Hola a todos
Antes de nada, la entrada es un poco larga, pero creo que vuelve a ser interesante, pues sigue acotando este espléndido misterio de Bagüés. Espero que las personas que todavía podáis seguir el desarrollo de este tema y no os hayáis cansado, no os estéis aburriendo mucho. En el fondo y en la forma, nuestra intención es sólo una, poner de manifiesto la originalidad teológica de la magnífica iconografía de Bagüés. Aunque, para ello y como escribí ya ayer, tengamos la sensación de haber perdido la batalla de antemano. Esto está escrito y explicado así y ya está, no te mates más la cabeza, como diría mi madre. Pero, bueno, ahí están las dudas.
Ante la actuación que se realizó con la lipsanoteca de Bagüés, que se acabó escondiendo detrás de unas pinturas saltándose así la norma del rito romano que se estaba introduciendo, podemos postular que tal acto se hizo por una de las tres siguientes causas:
1. Se querían esconder de los posibles ladrones de reliquias
2. Seguían una costumbre litúrgica
3. Se pretendía algo nuevo
Es evidente que la primera posibilidad era práctica. Si los ladrones de reliquias entraban al templo y rompían el altar para robarlas, escondiéndolas de la forma que se hizo dentro del programa iconográfico, nadie las encontraría jamás. Pero, cuando la frontera está estabilizada y alejada de Bagüés, ¿correrían muchos ladrones de reliquias por la Alta Valdonsella? Además, ¿quién podría ser el comprador de esas reliquias?
Intentemos analizar el segundo supuesto: seguían una costumbre litúrgica. Está claro que se está apartando de la costumbre romana, franca, visigoda e incluso griega de colocar las reliquias en el sepulcro del altar. Pero, en la misma caja, en el lateral de la lipsanoteca, hay una evidencia, esas letras visigóticas. No sólo eso, también está el hecho de que se trate de una reacción hispana, pero resulta que nos encontramos ante un templo relacionado directamente con el monasterio de San Juan de la Peña, el primero en adoptar el rito romano. Por lo tanto, es de suponer que, por las mismas fechas que se adoptase en San Juan de la Peña, se haría en Bagüés.
Pero, además, para los que pudiesen apuntar una posible reacción hispana para seguir manteniendo la antigüedad de la datación de estas pinturas, se debe tener presente la difícil relación que mantuvo, desde sus orígenes, el rito visigodo con la costumbre de pintar las paredes de sus templos. Así, en el Canon 36 del
Concilio de Elvira se declara:
“En la Iglesia no puede haber pinturas. No se debe pintar en las paredes algo que deba ser venerado y adorado." Por aquí, parece ser que tampoco avanzamos.
¿Qué ocurre con el segundo supuesto: seguían una costumbre litúrgica? De entrada, el suceso de Bagüés se presenta como insólito y, además, no parece que, de momento, exista documentado ningún otro caso en el que el depósito de las reliquias se esconda detrás de un programa iconográfico pictórico. Sin embargo, sabemos que el esconder una lipsanoteca detrás de una representación artística de un Cristo crucificado no es un tema nuevo por esas fechas. De hecho, es una costumbre documentada ya, entre otras, en época carolingia y que también se registra en el arte románico catalán. Conocemos que existen Maiestas Dómini o esculturas de madera de Cristo crucificado por toda Europa en las que se escondían arquetas de reliquias. Reflexionemos sobre este caso ayudándonos de algunos ejemplos extraídos del románico catalán y del europeo. Una vez más, vais a tener que leer un poco de una magnífica fuente bibliográfica:
“Esta afirmación rotunda de la imagen, que hace presente la santidad, no es más que las reliquias de los santos escondidas -a la vista: no al conocimiento de su existencia- en los reconditorios de las partes posteriores de algunas de las majestats catalanas de en torno al siglo XII… En la escultura, que corresponde a sant Joan de les Abadesses (fig. 108) aparece la confección y colocación de los paquetes de reliquias, bien ajustados a la capacidad del orificio. El acta de inclusión de las reliquias en el reconditorio lleva la fecha del 1147.
En el Principado las reliquias siempre han sido halladas en la cavidad abierta de la espalda (in truncho, en Lucca470; inter scapulas, sant Joan de les Abadesses). Fuera de Catalunya se encuentran ejemplos de imágenes con reliquia instaladas en aberturas sobre el pecho: la del Landes Museum, en Münster, o la del Museo de Gotland. Para el románico en Catalunya el reconditorio acostumbra a ser rectangular, con un pequeño escalón para ajustar la tapadera, que queda totalmente disimulada bajo una capa de yeso y pintura… De hecho, la existencia de la cavidad sólo se puede constatar por el sonido hueco que produce al golpear sobre la tapadera. Existen noticias de reliquias colocadas en otros lugares de la imagen del Crucificado. Un documento de hacia el año 1200 habla de un Crucifijo cujus venter plenus erat reliquiis et gemmis pretiosissimis. A través de otro documento se sabe que con motivo de la ruptura accidental de una gran cruz (post confractionem magnae crucis) se encuentran las reliquias in concavo capitis crucifixi, reliquias que el día de Ramos son nuevamente colocadas en la cavidad de la cabeza del Crucificado, y entre las cuales consta una de la Vera Cruz.”Pero claro, todo lo leído, es un extracto de algunas páginas de la magnífica tesis doctoral de Alfons Puigarnau,
Imago Dei y lux mundi en el siglo XII, la recepción de la teología de la luz en la iconografía del Pantodrátor en Catalunya, y ya se sabe, no puede faltar la teología de Juan Escoto Eriúgena Eriúgena:
“Parece que la reliquia permite una mayor abstracción de la imagen. Dada la gran presencia sobrenatural que se consigue con una reliquia escondida, recóndita, en alguna parte de la imagen, ¿para qué esforzarse en conceder a la imagen una semblanza con la realidad antropológica de Cristo y de los santos?... Ahí la reliquia está, de algún modo, cubriendo un vacío estético, el vacío entre la realidad vista y la realidad del misterio, que arranca siempre de lo sensible pero que, en un momento determinado, se desvincula del símbolo y se hace literal, sugiriendo más lo que no es que lo que es. Ahí radica una de las claves de la teología areopagítica que hereda Juan Escoto Eriúgena. Es un juego de ausenciaspresencias, de apofanías-catafanías, que Escoto, citando a san Agustín, a veces expresa en términos muy bíblicos como los siguientes: “‘Adán duerme, y Eva es hecha: Cristo muere y la Iglesia es hecha’. Mientras Adán duerme, Eva es hecha de su costado: cuando Cristo está muerto, de su costado abierto fluyen los sacramentos sobre los cuales su Iglesia es construida. Porque la Sangre permanece para la consagración del Cáliz; el agua (de su costado abierto: se entiende) para la consagración del bautismo””.A lo mejor no íbamos tan desencaminados al proponer para la lipsanoteca escondida y el conjunto iconográfico de Bagüés una interpretación teológica extraída del pensamiento de
Juan Escoto Eriúgena. Sin embargo, lo que está claro es que, además de otros detalles significativos que ya iremos comentando, no se deben pasar por alto dos datos:
1. La costumbre de introducir reliquias en representaciones iconográficas de la Maiestas Dómini o Cristo crucificado nos remite al siglo XII e incluso a principios del XIII, recordemos el ejemplo de dos fechas documentadas:
a) 1147 para la Maiestas Dómini de sant Joan de les Abadesses, una fecha que coincide con la de la época histórica en la que Robert de Ketton está en pleno apogeo de su cargo como arcediano de la Valdonsella y, además, se corresponde, con unos pocos años después de la venida de Pedro el Venerable de Cluny a tierras hispanas.
b) Parece ser que, en un documento del año 1200 y fuera del ámbito catalán, se habla de reliquias metidas en la cabeza de un crucificado; pero, a diferencia de las de Bagüés, estas reliquias se pueden extraer, ya que se sacaban cada Domingo de Ramos.
2. En las Maiestas Dómini del románico catalán, las reliquias siempre han sido halladas en la cavidad abierta de la espalda, jamás dentro de la cabeza como sucede en Bagüés.
Seguimos avanzando, poco a poco, muy poco a poco. Lástima que, en Bagüés y tal y como se puede apreciar en la fotografía adjunta, no apareciese una datación como sí ocurrió, por ejemplo, en la lipsanoteca guardada en el interior de la Maiestas Dómini de sant Joan de les Abadesses, 1147, ¿no?.
Parece ser que, en Bagüés, nos movemos por una práctica litúrgica común en los siglos XII y XIII (introducir lipsanotecas en representaciones iconográficas de la Maiestas Dómini), pero que aquí parece apuntar maneras originales tanto por su ubicación (tras la cabeza del crucificado) como por el modo artístico escogido, una imagen (no esculpida sino pintada) dentro de un conjunto más amplio, todo un programa iconográfico. Sea como sea, por ahí anda la filosofía teológica de
Juan Escoto Eriúgena. Ya callo.
Un abrazo a tod@s