El rey de los altísimos, un día, del frigio Ganimedes en el amor
ardió, y hallado fue algo que Júpiter ser prefiriera,
antes que lo que él era. En ninguna ave, aun así, convertirse
se digna, sino la que pudiera soportar sus rayos.
Y no hay demora, batido con sus mendaces alas el aire,
robó al Ilíada, el cual ahora también copas le mezcla,
y, de Juno a pesar, a Júpiter el néctar administra. Ovidio MEtamorfosis.
Queridos amigos:
Ganimedes era un príncipe troyano que cuidaba los rebaños de su padre, el rey de Troya. Zeus se enamoró de él, el más bello de los mortales. La versión más frecuente dice que se conviertió en
águila (
la que pudiera soportar sus rayos),
lo raptó y lo llevó al Olimpo entre sus garras convirtiéndolo en copero de los dioses en compañía de Hebe, hija del dios y de su esposa Hera. Allí servía néctar y ambrosía, la bebida y la comida de los dioses. En compensación por el rapto, Zeus regaló al padre de Ganimedes una copa de oro y unos caballos divinos. Ganimedes pasó a formar parte del cielo como la constelación Acuario.
Sarcófago helenístico en Aphrodisias, Turquía.
El hecho de traeros este relato viene motivado por el interesantísimo tema abierto por Eadan sobre
Jaca, de cuyo templo nos muestra un capitel con un parecido formal a éste que os pongo a continuación, y que también incluye en una de sus entradas:
Moissac.
La cuestión es que en
Vezelay, donde encontramos varios capiteles haciendo referencia a temas clásicos, esta identificado uno como el
Rapto de Ganimedes, en el cual se ve un águila llevádose a un joven pastor y a su perro ante los lamentos del afligido padre:
En estas dos tallas, además de los motivos del perro, la cabra o la copa, encontramos el detalle del gorro frigio, que lo identifica como habitante de Asia:
Espero que este viaje mitológico ayude en algo a la investigación en curso, o en todo caso, que os haya gustado tanto como a mí. Os dejo con otros dos ¿ascendidos o simplemente picoteados? de Santa María la Nueva, en Zamora. Desde luego, el picotazo no debe doler mucho en vistas de la sonrisa...
Por la contemplación, en la que somos levantados sobre nosotros mismos, nos hallamos como elevados en los aires. San Gregorio Magno.
Abrazos.