El
árbol de Irmensul es una
Hierofanía, un acto de manifestación de lo sagrado en la realidad, el inframundo que se expresa a través de un soporte material y mundano, que -en este caso- adquiere naturaleza sobrenatural sin dejar de ser lo que es, un objeto en el que la naturaleza es susceptible de revelar su sacralidad cósmica. Así es como las sociedades arcaicas comprendían la dimensión de lo sagrado por ser -para ellos- lo verdaderamente "real"; y todo lo demás que les es útil y necesario para su sociedad, ya sea en el presente, pasado o futuro, puesto que les concierne, orbita a su alrededor.
Para la cultura Celta, el árbol de Irmensul es por tanto, el pilar cosmogónico -según nos cuenta
Mircea Eliade en el fichero pdf adjunto
LO SAGRADO Y LO PROFANO - CAPÍTULO I, EL ESPACIO SAGRADO Y LA SACRALIZACIÓN DEL MUNDO, del que fue Catedrático de historia de las religiones de la Universidad de Chicago, entre 1957 y 1986...
«Estoy en el Centro del Mundo», nos revela de golpe una de las significaciones más profundas del espacio sagrado. Allí en donde por medio de una hiero-fanía se efectúa la ruptura de niveles se opera al mismo tiempo una «abertura» por lo alto (el mundo divino) o por lo bajo (las regiones infernales, el mundo de los muertos). Los tres niveles cósmicos —Tierra, Cielo, regiones infernales— se ponen en comunicación. Como acabamos de ver, la comunicación se expresa a veces con la imagen de una columna universal, Axis mundi, que une, a la vez que lo sostiene, el Cielo con la Tierra, y cuya base está hundida en el mundo de abajo (el llamado «Infierno»). Columna cósmica de semejante índole tan sólo puede situarse en el centro mismo del Universo, ya que la totalidad del mundo habitable se extiende alrededor suyo. Nos hallamos, pues, frente a un encadenamiento de concepciones religiosas y de imágenes cosmológicas que son solidarias y se articulan en un «sistema», al que se puede calificar de «sistema del mundo» de las sociedades tradicionales: a) un lugar sagrado constituye una ruptura en la homogeneidad del espacio; b) simboliza esta ruptura una «abertura», merced a la cual se posibilita el tránsito de una región cósmica a otra (del Cielo a la Tierra, y viceversa: de la Tierra al mundo inferior); c) la comunicación con el Cielo se expresa indiferentemente por cierto número de imágenes relativas en su totalidad al Axis mundi: pilar (cf. la universalis columna), escala (cf. la escala de Jacob), montaña, árbol, liana, etc.; d) alrededor de este eje cósmico se extiende el «Mundo» (= «nuestro mundo»); por consiguiente, el eje se encuentra en el «medio», en el «ombligo de la Tierra», es el Centro del Mundo. Mircea Eliade nos introduce de esta manera, en la investigación del comportamiento del hombre religioso en las sociedades tradicionales y orientales, prescindiendo de esa falsa maravilla que produce observar sus costumbres, como si fuesen extraños bichos. Más allá, Eliade dice que:
«Aspirábamos a mostrar algo más: la lógica y la grandeza de sus concepciones del Mundo, es decir, de sus comportamientos, de sus simbolismos y de sus sistemas religiosos.»