Hola a todos
Aprovechando que hoy es sábado, una entrada un poco larga. En primer lugar, intentaré aclarar que en el Arte Románico el interés teológico y el interés artístico van de la mano. Os pondré un ejemplo, deseando que me entendáis.
Toda moneda se compone de una cara y un envés o cruz. Supongamos, en primer lugar, que tenemos una moneda con una cara que posee una iconografía artística impresionante, bella, como pocas. Sigamos suponiendo que, después, con una sierra de precisión somos capaces de separar la cara de la cruz. Es evidente que seguiremos teniendo una cara artísticamente impresionante y bella como pocas. Sin embargo, ¿qué valor tendrá esa moneda en el mercado? Supongo que todos estaréis conmigo admitiendo que ninguno. La cara será artísticamente bella, pero su valor simbólico y, por lo tanto, real, habrá desaparecido. Algo parecido sucede con el Arte Románico.
A modo de símil, también podemos admitir que en las representaciones del Arte Románico tenemos una cara, toda su magnífica iconografía, y un envés o cruz, su significado teológico. Si separamos y quitamos el contenido teológico de la iconografía románica, ¿qué queda? Una bella imagen sin ningún valor. Porque supongo que, de entrada, todos admitimos que el Arte Románico existe y nace en el seno de la teología cristiana medieval. Tal vez, con el paso de los siglos, nosotros hemos podido llegar a ver solo figuras más o menos bellas; pero, de lo que no cabe la menor duda es que, en su época, el arte románico expresaba una serie de visiones de la fe cristiana. Desde mi modesta opinión, no puede existir interés románico sin interés teológico, ya he comentado muchas veces en este foro que pertenezco a ese grupo de los que opinamos que detrás de cada taller de escultores hay al menos un redactor teológico que sabe de filosofía teológica.

Antes de proseguir, después intentaré explicar la posible interpretación teológica de esta fotografía de la iconografía de la Trinidad en Ribas de Campos. Para ello, dejadme que siga con otro ejemplo.
¿Puede existir un triángulo que no tenga tres lados? Rápidamente, todos habréis pensado, no. Y es verdad. La existencia de los tres lados garantiza el concepto de la triangularidad. Cuando una figura geométrica ya no tiene tres lados, no se le conoce con el nombre de triángulo. Sin embargo, existen triángulos cuyos lados adoptan formas diferentes. Al adoptar estas formas diferentes, cada triángulo condiciona el valor de sus ángulos, pero jamás la suma total en un plano de todos ellos que siempre será de 180º. En definitiva, no adoptan la misma forma los lados de un triángulo equilátero que los de un isósceles o los de un escaleno; sin embargo, aunque la forma de sus lados implica que los ángulos que resultan en cada modelo de triángulo sean diferentes, la suma total de todos los ángulos de cualquier triángulo siempre acabará dando el resultado final de 180º.
Intentemos aplicar este mismo ejemplo al tema teológico de esta magnífica fotografía: la unión hipostática de Dios; esto es, cómo se armonizan las tres personas de la Trinidad y cómo se relacionan los conceptos teológicos de la Encarnación y de la Trinidad. ¿Cómo demostrar que Dios es uno y trino a la vez, que es Dios y se ha hecho hombre?
Volvamos al ejemplo de la triangularidad. Hemos visto que, si cambio los lados de un triángulo, necesariamente altero el valor de sus ángulos, pero que no, por eso, altero el resultado final de la suma de su ángulos que de forma inalterable siempre será de 180º. Esto mismo es lo que se intentaría aplicar y explicar en el Arte Románico a través de diferentes iconografías de la idea de la Trinidad. Por mucho que se altere el valor de uno de sus lados (una de las personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo), el valor total de sus ángulos tiene que ser siempre igual: Dios es siempre Dios.
Lo que ocurre es que en el símil de la Trinidad el único lado que admite la idea de cambio es el Hijo, que se ha encarnado. Y esto es materia de fe. El Padre siempre es; el Espíritu Santo siempre es; el Hijo siempre es, aunque se haya encarnado. Filosófica y teológicamente hablando no es correcto decir: Dios existe, porque lo que existe ha tenido un origen y tiene implícita la idea de cambio y, por lo tanto, la de desaparición, transformación o muerte. Dios no puede dejar de ser jamás Dios, a pesar de la Encarnación del Hijo. Por eso mismo, a los cristianos, desde sus orígenes, les gusta tanto ese pasaje atribuido a San Juan (¡qué casualidad!): Deus caritas est. “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.” (I Juan 4, 16)
¿Cómo realizar la conciliación entre la idea de la Encarnación del Hijo y la idea de Trinidad? Un maestro escultor, en Ribas de Campo, escogió el momento de la muerte del Hijo, porque la muerte del Hijo hace posible la Redención de toda la humanidad. Supongo que tod@s veis bien la representación del Hijo crucificado, la paloma Espíritu Santo y la representación del Padre.
Sin embargo, en el Arte Románico hispano, la representación de Trinidad también se hizo desde la Encarnación en la forma del nacimiento, solo hace falta pensar en Santo Domingo de Silos:

Toda la iconografía de la conciliación de estos dos conceptos teológicos, Encarnación y Trinidad, no se representa con las mismas imágenes en el Románico. Mientras en Ribas de Campo la idea de la conciliación de los conceptos teológicos de la Encarnación y la Trinidad se interpreta a través de la muerte redentora del Hijo, en Santo Domingo de Silos se hace a través de su nacimiento como Dios y como hombre.
Como tantas veces he escrito, fueron muy buenos los maestros artesanos escultores del Arte Románico; pero, también, fueron magistrales los teólogos redactores de los diferentes programas iconográficos, pues tenían una gran preparación, entre otras disciplinas académicas, en exégesis bíblica.
Un abrazo a tod@s.