También resulta muy llamativo comprobar cómo el hispalense reflexiona acerca de las inestables circunstancias históricas de la corona visigótica del momento, en relación con la luz de las Sagradas Escrituras, especialmente a partir del libro de Isaías, donde el profeta bíblico desarrolla imágenes textuales del castigo que se impartirá a Israel a raíz de sus pecados, al tiempo que exalta la idea de un puñado de elegidos que va a ser salvado.
Hay que matizar en este punto que contraponiendo en parte lo anterior, Jeremías plantea que el pueblo en su conjunto sería rescatado por la compasión de Jahvé, mientras que el 'primer' Isaías trabaja especialmente la idea de elección de un resto que -por permanecer firmes en la justicia- serán salvos de la ira divina, y aunque Isidoro interpretará estos textos con todas las mediaciones de la tradición patrística largamente desarrollada a estas alturas, lo hará de manera muy particular bajo la influencia de Agustín.
Isidoro identifica con el de Hipona de modo preciso a este resto al que Isaías aludía, con la iglesia, una nueva nación que, a causa de su fe en el Enviado, había desplazado a Israel bajo su alianza con Dios. Fuera de la iglesia no existía posibilidad alguna de salvación. Finalmente y a partir de la herencia intelectual e histórica del III Concilio de Toledo, Isidoro deposita la conducción de la feligresía asentada en las Hispanias en el
rex gothorum, pero muy especialmente de esta manera, para Isidoro los asuntos de la
respublica, son directa y llanamente los asuntos de la
Ecclesia.
Pero es que además, esto no implicaba un apoyo incondicional a la monarquía y menos aún a la persona del monarca de turno. En la
Chronica, la realeza -como tal-, apenas recién aparece a partir de la segunda edad en la curva descendente de los tiempos, mientras que en
Etymologiae IX, la condición de rey se enlaza enfáticamente al ejercicio de la piedad y la justicia; en Toledo IV vuelve sobre las obligaciones regias, y finalmente en
Sententiae resume y profundiza su planteamiento, que con algunos matices define sin variar la postura de Isidoro acerca de la realeza, cuando esta resulta a todas luces un mal necesario o cuando bajo estos reparos, el hispalense remite la presencia de malos reyes a una desviación del pueblo, y propone en consecuencia corregir el extravío antes. Como podemos ver, la eclesiología isidoriana brega por el respeto al orden y a las jerarquías asentadas a través de criterios probados por la tradición, cúmulo de enunciados y prácticas que el Doctor se está encargando de instituir, desde un orden netamente superior a la Corona.*
NOTAS:
----------- «Reges quando boni sunt, muneris esse Dei; quando vero mali, sceleris esse populi. Secundum meritum enim plebium disponitur vita rectorum, testante Iob: Qui regnare facit hypocritam propter peccata populi. Irascente enim Deo, talem rectorem populi suscipiunt, qualem pro peccato merentur. Nonnumquam pro malitia plebis etiam reges mutantur, et qui ante videbantur esse boni, accepto regno fiunt iniquit». Isid. Hisp., Sent. III, LXVIII, 11.