"De symbolo philosophiae" en la iconografía románica de la Catedral de Jaca
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"De symbolo philosophae"
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Si sapientia Deus est...verus philosophus est amator Dei.
Si la sabiduría es Dios... el verdadero filósofo tiene que ser (es) amante de Dios.
(San Agustín de Hipona, De civitate Dei, lib.8, cap. 1)
De entrada, queremos advertir que este breve y sencillo artículo sólo pretende ser una mirada objetiva a una escultura románica determinada, la de la pequeña lechuza o mochuelo que se halla en la ventana absidial de la catedral de San Pedro de Jaca, Huesca.
Sin miedo a equivocarnos, podemos afirmar que, seguramente, muchos de los teólogos redactores de la iconografía románica fueron fervientes seguidores de la filosofía neoplatónica cristiana. Por eso, debieron pensar que la filosofía les servía para poder reflexionar sobre lo que había dejado escrito Plotino: "¿En qué otro tema emplearía uno normalmente sus ratos de conversación y de estudio más razonablemente que en el del alma?"
Todo texto, fuera de contexto, es un pretexto. También sucede lo mismo con los símbolos. Por eso, desde el principio, queremos dejar claro que este artículo no pretender ser un análisis exhaustivo de la iconografía de la llamada lechuza o mochuelo de Minerva, el símbolo de la filosofía, con la intención de que pueda servir como norma general para el análisis de toda la iconografía románica que lo contiene. Como ya hemos escrito, este breve estudio sólo pretende detenerse en una determinada escultura de la catedral de Jaca.
En el fondo, no deja de ser sorprendente el vivo diálogo que, siempre y a lo largo del tiempo, han mantenido abierto la filosofía y la teología con desiguales resultados.
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«¡Oh, el águila! ¡Qué cosas se dirían el águila de Patmos, la que mira al sol cara a cara y no ve en la negrura de la noche, cuando escapándose de junto a San Juan se encontró con la lechuza de Minerva, la que ve en lo oscuro de la noche, pero no puede mirar al sol, y se había escapado del Olimpo!"».
Unamuno, M.de, Niebla: Nivola, Clásicos Castalia, p.100.
Antes de entrar en la descripción del objeto de nuestro breve estudio, debemos detenernos en un detalle que puede llevarnos a confundirnos: ¿Qué representa la adjunta escultura de la catedral de Jaca?
Palas Atenea, Minerva, es la diosa de los ojos brillantes, los que resplandecen en la noche a semejanza de la mirada de una pequeña lechuza o mochuelo. Palas Atenea es la diosa protectora de la Filosofía, pero también de la Paz y de las Artes. Por eso, la pequeña lechuza o mochuelo es su símbolo y el símbolo del sabio que filosofa, por lo tanto, el symbolum philosophiae.
Sin embargo, la pequeña lechuza o mochuelo no debe confundirse por sus característica morfo-biológicas con el búho (Nota 1) :
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1. La lechuza o mochuelo:
“El pequeño mochuelo de Minerva –Athene noctua, mide 27 cm., pesa 200 gramos y tiene una envergadura que no llega a los sesenta centímetros, sólo raramente grita o charrea”
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2. El búho:
“Un búho –Bubo bubo, de 70 cm., hasta tres kilos de peso y cerca de dos metros de envergadura, que ulula con frecuencia y, además, está coronado por sendos penachos o cuernecillos de pluma–.”
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A través de estas dos fotografías, se pueden ver las diferencias morfo-biológicas que existen entre una pequeña lechuza o mochuelo y un búho. El símbolo de la filosofía de la tradición helénica no correspondería a aquellas representaciones iconográficas en las que el animal representa objetivamente a un búho, un animal que se diferencia de forma clara y rápida por sus dos penachos, esos dos cuernecillos que le sobresalen sobre su cabeza. A pesar de sus posibles ojos grandes y brillantes, los cuernecillos de pluma del ejemplar escultórico de Armentia, Álava, vendrían a poner de manifiesto que nos encontramos ante un búho (70 cm. de altura y hasta tres kilos de peso) y no ante el pequeño mochuelo (27 cm. y 200 gramos) de Minerva, la representación pétrea de Argonilla de Cayón, Cantabria. |
Por eso, a juzgar por cómo está representado el mochuelo de Minerva en la Catedral de Jaca, el teólogo redactor de su programa iconográfico también conocía estas diferencias morfo-biológicas entre un búho y una pequeña lechuza o mochuelo. Si esto es así, también conocía la relación unívoca de la obra escultórica con su posible significado simbólico:
Como se puede comprobar a simple vista en la foto de cabecera, a la pequeña lechuza o mochuelo de la Catedral de Jaca, se le resaltaron unos grandes y brillantes ojos, pero no le pusieron penachos o cuernecillos de plumas.
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La pequeña lechuza o mochuelo de la catedral de Jaca está esculpida en una de las dos columnas de un ventanal decorado con una arquivolta en el ábside meridional; un ábside que fue recortado al aumentar el tamaño del ábside central. Pero es una escultura que no está sola. ¿Qué otra iconografía esculpieron junto a la lechuza?: Junto a la pequeña lechuza, el teólogo redactor hizo esculpir un Green Man: |
En el otro capitel del ventanal del ábside meridional de la Catedral de Jaca, el teólogo redactor proyectó la escultura de un Green Man, o el hombre de cuya boca sale la naturaleza. En la catedral de Jaca, en uno de los ventanales de su triple ábside, se acabaron colocando juntas dos iconografías de naturaleza pagana que, sin embargo, comparten el hacer referencia al noble arte de la elocuencia, es decir, al uso racional de la palabra. |
No obstante, ahora nos podemos hacer una pregunta retórica fácil de responder: ¿No entra por el ventanal absidal la luz, símbolo de Cristo?:
"In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum." (Jn.1, 1)
Antes de continuar este análisis iconográfico, es justo recordar que, al menos, en una línea de pensamiento cristiano, la neoplatónica, los filósofos no fueron vistos de forma negativa. Y no fueron vistos de forma negativa porque llegaron a identificarse con los santos en su capacidad de investigar las cosas a través de la verdad:
“Sin embargo, yo he considerado que los santos y los filósofos, expertos en la investigación veraz de las cosas, profesaron públicamente la doctrina de este modo a causa de los hombres ignorantes, entregados enteramente a la carne como las bestias y los animales irracionales, para que no cayeran en la carne y se entregaran a sus deseos, sino para que amedrentados por tal vileza de la criatura irracional, habiendo corregido sus costumbres se elevarán a la dignidad de la naturaleza racional en la que fueron creados.”
(Juan Escoto Eriúgena)
Tanto los santos como los filósofos obtendrán la misma recompensa: la de elevarse a la dignidad de la naturaleza racional en la que fueron creados. Tal vez, por eso, en el Románico, se acabaron esculpiendo algunas pequeñas lechuzas o mochuelos que terminaron colocadas en sitios que, iconográficamente hablando, podemos calificar de significativos. Los santos y los filósofos, unidos por el uso de su naturaleza racional, pueden acceder a contemplar la verdadera luz, la naturaleza divina de Cristo.
Seguramente y en contra de lo que hemos leído en algunos estudios, no todas las lechuzas o mochuelos que andan esculpidos por el románico hispano se deban interpretar como un simbolismo negativo. Además, como ocurre en el caso de la catedral de Jaca, su ubicación (ventanal absidal) y la figura que se esculpe en su capitel contiguo (Green Man) parecen ser toda una declaración de principios que apunta hacia la idea de la resurrección o el renacer del hombre, porque, además, no debemos olvidar que, por entre medio de estas dos esculturas, entra la luz (el gran símbolo de Cristo resucitado) al ábside interior del templo.
Por lo expuesto, parecería que mientras que las pocas representaciones románicas evidentes de la pequeña lechuza o mochuelo de Minerva (como la que ahora analizamos colocada en el ventanal del ábside de la catedral de Jaca) tendrían que ser interpretadas simbólicamente con connotaciones positivas; las representaciones iconográficas de los búhos (muchos de ellos colocados en canecillos) lo podrían ser a través de connotaciones negativas.
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Con la intención de buscar la objetividad de estas representaciones escultóricas de la lechuza de Minerva, este pequeño artículo quiere dejar constancia de los siguientes datos:
1. La escultura de una pequeña lechuza o mochuelo, como posible símbolo de la filosofía, ocuparía las partes nobles del templo, mientras que la representación iconográfica del búho, con valor negativo, se ubicaría en espacios menos privilegiados del templo.
2. Dependería del programa iconográfico del taller que esculpe esas imágenes.
3. La teología propia de un taller condiciona la ubicación de estas esculturas románicas.
4. Por lo tanto, no serían piezas escultóricas de segundo orden con una simbología espiritual menor que carecen de valor simbólico.
Dado el carácter didáctico catequético que los grandes especialistas han postulado para la iconografía escultórica del Románico, parece claro que no se puede equiparar el valor simbólico de la pequeña lechuza o mochuelo de Minerva con la del búho.
Por eso, creemos que la pista de esta diferenciación simbólica (connotación positiva para la pequeña lechuza o mochuelo / connotación negativa para el búho) se encuentra precisamente en el programa iconográfico de la Catedral de Jaca que, brevemente, estamos analizando.
Como estamos describiendo, en los capiteles historiados de un ventanal del ábside de una catedral cristiana, se encuentran dos iconografías de naturaleza pagana: una pequeña lechuza o mochuelo y la representación de un Green Man. En definitiva, en una parte noble del templo, dos esculturas que, en un principio, no se pueden explicar a través de la simbología cristiana. Es decir, debido tanto al origen pagano como a la ubicación de estas dos imágenes, se pueden plantear:
1. En la Catedral de Jaca, en el ventanal de uno de sus ábsides, se acabaron colocando dos imágenes paganas con valor didáctico-catequético cristiano.
2. Estas dos esculturas (la de la pequeña lechuza o mochuelo de Minerva y la del Green Man) no carecen de significado teológico y, por eso, no son dos imágenes vacías de contenido cristiano.
3. Su valor es más teológico que moral.
4. Por lo tanto, no nos encontramos ante una primera manifestación del arte por el arte, ya que no se esculpieron piezas carentes de significado teológico, que es tanto como decir, con valor catequético.
Además, no se debe olvidar que la luz, que simboliza a Cristo resucitado, acaba pasando por el ventanal de un ábside de una catedral cristiana entre el símbolo del renacimiento interior de la naturaleza, el nacer de cada primavera (Green Man) y el símbolo de la filosofía (la lechuza), el símbolo del renacimiento interior del hombre. Sin miedo a equivocarnos, podemos afirmar que estos tres símbolos (la luz de Cristo resucitado, el Green Man y la pequeña lechuza o mochuelo de Minerva) son un buen símbolo trinitario que habla, a modo de ejemplo, de la idea de resurrección.
Este símbolo trinitario se convertiría, en este ábside de la Catedral de Jaca, en una correcta analogía de la Trinidad cristiana:
1. A la persona de Dios Padre, le correspondería la representación iconográfica del Green Man, el hombre de cuya boca brota cada año la naturaleza, el Dios Creador.
2. A la persona de Dios Hijo, le correspondería el símbolo de la luz que penetra por el ventanal, el Dios que se encarna y resucita.
3. A la persona de Dios Espíritu Santo, le correspondería el símbolo de la pequeña lechuza o mochuelo de Minerva, el Dios que no ha abandonado al hombre y que sigue inspirándolo a través de su palabra.
Sin lugar a dudas, en el ábside meridional de la Catedral de Jaca, la escultura de una pequeña lechuza o mochuelo representa a Minerva, convirtiéndose así en el symbolum philosophiae. Al poderse leer de esta forma, esta pequeña escultura adquiere todo un significado simbólico unívoco junto a la otra representación iconográfica de origen pagano, el Green Man, y la luz que penetra por la ventana.
Mientras tanto y a través de los siglos, tal y como esperaba el redactor teológico de este programa iconográfico, estas dos imágenes pétreas siguen observando, rígidas e inmóviles, cómo la luz se cuela viva entre ellas convirtiéndose para los cristianos en el gran símbolo teológico de Cristo resucitado:
“Ego sum lux mundi, qui sequitur me, non ambulabit in tenebris, sed habebit lucem vitae”.
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá luz de vida.”
(Jn. 8, 12).
Nota 1: Utilizamos las diferencias morfo-biológicas entre una lechuza o mochuelo y un búho que se encuentran en lechuza.org., (lechuza, la documentación filosófica en español).
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