Queridos amigos:
Las campanas de mi "monasterio" (¿hora
tercia?) han llamado a interrumpir mi
labora estudiantil y sumergirme en esta grata "oración" del desayuno con vosotros. Precisamente, y en honor a la referencia de Miguel, abro hoy esta entrada con varias escenas del cenotafio de los Mártires que, según E. Rodriguez Almeida, se corresponden con el lema benedictino del
ora et labora:
Un arpista interpreta música para que dos monjes recen el oficio: uno joven, el primero por la izquierda de la siguiente imagen, y otro mayor, el que le sigue:
Dentro del labora, un encuadernador:
En la restauración pictórica trabajaron una veintena de profesionales, devolviendo el aspecto que presentaba en el siglo XV, después de llevarse a cabo medio centenar de catas que han servido para determinar la superposición de tres capas de pintura. La primera, románica original y de colores vivos, se encontraba en el estrato más profundo, por encima del cual aparece un repinte correspondiente a la época en la que se añadió el baldaquino gótico y que respeta los colores originales, salvo algunas excepciones. La última capa, de color blanquecino, correspondía a finales del siglo XVIII o principios del XIX.
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El cenotafio se concibió como un pequeño edificio de planta basilical, con tres naves, la central mas alta, sustentada con fustes lisos, estriados, sogueados y perlados, recibiendo sus capiteles, adornados con hojas de acanto, el peso de los arcos polilobulados. En las esquinas se representan los doce apóstoles, y en los testeros aparecen, en el lado oeste, Cristo en Majestad, con el San Marcos y San Lucas, y un rosetón perforado, composición que reposa sobre un atlante;
en el lado este una magnífica Adoración de los Magos y otras dos escenas alusivas al viaje de los Magos y a la aparición del ángel, que podréis ver en el Banco de Fotos.
En el lienzo norte podemos ver a Vicente maniatado y presentado ante el emperador Daciano. En la siguiente escena, que supuestamente ocurre en la ciudad de Évora, es llevado a la fuerza a ofrecer incienso ante la estatua de Júpiter, pero la firmeza de su fe hace que la
huella del pie quede grabada en la piedra. Una vez en prisión, sus hermanas le piden que huya con ellas. En las dos siguiente escenas vemos como los
romanos, vestidos a la usanza medieval para facilitar la comprensión de los fieles, rinden vasallaje a su señor, y parten en persecución de los mártires: el hecho de salir de una ciudad y entrar en otra se marca con una especie de puerta en las dos últimas columnas.
Es muy curioso constatar que según el mencionado relato de la
Pasio, los restos de los mártires fueron arrojados a un lugar fuera de la ciudad denominado
Vestigia; posiblemente el redactor tuvo en cuenta que en las proximidades de la basílica de San Vicente se encontraban los restos-vestigios de una necrópolis romano-vettona (Feduchi), aunque la interpretación hasta ahora era la de que el nombre del lugar hacía referencia a la etimología latina de "planta del pie"
(vestiggia) del santo.
QuHist.com En esta imagen se observan unas huellas de pies pareadas sobre unas placas de marmol que aludían a Némesis, diosa de la venganza o la justicia divina, la preferida por los gladiadores. Se encuentran en una capilla de planta trapezoidal dedicada a Némesis y Caelestis en las ruinas de Itálica, lo que es una muestra de la asimilación de cultos orientales y de sincretismo entre ambas diosas, proceso que sólo se encuentra en Hispania a partir del siglo II..
Las siguientes escenas, que podéis observar más arriba, aluden al propio martirio: despojados de sus ropas (observad la belleza de las figuras), son suspendidos de sus cuellos en unas horquillas de madera e introducidas sus manos y sus pies en un potro con palos cruzados, para descoyuntarles los huesos. En una imagen que pongo abajo se observa como el escultor ha querido resaltar el contraste de la expresión de
serenidad de los mártires con la del esfuerzo que realizan los verdugos. Los cuerpos son colocados después, y según la tradición, en una prensa de madera, a lo que colabora un judío. Dos ángeles llevan sobre un lienzo las tres almas hasta Dios, representado por una mano. Finalmente, la representación de un judío que ya os comenté al principio. Este es el que construye, en la escena final, el sepulcro, enmarcado por los arcos que hoy en día constituyen el cenotafio:
una pasada.
Parece que el monumento conmemorativo o cenotafio fue realizado por el maestro Fruchel (Frugerius, Froger, o también escrito Eruchel), al que se le atribuye la ejecución de la escultura del pórtico occidental de la basílica de San Vicente. Se sabe que este maestro era de origen francés, probablemente de la parte norte de Borgoña, ya que su escultura deja entrever cierta relación con las imágenes de los apóstoles del pórtico de la basílica de Vézelay. Se encontraba trabajando en España hacia 1170 y consta que su fallecimiento se produjo en 1192 Wikipedia
Dentro del cenotafio se encontró una tabla pintada con la imagen de
San PAblo y que, por la semejanza con la escultura del apostolado citada, hace pensar que fue del mismo autor, o bien que éste se basase en dichas imágenes; se encuentra en el museo de la Catedral de Ävila, de donde tomé la imagen
(sin flash), pues como bien dice xavidc, todos tenemos derecho a disfrutar de un arte creado para ser contemplado:
Pues nada, a disfrutar del solito en una mañana que ya huele a primavera...
Abrazos.