Hola a todos
En nuestra última entrada, proponíamos que los cuatro tímpanos del templo de Santa Maria della Pieve, Arezzo, constituían en sí mismos un calendario de la historia de la salvación siguiendo la teología del Abad Joaquín de Fiore.
1. El Árbol de la Vida en el Paraíso
2. El bautismo de Cristo visto como el Árbol de la Vida.
3. La Parusía de Cristo en un contexto del Árbol de la Vida apocalíptico
4. La Virgen María orante con dos ángeles.
El teólogo redactor podía conocer que Joaquín de Fiore había dibujado el que denominó el Árbol de las dos Venidas para explicar de forma plástica la teología de la historia humana, tal y como todavía hoy se conserva en la Tabla II del llamado Códice Reggiano del Liber Figurarum.
En el dibujo de un árbol, el abad calabrese representó la historia humana vista en clave de la historia de la salvación, o lo que es lo mismo, la Historia Sagrada como equivalente a la Historia de la humanidad. Como su nombre indica, el árbol describe las dos venidas de Cristo; de hecho, se corona con la segunda, la apocalíptica. Es decir, con este árbol se recogen las iconografías de los tres tímpanos que en Arezzo hablan del Árbol de la Vida.
La figura de Cristo domina el centro del árbol de la historia después de su primera venida, la Encarnación, como lo hace también en lo alto, después de su segunda venida, la Parusía apocalíptica. Sin embargo, el dibujo del árbol de Joaquín de Fiore sólo cubre la Edad del Padre y la Edad del Hijo. Se trata de un esquema binario en el que no está representada la Edad del Espíritu Santo, porque sólo Dios la conoce. Por eso, en el cuarto tímpano de Arezzo se representa a la Virgen María como el gran símbolo de la Iglesia espiritual que todavía tiene que venir en la Edad del Espíritu Santo.
Pero no sólo encaja la disposición de los tímpanos y el hecho de escoger el detalle plástico del Árbol de la Vida para hablar de las tres Eras o Edades de la historia humana, también lo hace la preferencia por la representación de la Edad del Hijo a través de la iconografía del bautismo de Cristo. En una visión lineal, en el bautismo de Cristo se encuentran los tres símbolos de las tres Edades: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero, no sólo eso, ya que es precisamente esta elección de representar la iconografía del bautismo de Cristo y no otra cualquiera de su Encarnación (su Nacimiento, la Anunciación, etc.) la que vuelve a darnos la pista de que nos encontramos ante un teólogo redactor que conocía la obra plástica de Joaquín de Fiore que estamos comentando y que todos habéis podido ver a través de su fotografía. ¿Por qué escribimos esto?
En el Árbol de las dos venidas, justo encima de la representación del Cristo, está colocadas tres equis mayúsculas, XXX, cuarenta y dos veces. ¿Qué significa esto? Hay que recordar un poco.
Como en otras ocasiones ya hemos comentado, Joaquín de Fiore, junto a los textos del profeta Daniel y del Apocalipsis de San Juan, también utiliza el evangelio de San Mateo (Mt. I, 1-17) para postular la fecha profética de 1260, argumentando que lo mismo que transcurrieron 42 generaciones entre Abrahán y Jesucristo, la segunda Época, la de la Encarnación del Hijo, finalizará en este año, es decir, 42 generaciones después de Jesucristo. ¿Cómo lo calculó? Para Joaquín de Fiore, Jesucristo engendró a sus hijos espirituales a los 30 años (las tres equis XXX dibujadas 42 veces por el abad en su árbol), cuando comenzó su vida pública. Por eso, cada generación a partir del Nuevo Testamento tienen que contarse de 30 años. Por lo tanto, 42 generaciones de 30 años cada una, hacen un total de 1260 años. O lo que es lo mismo, las equis dibujadas por Joaquín de Fiore en el tronco central de su árbol.
Ahora bien, ¿cuál fue el primer acto de la vida pública de Jesús con el que engendró a sus hijos espirituales a los 30 (XXX) años? Está claro, su Bautismo. De ahí, que el tímpano con el Bautismo de Cristo sirva para confirmar que los cuatro tímpanos de Santa Maria delle Pieve, Arezzo, están interpretando la historia de la humanidad en clave temporal, pero siguiendo la teología de Joaquín de Fiore. Además, allí está la alegoría de los meses del año en la arquivolta del tímpano de la Virgen María para acabar confirmándonos que el concepto del tiempo humano, visto en clave de la historia de la Redención del hombre, es la base de esta lección teológica en piedra que constituyen los cuatro tímpanos de Santa Maria della Pieve, en Arezzo..
Me parece que, poco a poco, acabamos de hacer otra pequeña investigación que tampoco hemos leído en ningún sitio. ¿Nos habremos vuelto a tirar a la piscina? ¡Vaya, vaya, con nuestros amigos los teólogos redactores de los programas teológicos! Aunque, después, el que dejase su nombre fuese el maestro cantero, “Marchio”, y hasta la fecha de ejecución de su obra, “1216”. Como todos ya sabemos, los unos han pasado a la historia humana hasta cuando no conocemos sus hombres y nos los inventamos (Segundo maestro de Silos, Maestro de San Juan de la Peña...); lo otros, al olvido.
Por cierto, que en 1216 el pensamiento teológico de Joaquín de Fiore era conocido y estaba en circulación queda fuera de toda duda; porque, a pesar de que el IV Concilio de Letrán (1215) le recriminó (mejor así) algunas de sus ideas acerca de la Trinidad, su pensamiento llegó nada más ni nada menos que hasta la Divina Comedia de Dante. Por cierto, la Orden Florense de Joaquín de Fiore también se extendió por la Toscana. Ya callo.
Un abrazo a tod@s