que este "Camino Francés", descrito en el Códice Calixtino a mediados del siglo XII, no sólo era el principal, sino que se desplaza a su configuración actual desde el antiguo Camino del Norte, cuando se construye el puente de Nájera, también el primero de los abiertos con destino a Compostela. No hay por lo tanto ningún texto anterior al 700 que haga mención alguna a Santiago en España, del mismo modo que no hay constancia de peregrinación alguna antes del 900, siendo la primera visita documentada de un extrapeninsular, la de Guillermo Fierabrás (970-1029), Conde de Aquitania. Hacia el final del siglo XI, el culto estaba tan afincado que el Papa autoriza al obispo de Iria a trasladar su silla a Compostela, donde se había comenzado a construir una nueva basílica en 1076; con estos datos podemos decir, que ya en esa época, la peregrinación gozaba de fama internacional. Una documentada visita sitúa a Godescalco, obispo de Puy, como uno de los primeros peregrinos eclesiásticos, hacia mediados del siglo X.
 

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El texto y la tradición textual del "Codex Calistinus".

Una de las obras más curiosas de la primera mitad del siglo XII, es el llamado Codex Calixtinus o Liber Sancti Iacobi, una obra en honor del apóstol Santiago, un manuscrito iluminado en el que el texto se complementa con la adición de diversos elementos decorados, como por ejemplo las iniciales mayúsculas, bordes y breves escenas miniadas y se constituye como la primera "guía" del peregrino a través del Camino de Santiago; sin embargo, a pesar de su importancia y el prestigio de su nombre, aún no existe una edición satisfactoria, ya que inmediatamente después de la aparición de la primera, casi todos los ejemplares fueron destruidos deliberadamente y las deficiencias de su contenido se vuelven demasiado evidentes.
La obra en su conjunto consta de cinco partes, de los cuales la IV y V, el conocido Pseudo-Turpin y la Guía para los peregrinos a Compostela, son los más conocidos. El Libro I, es puramente litúrgico, el II contiene los milagros, y el III es la traducción de una especie de inventario de las reliquias según su lugar de descanso final conocido. En el prefacio, el autor real tiene al Papa Calixto II como autor, en un momento en el que hace ya una veintena de años que ha fallecido, mientras que al final de la obra, es el segundo sucesor de este Papa, Inocencio II, el que en una inusual carta papal designa torpemente a dos personas para llevar el manuscrito a Santiago. Todo esto en conjunto, no pueden dejar ninguna duda de que el compilador del Codex Calixtinus es realmente Aimeric Picaud. Aparte del nombre del autor, un detalle más se pone de manifiesto, al conocerse que era un sacerdote, un hecho que resulta incomprensible haber favorecido la obtención de un salvoconducto por el Papa Inocencio para él y su dama de compañía, una flamenca de nombre Gerberga.

El Codex Calixtinus promociona la Peregrinación a Santiago de Alfonso II el Casto, Rey de Asturias, quien viajaría con su corte al lugar, convirtiéndose así en el primer peregrino regio de la Historia. Se cree que mandó edificar una pequeña iglesia en el Campus Stellae y la noticia se propagó rápidamente. A la muerte del rey Casto, Ramiro I afianzó la presencia asturiana en la meseta norte, gracias a su victoria en la famosa batalla de Clavijo (844) donde se fraguaría la leyenda del Santiago Matamoros, montado en su caballo blanco, escena que a partir de aquél suceso adoptaran los reyes cristianos como estandarte en su lucha contra los infieles; al margen de la presencia del santo, espada en mano contra todo pronóstico, algunos estudiosos creen que la datación de la fecha de la batalla no es correcta.

En agradecimiento al Santo, el rey asturiano hizo el solemne voto de ofrecer cada año a la iglesia de Santiago las primeras cosechas y vendimias, así como una parte del botín que se conquistara en todas las expediciones. Este Voto de Santiago se institucionalizó como Ofrenda Nacional en 1643, con Felipe IV, y se repite desde entonces cada 25 de julio.
 

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El declive del Camino

Las convulsiones que acecharon Europa en el siglo XII (peste de 1348), desviaron a los peregrinos potenciales hacia otros destinos. El Camino de Santiago pierde el esplendor de los siglos anteriores. El Cisma de Occidente en 1378 agrava y divide a la Cristiandad. El siglo XV tampoco ayudó a su revitalización, plagado de acontecimientos desagradables en el viejo continente: guerras, hambre, peste, malas cosechas, sequías...
Un hecho histórico va a ser decisivo para el olvido del Camino. El 4 de mayo de 1589, un año después de la destrucción de la poderosa Armada Invencible, una expedición de 200 navíos y más de 15.000 hombres, con el pirata Drake a la cabeza, se presentó en el puerto de La Coruña para asaltar la ciudad, quemar las reliquias del apóstol y atacar Portugal, país que, por aquel entonces, formaba parte de la España de Felipe II. Alarmados por las noticias de que el corsario inglés se disponía a atacar Santiago, el arzobispo, Juan San Clemente, y el Cabildo de la catedral decidieron esconder los restos del apóstol en el ábside de la basílica de forma que estuvieran a salvo si el pirata, como parecía, arrasaba la ciudad. Finalmente, el desembarco de los ingleses fue repelido pero la salvación de Santiago, supuso el olvido de las reliquias que, escondidas con tanto empeño, se perdieron desde finales del siglo XVI hasta la segunda mitad del XIX. Aun así, muchos creyentes seguían acudiendo hasta la tumba del apóstol para cumplimentar su penitencia pero, año tras año, el Camino fue cayendo en el olvido.

El Camino hoy

La peregrinación a Santiago resurge a mediados del siglo XX en un permanente flujo de peregrinos que se intensifica cada año del Jubileo, celebrado cuando la fiesta del Apóstol (día 25 de julio) cae en domingo. Por lo tanto, un año Santo Jacobeo se produce cada 6, 5, 6 y 11 años, en una progresión similar a esta 2004, 2010, 2021, etc... El Camino de Santiago fue declarado "Patrimonio de la Humanidad" el 10 de diciembre de 1993, durante la sesión 17ª de la Unesco, celebrada en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.
 

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