Fenomenal, Fundibulo. Ahí tenemos su antigüedad, al igual que la planimetría; es una pena que no esté escalada:
Aunque el plano incluido en el estudio de Doña Inmaculada Ríos Collantes de Terán y Don Antonio Sánchez de Mora -disponible en Dialnet-, no incluye un escalímetro, verificamos la proporción entre la planta de la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave, en Zamora, y la correspondiente a la de San Juan Bautista de Aznalfarache por superposición, revelando la proporción característica coincidente con lo visigodo de manera muy efectiva, tal y como sucedió en San Antonio de La Cabrera de -Madrid-, como consecuencia de la modulación empleada en su replanteo y que posteriormente parece ser que se respeta, tanto en la mezquita como en el templo mudéjar.
El resultado obtenido en esa presunción, es el que se expone en la siguiente comparativa y que como vemos, aproxima límites de la cabecera y algunos aspectos esenciales de su arquitecuta básica, a pesar de las diferentes refundaciones y reconstrucciones efectuadas a lo largo de los siglos:
No nos pronunciamos sobre el minarete, ni sobre la espadaña -pocas son las que pertenecen a la 'época' del románico-, por carecer de otros elementos de juicio para este interés y al permanecer su trazado exento del general de tal edificación primigenia.
En el estudio aportado de la edificación mudejar, también se dice que la portada actual fue 'añadida' a los pies del edificio, hecho que igualmente parece coincidir tras el límite del trazado del desparecido muro oeste del templo visigodo.
Sobre la profundización de los cimientos, herederos de la tradicion romana, conocido es que las construccciones visigóticas no profundizan su cimentación en exceso en este tipo de edificiaciones, siendo accesible contemplar superficialmente en algunas zonas de otros templos, enormes bloques de grandes proporciones empleados para aquella función:
DETALLE MURO SANTOS MÁRTIRES (Medina Sidonia)En cuanto a lo del color de la piedra empleada y que comentas líneas más arriba, me gustaría verificases lo relativo a algunos emplazamientos románicos de Ávila y la procedencia de su material, extraída la mayor parte de las veces de canteras más o menos distantes a la propia ciudad. De la misma manera, es de suponer -especulando todavía más-, que el río a su paso por la ciudad de Sevilla es navegable, por lo que el 'envío' de piedra pudo llegar fácilmente desde cualquier cantera relativamente próxima, situada o accesible desde algún punto cercano al recorrido fluvial. Conviene recordar aquí a modo de ejemplo, la utilización e importancia de la piedra ostionera, empleada en la construcción de la Catedral de Sevilla, pero obtenida y transportada desde las canteras de Puerto Real, en Cádiz.
Muchas interrogantes, pero al menos interesantes en cuanto a su hoy desdibujada existencia entre los restos arqueológicos, a la vez que profundas muestras identificativas de la recepción y fusión de importantes sesgos artísticos que nos identifican, de manera inexorable, en el mismo centro de interés de las principales culturas europeas y del mediterráneo durante la baja edad media.