Aquellos edificios inicialmente defensivos vieron como en su interior se empezaron a construir viviendas, iglesias, criptas, y múltiples dependencias como resultado de la implantación del sistema feudal y de los nuevos conceptos ofensivos. La primera versión de los castillos es una versión cimera es decir los castillos, nacidos en el concepto defensivo, se ubican en la cumbres, en los peñascos, en lugares menos accesibles. Es el ejemplo de los castillos cátaros y es la concepción del Castillo de Loarre.
A partir de principios del siglo XIII se agregan torres a las murallas y puertas, la puerta flanqueada por dos torres adquiere un simbolismo de señorío, y también se reguralizan las plantas de los edificios. Es en ese momento cuando los castillos bajan a las llanuras.
Lo que distingue a los castillos románicos del siglo XI es el cambio de aparejo, ahora se construye de manera semejante a las iglesias de la época, con aparición de torres redondas, mientras que en el prerrománico, el aparejo es de espiga y las torres rectangulares o irregulares. Posteriormente, en los siglos XII y XIII los sillares son más grandes y mejor tallados, con lo que las construcciones, en general, son más sólidas.