A la hora prevista, nuestro infatigable Oriolano se apostaba el 5 de Julio, para obtener las pruebas necesarias que permiten redefinir nuevamente el 'milagro de la luz de Orihuela', puesto que lejos de aquellos ensoñadores pasos solsticiales, la luz permanece en su lugar, 15 días después del solsticio vernal, lo que astronómicamente nos deja aparentemente fríos.
Es consecuencia de esa ingravidez lumínica ocasionada por el lento paso a la zona de sombras, que no comenzará a cubrir totalmente la lechuza, probablemente, hasta el 21 de Septiembre, para desde allí, sumirse en la más completa oscuridad durante el periodo invernal

y reaparecer nuevamente iluminada en sus partes más prominentes, el atardecer del 21 de marzo del año próximo. Volviendo a nuestro misterioso músico, poco más que certificar lo ya dicho, que está haciendo sonar un un instrumento de viento, e inevitable por tanto volver a las mitologías clásicas, conocida la estrecha conexión existente con la música, donde la base de la teoría platónica de la educación, se presenta con esta primigena expresión de la cultura planetaria, tanto en los cursos primarios, acompañada de ejercicios gimnásticos o danza, como hasta en la enseñanza superior del Quadrivium, la educación y los antiguos "juegos" (Juegos Olímpicos, ístmica, Píticos, etc) que tendran su base, como ya he apuntado tanto en la música como en la danza.

Más inevitable nos resultará esclarecer esos tubos paralelos que se situan sobre el brazo izquierdo del músico, y que únicamente permiten identificar el instrumento musical en todo caso, con una Siringa (en griego antiguo Σΰριγξ Sÿrigx), lo que nos permite también elucubrar respecto al nombre del propio personaje identificando esta posibilidad con una hija de Mnemosine, una náyade de Arcadia que gustaba de cazar con un arco de cuerno, llamada con el mismo nombre, Siringa.
La otra opción, que no descarto hasta investigar algo más, es la de Hermes.