Hola a todos
Poco a poco, que ya dijimos que está todo muy revuelto. Sin embargo, conviene no olvidar que, dentro de la Iglesia romana, también ha habido hombres buenos en todas las épocas históricas y Pedro el Venerable fue uno de ellos, por eso es santo, ¿no?
Me parece que os toca leer un poco:
“Una segunda preocupación fue la apologética, en la creencia de que un diálogo verbal podía ser más eficaz que el de las armas o el de la incomprensión, lo que les llevó a la traducción del Corán, primero al latín y luego a distintas lenguas romances, y de otros textos religiosos, como la apología del cristianismo compuesta por ‘Abd al-Masîh al-Kindî.. El impulsor de este interés por la esfera religiosa fue el abad de Cluny, Pedro el Venerable, interesado en dar al cristiano, como dice J. Jolivet. un conocimiento de obras básicas sobre la religión musulmana, puesto que pensaba que los «sarracenos» son hombres inteligentes y doctos, cuyas bibliotecas están llenas de libros sobre las artes liberales y el estudio de la naturaleza, de cuyo saber los cristianos han de apropiarse.
La realidad de este giro, difícil de captar, puede apreciarse, en cierta medida en la visión que sobre el Islam ofrecen los pensadores de los siglos XI y XII de que se ha ocupado J. Jolivet en uno de sus artículos ya citado. San Anselmo, Adelardo de Bath, Pedro Abelardo y Pedro el Venerable. En los cuatro está presente. implícita o explícitamente, la idea de que entre los árabes la razón es considerada como algo cuyos derechos son superiores a los de la autoridad. San Anselmo, en el Cur Deus horno, obra dirigida a judíos y pagani (= musulmanes), no quiere apelar a las autoridades de la Escritura y la expone siguiendo un método que se atiene al más puro uso de la razón. Adelardo de Bath transmite la idea de que de los árabes se aprende la ciencia moderna bajo la guía de la razón. Pedro Abelardo, en su Dialogo entre un filósofo, un judío y un cristiano, establece la idea de la íntima conexión entre ley natural y ley cristiana, entre la razón filosófica y la revelación, siendo el «Filósofo» un personaje imaginado por Abelardo como nacido en tierras del Islam. Pedro el Venerable, en fin, reconoce en los musulmanes no sólo su carácter de racionales, sino también el de ser capaces de razonar (non solum rationales, sed rationabiles). Concluye su articulo J. Jolivet señalando la variedad de estos cuatro autores, pero recordando su proximidad histórica.
Parece oportuno, por consiguiente, hablar de la aparición de una nueva conciencia de la razón, cuyas primeras señales de fecundidad están en los dialécticos del XI, que se apuntalan poco a poco en las obras de San Anselmo y Pedro Abelardo, en el ámbito filosófico, y de Adelardo de Bath y Pedro el Venerable en los ámbitos científico y religioso, y fraguan definitivamente en la segunda mitad del siglo XII, cuando la razón dialéctica, fortalecida por la razón científica, quiere hallar en la filosofía árabe no sólo fundamento y consolidación, sino también punto de apoyo para alcanzar su pleno desarrollo. Se trata, en definitiva, de una nueva forma de hacer y pensar, que tiene como personaje central al « intelectual », figura que será a partir de ahora el representante de la cultura y del que nacerá la institución universitaria.”
(Rafael Ramón GUERRERO, Algunos aspectos del influjo de la filosofía árabe en el mundo latino medieval)
Y si, entre los cristianos, hay alguien que en sus escritos hable de filosofía, razón, principio de autoridad,... este es Juan Escoto Eriúgena:
«La autoridad, en efecto, se deriva de la verdadera razón, pero no la razón de la autoridad. Y toda autoridad que no se conforma con la verdadera razón tiene poco valor. La verdadera razón, por el contrario, porque es firme e inmutable por fuerza propia, no tiene necesidad de ser reforzada por cl concurso de ninguna autoridad. La verdadera autoridad, me parece, sin embargo, no es otra cosa que la verdad encontrada con la fuerza de la razón y transmitida por escrito por los santos Padres a la posteridad por su utilidad» (Eriúgena, Periphyseon)
Y esto lo conocía Robert de Ketton y, también, por el contexto del artículo que acabamos de conocer, Pedro el Venerable. Tal vez, por eso, en el arcedianato de la Valdonsella no exista ningún templo puesto bajo la advocación de San Pedro. Ya callo y hasta mañana, que marcho a una reunión de baloncesto. Un abrazo a tod@s
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