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El primero respecto a esta parte de la cita:
“Y ello nos lleva a otra conclusión: quienes concluyen el templo y buscan el lugar donde depositar la teca de consagración, conocen perfectamente el programa iconográfico que iba a pintarse en el cilindro absidal.”
En esta parte de la cita, se identifica a los constructores del templo con los que colocan esa lipsanoteca porque, además, conocen el programa iconográfico que se pintará. Si fuese esto cierto, habría que llevar estas pinturas a la época de la construcción del templo y por sus características lombardas hacia finales del XI o principios del XII. Pero, como escribí ayer, no se debe olvidar que la lipsanoteca es un elemento móvil que puede cambiarse de sitio y que, agujeros como este de Bagüés, también lo hemos visto practicado en el ábside de Biota. Pero, hay más.
Ahora no debería olvidarse que no se posee la fecha de consagración del templo de Bagüés. Además, tampoco ha llegado hasta nosotros una posible datación en el pergamino de esta lipsanoteca. Es más, en la documentación que nos ha llegado del arciprestazgo de la Valdonsella, hay evidencias de que en este arcedianato, en algunos casos, se produjo una demora significativa entre la posible existencia del templo y su consagración. Pongamos como ejemplo el caso de la cabeza de este arcedianato, Santa María de Uncastillo. En el documento 1 de su Cartulario, fechado en diciembre de 1099, ya se habla de Santa María de Uncastillo, pero su consagración no se realiza hasta 1155, como confirma su documento número 26, fechado el 1 de noviembre de ese año de 1155, es decir, más de 50 años de diferencia entre la evidencia de un templo dedicado a Santa María y su posterior consagración.
Vayamos ahora con la segunda parte de la cita: “Es evidente que el hecho de haber desviado de la línea media la localización de la lipsanoteca, supone la confirmación evidente de que deseaban que quedase exactamente bajo la cabeza de Cristo.”
Hasta ahora, hemos utilizado el Comentario al Evangelio de San Juan que realizó Eriúgena para explicar la casi totalidad de los detalles plásticos de la iconografía de Bagüés. ¿Se podrá utilizar el mismo Texto de Eriúgena para dar una razón teológica que justifique por qué se acabó escondiendo la lipsanoteca justo debajo de la cabeza de Cristo?
Aunque la lección teológica es algo larga, utilizaré dos citas breves para no cansaos, ya que están en latín. La primera dice: “Animus itaque, id est, intellectus ómnium, Dei Filuis est.” En pocas palabras, el alma, es decir, la inteligencia de todos, está (es, reside, se encuentra) en el hijo de Dios. A más de uno, esta cita le podrá parecer tomada por los pelos, aunque se acabe identificando el alma como la inteligencia. Pero, precisamente, ¿dónde reside la inteligencia del hombre? Ya sé que alguno pensará que, por no salir, no sale ni la palabra cabeza. ¿Mejoramos esta nota con una segunda cita?
“Caput mulieris vir, caput vir Christus, caput Christii Deus; ac si aperio diceret: Animae rationalis caput est vir ejus, intelectus ejus, ipsius vero intellectus caput est Christus.” Es decir y en palabras rápidas, a partir del versículo 25 del capítulo V de la Carta a los Efesios: “porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo”, Eriúgena realiza la identificación: la cabeza racional del alma es el hombre este (Cristo), la inteligencia es éste, verdaderamente la cabeza de la inteligencia es Cristo.
Aquí está la justificación teológica que permite insertar la lipsanoteca en la cabeza de Cristo dentro de un conjunto pictórico planteado a partir del pensamiento teológico de Eriúgena. Pero, tampoco se debe olvidar que Cristo es presentado en este texto de la Carta a los Efesios como cabeza de la Iglesia. Una vez más volvemos a referencias que ya hemos sacado en otras ocasiones para justificar la poca presencia significativa de San Pedro en el programa iconográfico de Bagüés. Además, no se debe olvidar que para Eriúgena la Iglesia la componen tanto los hombres como los ángeles: “Ahora bien, Cristo es el hombre perfecto en el que todas las cosas se han cumplido; y la plenitud de esa edad es el cumplimiento de la salvación de la Iglesia Universal que ha sido constituida en los ángeles y en los hombres.”
Ya tenemos el contexto teológico que permite que, en esa lipsanoteca, se haya podido meter junto a las reliquias de San Acisclo, Santa Engracia, San Julián, Santa Basilisa, San Cristóbal las del mismo arcángel San Miguel. Por cierto, ¿en qué consistiría la reliquia de San Miguel?. Por último, tal vez mañana, si tenemos tiempo, comentemos que tiene en común el conjunto de todas estas reliquias desde el punto de vista teológico.
Creo que, de nuevo, lo hemos conseguido. La presencia de la lipsanoteca detrás de la cabeza de Cristo en las pinturas murales de Bagüés se puede justificar teológicamente por el pensamiento de Juan Escoto Eriúgena. Ya callo. Un abrazo a tod@s
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