Durante todos estos años, en Círculo Románico, hemos buscado acercar los contenidos de las diferentes colecciones iconográficas a todos los públicos. En este sentido, no hemos dejado de reflexionar sobre el trabajo realizado a través de las diferentes técnicas. También hemos estudiado la obra de los maestros artesanos, analizando no solo la estética del conjunto de sus imágenes o la evolución estilística de un determinado taller. De hecho, siempre hemos querido ir un paso por delante haciendo hablar a las mismas imágenes, buscando el pensamiento que se esconde detrás de lo que llamamos detalles plásticos.
Por este motivo, no hemos querido quedarnos en la simple descripción de la historia que narran las imágenes y siempre hemos buscado la expresión del pensamiento de las diferentes escuelas. Somos conscientes de que los conjuntos iconográficos, en todas sus manifestaciones, diseñados para un monasterio benedictino no buscaban expresar las mismas ideas filosóficas, teológicas o incluso científicas que los realizados para los claustros e iglesias de las canónicas agustinianas. Las imágenes podían narrar las mismas historias, pero sus detalles plásticos evocaban ideas de pensamientos diferentes. De hecho, todavía hoy en día, las evocan.
En Círculo Románico, no hemos dejado de ser conscientes de una realidad. El estudio del Arte Románico obliga a una lectura pausada de las diferentes iconografías ejecutadas utilizando un conjunto de técnicas muy diversas. Por eso, no solo se debe realizar una correcta lectura sino también un constante ejercicio ocular que, a través del análisis de los detalles plásticos, permita reconocer de forma acertada las diferentes temáticas. El mensaje expresado por las manos de los grandes maestros artesanos y las diferentes historias que nos cuentan sus imágenes llegan mucho mejor al receptor cuando este conoce el pensamiento del maestro en teología que ideó una determinada iconografía.
Por estas razones, jamás hemos olvidado que la contemplación del Románico exige, desde el punto de vista artístico, un mayor esfuerzo y una mejor disposición por parte del espectador que la que requiere el estudio de otros períodos artísticos. Es una obviedad que, sin los adecuados referentes culturales, su estudio se puede acabar convirtiendo en algo más cercano al análisis del arte por el arte que a la reflexión de una obra artística que, en la mayoría de las ocasiones, está expresando un fuerte contenido religioso, sin olvidar lo mistérico y hasta lo iniciático. Por cierto, en Círculo Románico, ya estamos preparando nuestras cámaras fotográficas para intentar captar los milagros de la luz que se producirán el próximo equinoccio de primavera. Esperamos que todos vosotr@s, también.