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Que relación tenian Manuel Gomez Moreno y el anticuario Ignacio Martinez el promotor del negocio del claustro románico de Palamos con el Museo Metropolitan de Nueva York
Largo sería de enumerar la enorme riqueza atesorada en The Cloisters , donde además de los claustros, se conserva la capilla de la iglesia románica de San Martín de Fuentidueña (Segovia).
El conjunto neoyorquino parecía «apetecer» un ábside; y éste fue, años después (1958), el de la iglesia románica de San Martín de Fuentidueña (Segovia). La operación de desmontaje y traslado del ábside y presbiterio se llevó a cabo como permuta con parte de las pinturas de la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga (que —por los oscuros vericuetos del expolio del patrimonio artístico español— se encontraban en EEUU).
En 1931 el Sr. Rockefeller volvió de Europa con un portafolio de fotografías y planos de claustros romanicos posiblemente entre ellos se encontraba el proyecto del claustro romanico de Palamos diversos dado por un agente de París, el Sr. Rockefeller explicó que estaba actuando sólo como un mensajero Esta fue la primera de muchas misiones embajador sin cartera a Europa para localizar un ábside que fue descrito por el francés y que podría ser comprado por el Sr. Rockefeller , resultó que esto no era un monumento francés, pero era un ábside de la iglesia de San Martín en Fuentidueña norte de Madrid, en la provincia de Segovia después se enteraron de que en 1931 había sido clasificado como español monumento nacional una investigación a fondo de la situación dio pocas esperanzas de que el ábside se podía comprar
Este discutible canje de objetos patrimoniales fue auspiciado por el gran historiador del arte Manuel Gómez Moreno; no deja de resultar curioso que fuera éste quien, como director general de Bellas Artes, lo había declarado Monumento Nacional (1931). Cuando el ábside de Fuentidueña viajó a Nueva York, estaba vigente la Ley de Defensa, conservación y acrecentamiento del Patrimonio Histó- rico Español, que había sido promulgada por la II República (1933) y que permaneció vigente a lo largo de todo el período franquista hasta la actual Ley de Patrimonio Histórico Español (1985).
Pongamos especial atención de la escultura románica del imponente León de la tribu de Judá (león de Zamora), procedente de la iglesia de San Leonardo, de Zamora dicha escultura fue conocida por Manuel Gomez Moreno y el anticuario Fernando Martinez Lopez padre del promotor del negocio del claustro románico de Palamos lo que quiere decir que ambas personas trataban desde tiempos el padre de Ignacio Martinez con el Metropolitan de Nueva York
Hoy se sabe que el anticuario Fernando Martínez López, natural de Medina de Rioseco y afincado en Zamora, frecuentó con asiduidad el Obispado desde el inicio del siglo pasado. Primero, para preguntar por las «arquetas árabes» que custodiaba la Catedral. Dichos objetos finalizaron en el Museo Arqueológico tras una polémica y controvertida operación que acabó en fracaso con un valioso testimonio artístico como protagonista: el Bote de Zamora. Más tarde, el padre de Ignacio Martínez -el ya célebre promotor del negocio del claustro de Palamós-se encaprichó de las valiosas esculturas de la iglesia de San Leonardo. Sus frecuentes visitas al Obispado fructificaron. Así lo atestigua la presencia, hoy, del conocido León de San Leonardo en The Cloisters, la sección el Museo Metropolitano de Nueva York dedicada al arte medieval el comerciante no pudo ya completar el pago de la iglesia de San Leonardo de la que había extraído el relieve del León— dejó el liderazgo familiar en manos de Ignacio Martínez, que había aprendido el oficio de anticuario «del mejor maestro», sostiene la familia.
Una década antes de iniciarse la operación, el historiador Manuel Gómez-Moreno visitó San Leonardo para incluirla en el catálogo sobre bienes de Zamora que confeccionaba entre 1903 y 1905. Cuando el historiador acudió al templo de los Barrios Bajos describió, principalmente, las esculturas ubicadas «a los lados de la puerta del hastial». Allí «posan figuras de una leona, guardando quizá su cría» y «un león, teniendo enroscada una serpiente a sus patas», ambas obras del siglo XIII en piedra. Hoy sabemos el destino del León (Metropolitan de Nueva York).
Y así nos los encontramos, representados en varias piezas escultóricas. De nuevo, la personalidad propia de los husos zamoranos y la flecha salmantina se dejaron ver por separado en dos relieves. Los primeros se esculpieron en el relieve procedente de San Leonardo de Zamora, hoy en The Cloisters Collection, del Metropolitan Museum de Nueva York (fig. 9)16. Una escena apocalíptica con una gran bestia como protagonista fue cubierta por una chambrana que tomó la forma de una hilera de tres cimborrios. Éstos repiten la cubrición de escamas, la crestería que separa los gajos, las torretas angulares, el tambor del cimborrio con sus ventanas abiertas y, en los laterales, incluso las lucarnes frontales. El sofito de los tres pequeños cimborrios fue ocupado por flores de grandes y carnosos pétalos, haciendo las funciones de la plementería interior. Evidente- mente, el conjunto forma parte de un juego plástico a través de la reinterpretación del escultor, pero no hay duda de que éste se inspiró en la poderosa imagen de la catedral y su torre de crucero integrándola revisada en una «microarquitectura» esculpida.
Saludos cordiales Siloe
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Metropolitan de Nueva York León de la tribu de Judá (león de Zamora), procedente de la iglesia de San Leonardo, de Zamora.jpg [ 775.85 KiB | Visto 3565 veces ]
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