Hola a todos
Seguramente, pensaréis que me he pasado al plantear la posibilidad de que, en este espléndido sarcófago, se pueda estar produciendo una crítica a la figura de la reina Doña Blanca.
Además, los que podáis estar familiarizados con los magníficos estudios que existen sobre este sarcófago pensaréis que es todo lo contrario, que se trata de un sarcófago en el que se ensalza la realeza, como sugiere Agustín Gómez, entre otros, aduciendo el carácter laico de los personajes de todo este sarcófago. Es bien cierto que, al contrario de lo que sucede en los sarcófagos de doña Sancha en Jaca o el de San Román en Roda de Isábena, por ejemplo, en este sarcófago najeriense, el clero no tiene ninguna función y, además, no aparece ningún contexto de la liturgia fúnebre. De hecho, esta ausencia de la liturgia fúnebre y del clero en un sarcófago cristiano también puede ser interpretada como un detalle revelador que habla por sí mismo. ¿Fue el clero el que no quiso ser representado junto a los reyes? ¿Fue el rey el que no quiso que se representara al clero? Pero, prosigamos.
Bueno, me lanzaré un poco más a la piscina. Opinamos que no sólo la reina Blanca sale mal parada en este sarcófago. También el rey Sancho III, el marido de Blanca de Navarra, puede estar recibiendo una crítica en la representación plástica de este sarcófago. Como ya hemos comentado, a Sancho III se le representa en el momento del desfallecimiento producido por la muerte de la reina. Aunque ya comentamos la disposición de su cuerpo, después de estudiar los detalles plásticos de todas estas esculturas, como ya hemos señalado, creemos que, desde una perspectiva teológica, se puede estar criticando al rey por esta actitud tan humana:
La actitud del rey no es la de un verdadero cristiano, ya que el auténtico cristiano cree realmente en la Resurrección. Con esta actitud tan humana, Sancho III se aleja del actuar de un verdadero creyente cristiano. Para el cristiano, la muerte no es el final del camino.
Seguramente, para el redactor teológico de este sarcófago, Sancho III no se ha comportado como un verdadero rey cristiano, no ha estado a la altura de las circunstancias. Tal vez, por eso, este mismo redactor teológico pudo mandar realizar un cambio plástico en la disposición de los tres Reyes Magos en el tema de la Epifanía:
Supongo que lo habéis visto bien. Saliéndose de la norma no escrita, el rey que está esculpido en primer lugar, justo delante del Niño-Dios, no es Melchor, el Rey que representa la tercera edad del hombre, el viejo, para que nos entendamos, sino Gaspar, el Rey que representa la segunda edad; esa edad que se correspondería con la que, por esos años, tenía Sancho III.
Esta variación en la disposición de los tres Reyes Magos en la representación iconográfica de la Epifanía, por su rareza plástica, se convierte en un ejemplo catequético. Parece como si el teólogo redactor le estuviese queriendo decir a Sancho III: “Otro rey de tu misma edad supo ver en ese niño a Dios, tuvo la fe que a ti (Sancho III) te ha faltado en estos momentos. Como un auténtico rey cristiano, no tenías que haber desfallecido ante la muerte de tu esposa, la reina, por mucho que la quisieras. Tenías que haberte mantenido firme en tu fe para dar ejemplo al pueblo. La muerte no es el final del camino para un cristiano y, todavía menos, para un rey cristiano.”
Esto es lo que, de momento, me dice la lección teológica esculpida en la magnífica iconografía de este sarcófago. Si analizamos como un conjunto todas estas esculturas, podemos ver que no nos encontramos ante un collage plástico formado por una serie de temas de doble naturaleza (temas históricos y temas bíblicos) sino ante una lección teológica unitaria que acaba hablando acerca del verdadero rey de reyes, es decir, de Cristo, el único y verdadero rey que, por sus obras y su fe, acabará juzgando a todos los hombres, incluso a los reyes.
Un abrazo a tod@s