Hola a todos
En primer lugar, gracias a Lug-Asa por sus palabras. Pero, como no nos cansamos de decir los asiduos de este foro: aquí, aprendemos todos de todos.
Sobre el tema del rollo profético o filacteria que lleva ese personaje que nosotros identificamos con el profeta Daniel, tienes que tener en cuenta el desarrollo escultórico de todo ese magnífico tímpano.
Hace algo de tiempo, escribimos un artículo,
¿Teólogos itinerantes? Pensamiento teológico y expresión artística en el románico. (Acerca de la posible influencia de la filosofía teológica de Joaquín de Fiore en la iconografía románica de Tudela, Navarra), en el que nos atrevimos a dar respuesta a la posible explicación de esta magnífica iconografía no desde una interpretación histórica, sino teológica. Tengo que decirte que, a mi entender, muchas veces, los estudios sobre la iconografía románica carecen de una auténtica reflexión teológica y se acaban realizando desde una pura visión historicista. Pero, esta es una idea personal. Por si te sirve, te coloco un enlace del artículo, en el que nos lanzamos a la piscina, es decir, a intentar entender con otros ojos:
http://www.circuloromanico.com/frame.ph ... ologos.htm En ese artículo, encontrarás explicaciones de este tipo:
Si nos fijamos bien en un detalle iconográfico, podemos observar que existe un detalle plástico que singulariza a las figuras:
1. Cuatro personajes sostienen un libro: el Niño-Dios, San Nicolás y las representaciones de San Lucas (el ternero) y de San Marcos (el león).
2. Tres personajes portan una filacteria o rollo profético: el profeta Daniel y las representaciones de San Mateo (el ángel) y de San Juan (el águila).
Es decir, el profeta Daniel, San Mateo y San Juan unidos a través de un símbolo profético. ¿Comparten algún concepto profético estos tres personajes bíblicos?
Para Joaquín de Fiore sí, una fecha, la de 1260, la de la Tercera Edad, la del inicio de la Edad del Espíritu Santo.
De entrada, la profecía sobre la cifra de 1260 se encuentra en la Biblia en dos libros:
a) El profeta Daniel: VII, 25; XII, 7.
b) El libro del Apocalipsis de san Juan: XI, 2; XI, 3; XII, 6, XII, 14; XIII, 5.
Joaquín de Fiore, junto a los textos anteriores del profeta Daniel y de San Juan, también utiliza el evangelio de San Mateo (Mt. I, 1-17) para postular la fecha profética de 1260, argumentando que lo mismo que transcurrieron 42 generaciones entre Abrahán y Jesucristo, la segunda Época, la de la Encarnación del Hijo, finalizará en este año, es decir, 42 generaciones después de Jesucristo. ¿Cómo lo calculó? Para Joaquín de Fiore, Jesucristo engendró a sus hijos espirituales a los 30 años, cuando comenzó su vida pública. Por eso, cada generación a partir del Nuevo Testamento tienen que contarse de 30 años. Por lo tanto, 42 generaciones de 30 años cada una, hacen un total de 1260 años.
En San Nicolás de Tudela, el profeta Daniel, San Juan Evangelista y San Mateo comparten filacteria porque sus obras indican un mismo destino profético: el de la fecha de 1260, año del nacimiento de la Tercera Edad, la del Espíritu Santo, según la exégesis de Joaquín de Fiore.
Lug-Asa ya te aviso que, como esta interpretación de Fiore acababa “eliminando” a la Iglesia terrenal representada por Roma y San Pedro y, en su lugar, anunciaba la llegada en 1260 de una Iglesia espiritual en la que El Espíritu Santo, la Virgen María y San Juan Evangelista serían los protagonistas, a partir de 1215, en el IV Concilio de Letrán, se empezó a condenar el pensamiento de Joaquín de Fiore. De tal manera que, en el templo de San Nicolás de Tudela, hoy nos encontramos con que la paloma símbolo del Espíritu Santo ha llegado hasta nosotros decapitada, como todas las de las representaciones de lo que se denomina Trinidad vertical, como en su día también expusimos.
Creo que, hoy, sí que me he enrollado mucho. Lo siento.
Un abrazo a tod@s